Enrique Domínguez. Economista.
A nivel nacional se constata en abril una caída mensual record que supera a la que se produjo en junio de 2013 y un aumento relevante de la afiliación a la Seguridad Social. La Semana Santa más tardía ha incidido en la mayor contratación en hostelería y también en el incremento de la afiliación.
A nivel provincial, tras un mes de marzo atípico respecto al comportamiento a la baja seguido en la Comunidad Valenciana y en España en paro registrado, también tiene lugar una reducción histórica en abril del número de parados, al menos en la última década.
En nuestro caso, la Semana Santa también ha dado pie al descenso en el sector servicios del número de parados en 1.145 personas y a la afiliación de 1.712 personas respecto a marzo en el Régimen General de la Seguridad Social en sentido estricto, en gran medida en hostelería.
En mi opinión, sin embargo, teniendo en cuenta la gran estacionalidad de la actividad turística en la provincia, este año ha influido de manera importante que el puente del primero de mayo haya caído a caballo de dos meses; el buen comportamiento de la Semana Santa ha dado pie a mantener las plantillas hasta el puente del primero de mayo y las posibles bajas de contratos se han dado ya en mayo.
Pocos días después, el 10 de mayo, Bruselas eleva al 2,8% la previsión de crecimiento del PIB de España para este año 2017; esta previsión supera en una décima a la del Gobierno español y a la del FMI. También el déficit cerrará 2017 en torno al 3,2% una décima superior al previsto por Bruselas. Y la tasa de paro bajará hasta el 17,6% a finales de año.
Más crecimiento, menos paro, menos déficit; parece que la economía española está en clara recuperación y, por ende, la castellonense. Sin embargo, los salarios apenas han crecido.
Pero estas cifras tienen su contrapartida, la calidad del empleo creado y la duración de los contratos firmados. Apenas una décima parte de los contratos que se firman desde incluso antes de la crisis son indefinidos a nivel español; en la provincia de Castellón son algo más de esa décima parte. Y la tasa de paro española (el 18,4%) es casi el doble de la comunitaria (el 9,5%).
Por tanto, baja el paro registrado pero la calidad del empleo creado y la duración de los contratos ofrecidos, hace que crezca el subempleo, que haya más personas que necesitan dos o más trabajos para vivir decentemente, que crezca la desigualdad y que haya más trabajadores pobres.
Apenas se ha publicitado, sin embargo, un estudio del último Boletín del Banco Central Europeo aparecido por estas mismas fechas y que viene a concluir que el paro ‘real’ de la eurozona es casi el doble de la tasa oficial. Incluye en la definición de desempleo a las personas que tienen un empleo pero que buscan trabajar más horas y a las personas que están sin trabajo pero que no cumplen la definición de desempleo de la OIT (no trabajan, están disponibles para trabajar en dos semanas y buscan activamente trabajo).
Con esta definición, que incluiría el subempleo, la tasa de paro “real” en la eurozona se situaría en torno al 18% mientras que en España alcanzaría cerca del 30%.
La realidad, pues, a pesar de las buenas cifras macroeconómicas no es tan boyante, sobre todo por lo que esconden de crecientes problemas a medio plazo y ante el futuro mercado de trabajo, con una parte importante de los nuevos empleos aún desconocidos. Queda mucho por hacer. ¿Qué opinan ustedes?