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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 11:10

¿Todo va bien en economía?

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Enrique Domínguez. Economista.

Parece ser que sí, si nos atenemos a las informaciones y datos de diferentes organismos, nacionales e internacionales, relativos a la evolución de las grandes cifras, de lo que los expertos llaman macroeconomía.

Respecto al Producto Interior Bruto (PIB) las previsiones de crecimiento del Gobierno para 2017 (su última revisión es del 3%), que parecían exageradas hace unos meses y que se situaban a bastante distancia de las de organismos internacionales como el FMI, son confirmadas y corregidas al alza actualmente por diferentes entidades, desde el Banco de España, al servicio de estudios del BBVA, a Bruselas o al mismo FMI; este organismo (cuyas previsiones, hay que decirlo, no son acertadas muchas veces) previó en julio del año pasado un crecimiento del PIB para 2017 del 2,6% y, recientemente, lo ha elevado al 3,1%.

El PIB crecerá en España por encima de la media de la UE en 2017 y se sitúa en primer lugar en cuanto a su crecimiento. Se ha dado una mejora constante de las previsiones y ello ha llevado al propio presidente Rajoy a afirmar que “hemos recuperado el nivel de riqueza anterior a la crisis gracias a las medidas puestas en marcha”.

Esas tasas de crecimiento del PIB, del 3,6% en 2015, del 3,2% en 2016 y del 3,0%, prevista para 2017, se han conseguido, sin embargo, con 1,9 millones menos de trabajadores. Ello supone un crecimiento importante en productividad, lo que ha permitido poder exportar más al ser más competitivos nuestros productos.

Pero, tras la petición de rescate en 2013, la reconducción de los plazos para reducir el déficit y la bajada de impuestos (que ha ralentizado la reducción de ese déficit), varios factores actuaron a favor de esa evolución posterior: Por una parte, la inseguridad en el Mediterráneo atrajo y sigue atrayendo más turismo a España, convirtiéndose este sector en la cabeza tractora de la recuperación; por otra parte, la prima de riesgo y los elevados intereses a pagar por la deuda se han suavizado fuertemente al comprar deuda el Banco Central Europeo (BCE), que en este momento tiene en su poder una cuarta parte de la española (aunque pronto irá reduciéndose esa compra).

El precio del crudo, que de precios del barril de brent de entre 125 y 115 dólares entre 2011y 2014, desciende drásticamente desde mitad de 2014 hasta los 52 dólares de hoy en día. Ello ha permitido reducir ostensiblemente la factura energética del país y de las empresas y, por ende, mejorar la competitividad de sus producciones. Y los mismos tipos negativos del Euribor han permitido reducir notablemente el importe de las hipotecas a satisfacer por los españoles, lo que ha ayudado a aumentar su poder de consumo.

Y si, además, el gobierno ha puesto en marcha unas medidas laborales, la tan cacareada reforma laboral, que ha permitido despedir y bajar salarios fomentando al máximo el trabajo temporal y parcial, tenemos bastantes de las razones de la bonanza de la economía, ayudada por el entorno internacional que ya había superado en gran medida la crisis.

Pero, ¿todo es bueno en la economía? Bastantes expertos dicen que no, pero ello puede sonar a sacrilegio. Somos el primer país en crecimiento del PIB pero casi también en tasa de paro; y con las pensiones sin apenas incremento y un elevado nivel de deuda. ¿Cómo casa una cosa con la otra?

Creamos rápidamente empleo, generalmente temporal, se va perdiendo el miedo a quedarse sin empleo, se mantiene o crece la economía sumergida, pero los trabajadores son cada vez más pobres y aumenta la desigualdad. Quien tiene buena formación consigue trabajo más pronto, aquí o en el  extranjero; pero las personas con baja formación lo tienen más crudo.

Y parece que no hemos aprendido con la crisis. Y como muestra, el reciente titular de un periódico regional: 'Los promotores ya venden el 70% de los pisos de València sobre plano por la alta demanda'. ¿Se acuerdan ustedes de lo que ocurría durante la burbuja inmobiliaria? ¿Hemos mejorado o modificado comportamientos tras la crisis? O, si seguimos por ese camino, ¿tropezaremos otra vez con la misma piedra?

¿Qué opinan ustedes?