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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 14:11

Ayudar a las familias de los enfermos

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Casimiro López. Obispo de Segorbe-Castellón.

En la fiesta de la Virgen de Lourdes, el 11 de febrero, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo, centrada este año en la familia del enfermo. Cuando una persona enferma, toda la familia enferma.

Toda persona vive normalmente en una familia y, cuando cae enferma, toda la familia se ve afectada y alterada en su ritmo de vida: unas sacrifican parte de su vida social y profesional para atender al enfermo; otras lo abandonan o soportan como una carga.

En la enfermedad de uno de sus miembros toda familia necesita ayuda y apoyo. La familia ha sido siempre el ‘hospital más cercano’ (papa Francisco). Y la comunidad cristiana está llamada a acompañar a la familia del enfermo, encarnando las actitudes y el comportamiento de Jesús.

El Señor ‘atiende’ a los enfermos y a sus familias. Jesús no pasa de largo ante los familiares angustiados que acuden a Él pidiéndole ayuda. Los evangelios recogen el grito estremecedor de padres y madres que se acercan a Jesús pidiendo su intervención. Recordemos, entre otros casos, a Jairo que “le suplica con insistencia: Mi hija está a punto de morir: ven, impón tus manos sobre ella, para que se cure y viva. Y Jesús se fue con él” (Mc 5, 22-24). Jesús no permanece insensible a esta súplica. Comprende la angustia de ese padre y le ofrece la curación que es signo del Reino de Dios que llega.

Jesús ‘reconforta’ a las familias destrozadas por la enfermedad. Así le gritan a Jesús los familiares de un endemoniado: “Si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros” (Mc 9, 22). Jesús comparte su sufrimiento y les reconforta. Cuando se encuentra con aquella madre viuda que llora a su hijo, Jesús se preocupa, antes que nada, de infundirle consuelo y esperanza. “Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores” (Lc 7, 13). Y a Jairo le dice: “No temas, solamente ten fe” (Mc 5, 36).

Jesús ‘despierta la fe de la familia’ del enfermo. Su primer regalo es infundirles de nuevo la fe y la confianza en Dios. Su actitud es siempre constructiva, de fe honda en Dios. Jesús pide a Jairo que recupere su fe y se libere de miedos y temores (Mc 5, 36). Jesús entabla con la madre cananea un diálogo que sirve para que aquella mujer pueda mostrar toda su fe. “Mujer, grande es tu fe, que te suceda como deseas” (Mt 15,28).

Jesús ‘restaura la vida familiar’, devuelve a los enfermos sanados a su familia, para restaurar la paz y la alegría familiar. No solo resucita al joven muerto en Naim, sino que, una vez incorporado, “se lo dio a su madre” (Lc 7, 15). No solo cura al paralítico de Cafarnaúm, sino que lo introduce de nuevo en la vida familiar: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa” (Mc 2, 4). Jesús busca llevar también la salvación hasta el hogar del enfermo, para que en él se anuncie la Buena Noticia de Dios. Así dice al endemoniado de Gerasa: “Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti” (Mc 5, 19).

Jesús llama a ‘caminar hacia una familia más fraterna’. Jesús quiere una familia más fraterna, donde reine el amor y el servicio al otro, especialmente al más pequeño y al enfermo. Corrige, por ello, a los hijos que se desentienden de sus padres, se acerca a los enfermos que viven sin familia y acoge a los que están solos, e invita a sus seguidores a hacer lo mismo.

A ejemplo de Jesús, el amor a los enfermos y la atención de sus familias no puede faltar nunca en la oración y en la misión de nuestras comunidades cristianas.