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Análisis del Arenal Sound 2017

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Tengo la costumbre cada año, al terminar la semana de este festival musical que se suele llevar a cabo en la primera semana de agosto, analizar desde mi punto de vista como va evolucionando año a año y procuro hacer un resumen objetivo, ya que mis impresiones se basan tanto en mis vivencias durante la semana en mi entorno de los poblados marítimos, como en las opiniones de jóvenes que acuden al evento y con los que procuro tener conversaciones intrascendentes, pero que me trasmiten sus puntos de vista y vivencias.

Por mi parte tengo que decir que cada año, las molestias que sufrimos los vecinos de la Malvarrosa y zonas limítrofes, van disminuyendo en función de las experiencias que van adquiriendo nuestros ya habituales visitantes que procuran molestar lo menos posible y aseguraría que el nivel de civismo y educación de los asistentes “progresa adecuadamente” en mi opinión personal.

Las “interminables e ininterrumpidas serenatas” que solíamos sufrir los vecinos de la calle Juan Carlos I los primeros años, desde media tarde hasta el amanecer, con los gritos y algarabía propios de veinteañeros, en sus viajes escalonados de ida y vuelta desde el camping de la Malvarrosa hasta la zona de conciertos, poco a poco se convierte en el susurro mas o menos fuerte de las conversaciones que suelen mantener los grupos en sus idas y venidas, siendo excepcionales los gritos dedicados sólo a molestar por molestar.

Sigue habiendo algunos, pero en cuenta gotas y perfectamente soportables.

Quizás a ello haya contribuido también, el adaptar mis horarios de descanso a los suyos, consciente de que entre las primeras horas de la madrugada y hasta prácticamente la hora de la siesta, suelen molestar muy poco, pues esos son también sus momentos de descanso más generalizados.

Este año he intercambiado opiniones con cuatro grupos y solo uno entre ellos formado por tres universitarias catalanas, dos de ellas oriundas de Galicia y Castilla-León (aunque nacidas las dos en Barcelona) y la tercera de raíces catalanas de varias generaciones, me comentaron que no tenían previsto volver, porque la zona de camping era muy poco confortable, con un espacio insignificante para poder poner sus colchonetas y tiendas, y prácticamente se veían condicionadas por un vecindario ruidoso, que les impedía descansar.

Cuando se quejaron a sus compañeros y les pidieron que bajaran el tono de sus voces y el nivel de la música, porque una de ellas teníafiebre y no se encontraba bien, la respuesta fue aumentar el volumen de la música y de sus voces, haciendo caso omiso a sus peticiones.

Se les veía tristes e incomodas, sobre todo a la que sugirió la idea de venir.

Me llamó la atención que aunque las tres habían nacido en Barcelona, entre ellas se comunicaban en castellano y cuando se lo hice notar me comentaron que no sabrían decirme porque lo hacían, pero eran amigas de años y como las descendientes de gallegos y castellano-leoneses, en sus familias se comunicaban en castellano, entre ellas siempre lo hicieron así.

Otro grupo era también de tres chicas madrileñas, alumnas de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid entre segundo y tercero de carrera, también dos de ellas ya habían estado aquí varias veces y cuando les pregunté las razones fundamentales de repetir, me dijeron que se trataba de disfrutar de buena música, buen clima y encontrarse con grupos de amigos que solían ser habituales como ellas.

Encantadas de volver y dispuestas a repetir en el futuro.

El tercer grupito lo formaban dos parejas de aspecto algo más maduro, que habían aparcado su coche el viernes en la misma c/ Juan Carlos I y estaban sentados en la acera, con sus sillas plegables y merendando-cenando plácidamente, cuando me acerqué a preguntarles que tal lo estaban pasando y si era su primera visita, a lo que me respondió uno de los chicos ( mas o menos treintañero) mostrándome alrededor de su muñeca todas las pulseras desde el primer año, o sea que eran habituales y conocedores de la problemática de los campings, me dijo que descansaban en el coche, se traían buen acopio de comida y asistían a los conciertos que querían.

Curiosamente eran de Almusafes pudiendo venir sólo el fin de semana, ya que trabajaban pero les gustaba la música, la playa y la compañía de sus amigos y esas eran las motivaciones de venir cada año.

Finalmente el domingo después de comer, tuve el placer de tomar café con un amigo de pantalón corto y su esposa amiga de la mía, con el que compartí muchos años cuando los dos estudiábamos Bachiller y Preuniversitario, que había venido a pasar la semana en un atraque en Nueva Burriana, para contentar a su nieto de 17 años y su grupo de amigos de forma que los abuelos dormían en los camarotes durante la noche, y su nieto y amigos lo disfrutaban en horarios diurnos.

Víctor (el nieto de 17 años, venía por vez primera) al igual que la mayoría de ellos, pero uno de sus amigos ya había venido en ediciones anteriores y fue el promotor de la idea, convenciendo a los demás amigos de toda la vida, aunque dos o tres de ellos viven y estudian en Madrid ya que allí residen sus padres.

Algunos ya cursan estudios de ADEM o Ingenierías en el Politécnico de Valencia, otros van a empezar e incluso uno de los madrileños, Alex, enamoradísimo de la simpática y bonita Claudia (de raíces suecanas como yo) estaba planteándose venirse a estudiar Económicas a Valencia desde Madrid, para estar a su lado.

Podríamos decir, que quizás esta encantadora parejita ha encontrado a su Cupido particular en el Arenal Sound…y aunque sólo fuera por eso, por haber nacido un amor juvenil con motivo del evento, valdría la pena que siguiera siendo una cuna de amores inolvidables para muchos jóvenes, y convertir a nuestra ciudad en la Venecia de la Costa Mediterránea valenciana, una semana de Agosto cada año como mínimo.

Al preguntares a estos jóvenes los motivos que les habían empujado a venir todos coincidieron, en que la convivencia entre ellos, el entorno natural y la programación musical, aunque algunos de ellos disponían de sitios en el Camping VIP, pero prefirieron dormir junto a sus amigos en la cubierta del yate de mi amigo, convenientemente preparada para protegerles del sol en sus horarios de descanso…que siempre solían ser diurnos.

Cuando he leído hoy que el impacto económico era de aproximadamente 41 millones de euros y había generado unos 4.000 puestos de trabajo (imagino que se refería a jornales durante los días del evento, y tanto durante su montaje como su desmontaje) me parece que todo lo explicado son motivos mas que suficientes para que aceptemos las molestias que puedan causarnos durante una semana, ya que a todo ellos debemos añadir que durante esta semana, Burriana es noticia de primera página en todos los telediarios de todas las cadenas de televisión y de muchos medios escritos y le repercusión mediática de todo eso, es un intangible de incalculable valor si se tuviera que pagar.

Felicitar a quienes tuvieron la idea original del Arenal, a quienes no les pusieron demasiadas piedras en el camino, para llevarlo a cabo, a quienes cogieron el relevo municipal y han sabido ir salvando problemas y dificultades mejorando lo mejorable y sobreponiéndose a las circunstancias y para acabar solo me queda pedirle a lo organizadores que racionalicen la masificación tanto en los espacios de camping, como en las entradas con pulseras a los eventos, para evitar incidentes desagradables que podrían acabar de un plumazo, con algo que ha costado tanto conseguir.

Y agradecer también a todos los jóvenes que nos visitan, su civismo, su comportamiento y educación, que nada tiene que ver con los lamentables espectáculos que vemos a veces en zonas determinadas de Mallorca o Cataluña, que denigran totalmente a esa clase de turistas extranjeros en su mayoría, con recursos tan limitados como los de los jóvenes que nos visitan, pero mucho mas limitados en educación y civismo del que demuestran nuestros visitantes.

Y como punto final, decirles que hoy una vez terminado el evento he tenido el placer de charlar un momento con una jovencita checa, de nombre Adele y también “teenager” que ha pasado esta semana del Arenal Sound entre nosotros, y me ha confesado que lo ha disfrutado muchísimo y no tiene mucho que ver con los festivales musicales que se viven en Chequia en verano.

Hace años ya dije que el Arenal Sound iba a ser muy positivo en muchas aspectos para Burriana, aunque a mi me causara una semana de insomnio.

Hoy me alegro de poder confirmarlo sin más consideraciones que las que me trasmiten las personas a las que contacto y mis vivencias propias.

Hasta la semana que viene amigos.