Jorge Fuentes. Embajador de España.
Decía Marx (no Groucho sino Karl) que la Historia se repite siempre dos veces, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Cataluña esta en plena repetición.
Una repetición que se escenifica al borde de la cárcel, al margen de la ley. Es la Cataluña del 3%, de las dudosas herencias, de los paraísos fiscales, de los bancos andorranos o suizos.
Es la Cataluña que intenta redimir sus pecados envolviéndose en la bandera independentista. Es una autonomía cateta y provinciana, trufada de líderes de escasa categoría que se han puesto en evidencia ante su pueblo, ante España y ante Europa en una triple función: la representada por el 'capo' Puigdemont y sus cuatro consejeros que huyeron a la Unión Europea bruselense y que cuando ésta les dio con la puerta en las narices, acabaron refugiados en la Bélgica flamenca en la que, pese a su mutuo espíritu separatista, ni siquiera encuentran comprensión.
En segundo lugar, está la función de la Mesa del Parlament, que se arrugó ante el Supremo y aceptó la Constitución, el 155 y el hecho de que la declaración de independencia fue una broma simbólica.
Finalmente, tenemos la función del vice y de los restantes consejeros que están pensando en hacer 'un Forcadell' para poder salir de la trena y animar la campaña.
Intento recordar sin éxito algún momento de nuestra reciente Historia en que España en todo o en parte, haya escenificado tanto descrédito y vergüenza como el que está protagonizando en estas fechas en Cataluña. Hay que remontarse a la Guerra Civil y a fechas anteriores. Ni el 23-F ni el separatismo vasco llegaron tan lejos en su intento de ruptura del país, aunque ETA quebrara, eso si, miles de vidas humanas contando los muertos, los heridos y sus familiares.
El descrédito a nuestro país que están generando los separatistas, no tiene calificativos. Estos días se usan algunos términos que encuentro inadecuados, tales como "cobardía", "traición", "venganza" entre otros. Es como si estuviéramos leyendo historietas de ‘El guerrero del antifaz’.
La selección falseada de fotos de cargas de las fuerzas armadas, el paseíllo repetido hasta la saciedad de los consejeros separatistas camino de la Audiencia Nacional, los dislates de Puigdemont desde Bruselas mostrados en todos los medios informativos mundiales, rebajan la Marca España en muchos enteros.
Pienso que los responsables de todo ello, las deben pagar todas juntas y a los cargos de rebeldía, sedición, malversación de fondos públicos y desobediencia tendrán que sumar esas muestras de odio, desprecio y desprestigio hacia nuestro país.
Al menos, poco a poco, las dudas que formulábamos hace días, se van desvelando:
-Puigdemont renunció al asilo cuando comprendió que no obtendría y lo que pretende ahora es alargar el proceso judicial tanto como le sea posible y, al menos, hasta que se cierre el proceso electoral.
-La justicia española está actuando mesuradamente y adaptándose a la propia actitud de los encausados. Visto lo visto no deberá sorprendernos si al final acaban todos ellos en la cárcel incluso quienes de momento se han visto liberados previo pago de una fianza más que asequible, sobre todo si se pagan con fondos públicos.
-Los Mossos siguen vagueando aunque ahora lo hagan a las órdenes del Ministro del Interior.
-Los funcionarios de la administración catalana (250.000 más o menos) parece que funcionan con normalidad a las órdenes de los respectivos ministerios.
-Las 'embajadas' han cerrado sus puertas, excepto la oficina en Bruselas cuyo objetivo era captar fondos estructurales y de cohesión, igual que hacen las restantes oficinas autonómicas de otras regiones españolas, europeas y mundiales. Mucho menos presentable me parece la noticia que ahora se desvela de que algunas de aquellas 'embajadas catalanas' habían estado cobijadas en dependencias de la Embajada de España tales como oficinas culturales, comerciales o en el Instituto Cervantes.
Las grandes dudas que siguen abiertas son la actuación de los 700 alcaldes de otros tantos municipios separatistas y la actividad de los cerca de dos millones de votantes independentistas. Los primeros, con sus varas, hicieron su circo en Bélgica. Los segundos lo hicieron, muy desinflados, en la reciente huelga general, una huelga atípica, sin obreros, protagonizada por 'ninis' y malos estudiantes.
Habrá que ver cómo reacciona Cataluña el 21-D. Si ganan los unionistas, tendremos calma por algún tiempo. Si lo hacen los independentistas, confiemos que hayan comprendido la lección: la Constitución debe ser aplicada, la justicia actuará y las cárceles siguen teniendo plazas.