Juan Giner. Militar en la Reserva e Investigador Histórico.
Cuando un Estado como el nuestro busca continuamente la razón de los nacionalismos, no se da cuenta que es el fruto de su propia decadencia, pues de lo contrario si su discurrir fuera efectivista y felizmente futurible terminaría por desnutrir y reabsorber todo intento secesionista.
Nos falta, o mejor les falta a nuestros políticos, aquel término acuñado por Ortega y Gasset del "entusiasmo constructivo ", en definitiva, es la ausencia de ‘argumento’ donde se soslaya el punto de partida, se desconoce el camino a seguir, y lo más grave, se ignora dónde nos lleva el continuo dislate político e institucional, y sin tener el horizonte clarificado de nuestras pretensiones y posibilidades estamos llamados al total fracaso. Solamente el rearme ‘moral’ como motor e impulsor de una ética general de lo ‘nuestro’ puede reconducir a esta Nación al lugar que le corresponde, pero cuando la indignidad acuñada y adueñada en la clase dirigente se hace patente ante los ojos del ciudadano de a pie, el punto de inflexión es difícilmente reversible.
Asistimos hoy a una ‘España que es’ y no a una ‘España que puede ser’ quedando descalificado cualquier argumento que pretenda justificar desde las más altas instancias las posibilidades de nuestra patria, fraguándose los discursos ante una total falta de principios éticos y morales .
¿Tenemos tiempo para reflexionar y rectificar? Quizás y sólo quizás si se arbitran con urgencia los principios justiciables que hagan posible la regeneración democrática como argumento de futuro de esta ‘España que es’.
