Jorge Fuentes. Embajador de España.
España es uno de los principales países del mundo receptores de turistas. Compite con otras tres grandes potencias económicas mundiales como son Francia, los Estados Unidos y China y, como consecuencia de los atentados terroristas en Francia y otras circunstancias, en 2017 España se situará posiblemente en cabeza en número de visitantes con mas de 85 millones de turistas, con unos ingresos del sector de 77.000 millones de € lo que viene a representar el 11% de nuestro PIB y el 13% de la mano de obra.
La campaña contra el sector que se ha desplegado en Cataluña, Baleares (las dos regiones españolas más importantes desde el punto de vista turístico) y en el Pais Vasco, es completamente absurda.
Si de la noche a la mañana descendiera considerablemente la actividad de este sector sin encontrarle previamente relevo, nuestra economía caería en picado y el paro crecería hasta las peores cifras de nuestra historia.
Es, por lo tanto, suicida cualquier iniciativa que vaya encaminada a poner trabas en este importante sector que, por añadidura, ha contribuido significativamente a reforzar la imagen de nuestro país.
Dicho lo que antecede cabe añadir que sería muy deseable que nuestra economía estuviera más diversificada y no dependiera tan decisivamente del turismo como ocurre en las tres restantes potencias turísticas en que el sector apenas aporta el 3% de sus respectivos PIBs.
Procurar reorientar el turismo, lograr atraer una clientela de mayor calidad, intentar que la limpieza, el orden y la seguridad de nuestras ciudades no decaigan sería un objetivo altamente deseable aunque nada fácil de alcanzar.
Algunas de nuestras localidades se han convertido en fondas, pensiones, plazas de botellones, en que los visitantes compiten en sus afanes etílicos y en dirimir violentamente extrañas rencillas que nunca exhiben en sus propios países.
Las fuerzas del orden deben actuar sin vacilar manteniendo la decencia social allá donde vemos que se perturba constantemente. Acaso ocurre que nuestra policía está preparada para velar por los 46 millones de españoles de siempre y no por los 125 millones que nos juntamos como consecuencia de los visitantes que recibimos particularmente durante los meses del verano.
Es evidente que quienes promueven la campaña contra el turismo no tienen como objetivo adecentar el país sino arruinarlo ya que cuanto peor mejor para sus insensatos intereses políticos.
Hay que tener cuidado con sus maniobras ya que el turismo es un sector sumamente frágil y cualquier circunstancia exterior (inseguridad, terrorismo, mala gestión hostelera, sensación de rechazo al visitante) puede desviar el flujo y dirigirlo hacia los otros muchos destinos europeos o de otras partes del mundo donde se sientan bienvenidos, más seguros o simplemente más cómodos.