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martes, 3 de diciembre de 2024 | Última actualización: 19:08

Castellón rinde homenaje a las víctimas de la tragedia del Cine de la Paz, fallecidos por una broma macabra

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21 niños y un soldado perdieron la vida al escapar en estampida cuando un espectador gritó ¡Fuego, sálvese quien pueda!

La tragedia del Cine de la Paz cumplirá pronto  cien años. Un triste aniversario para un suceso que conmocionó a la capital de la Plana, hasta tal punto, que cien años después todavía se recuerda la muerte de 22 personas, 21 niños y un soldado, que trataron de salir en estampida de un cine y encontraron la muerte. Y todo por una estúpida broma. Alguien gritó: ¡Fuego, sálvese quien pueda! y desencadenó el caos. El Ayuntamiento rinde homenaje a su memoria en el mausoleo del Cementerio de San José.

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Tragedia Cine de la Paz xi1918

“¡Fuego, sálvese quien pueda!”. Tras esta aparente broma, se derivó la catástrofe que conmocionó a las vecinas y vecinos de Castellón un 17 de noviembre de 1918. Han pasado casi cien años y la tragedia, que se cobró la vida de 21 niños y niñas –de entre siete y catorce años– y un soldado de Benicàssim, Pascual Escoín, no deja indiferente a nadie. Como si de una película de terror se tratase, se proyecta en el imaginario colectivo el suceso…

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Un cine lleno en una fría y lluviosa tarde de otoño, en un Castellón de poco más de 32.000 ‘almas’, que intentaba superar la epidemia de ‘la gripe española’, conocida como ‘la cucaracha’.

Llovía, el cine estaba lleno, la mayoría eran niños. Se proyectaba el filme 'Los huérfanos del puente de Nuestra Señora'. “El primer rollo de cinta se pasó sin incidente alguno. Al finalizar éste tuvo lugar el correspondiente descanso pero cuando se reanudó la sesión hubo un pequeño problema técnico por rotura de la correa de transmisión del proyector, lo que obligó a suspender momentáneamente la sesión quedando el cine a oscuras. Para distraerse, los niños vociferaban, silbaban y pataleaban.

Ante la demora en la reanudación del film los niños cantaban “otro toro, otro otro” mientras que los del patio de butacas encendían cerillas para alumbrarse mientras cantaban.

Posiblemente fue por aburrimiento, o por el ánimo de gastar una broma que uno de los espectadores gritó: “¡Fuego, sálvese quien pueda!”. Y se desató el pánico.

La gente corría en tropel hacia una única salida (aunque había varias), la de la calle Asensi. "Empezaron a atropellarse unos a otros y cuando uno caía no le era posible levantarse, era pisoteado y aplastado por los que salían en tropel”.

Dos soldados que se encontraban en la sala trataron de ayudar a varios niños desviándolos por las otras salidas. Pero uno de ellos, Pascual Escoín, de Benicassim, destacado en el acuartelamiento de Tetuán 14 de Castellón, con un niño en brazos fue empujado por la masa humana y cayó de espaldas por la escalera, siendo inmediatamente sepultado por un montón de cuerpos lo que le provocó la muerte por asfixia. El otro soldado, cuyo nombre no figura reflejado en las crónicas de la época, sufrió heridas de consideración, pero salvó la vida”.

El relato de los hechos fue recogido en el Heraldo de Castellón, periódico local de la época. Pilar Boronat Guerola, lo recoge en su trabajo de investigación. Pone los pelos de punta.

La ciudad se movilizó, pese a las deficientes comunicaciones de la época, la noticia corrió como la pólvora, la tragedia pasó de boca en boca, toda la ciudad se daba cita en los alrededores del cine de la Paz, y los familiares buscaban desesperados a sus hijos, mientras la lluvía caía sin piedad.

“El Alcalde de la Ciudad D. José Forcada se encontraba en Madrid, por lo que el alcalde accidental D. Juan Carbó se hizo cargo de la situación y procedió a la suspensión de dos eventos que iban a tener lugar ese mismo día. El primero de ellos era la representación en el Teatro Principal de la obra “El cardenal” de Pedro Codina, cuyas localidades estaban vendidas al 100%. El segundo era un banquete ofrecido por el Círculo Mercantil en conmemoración de la firma del armisticio de la Primera Guerra Mundial”.

Los heridos fueron evacuados, faltaban medios, los más graves eran asistidos en el Hospital Provincial, y los cuerpos fueron depositados en casas vecinas que abrieron sus puertas para albergarlos y en el Ateneo Radical

Noche sin nombre, que para más señas dejó a la ciudad a oscuras (por un apagón) sumida en su tragedia.

“El Ayuntamiento tomó una serie de medidas tales como aplazar el comienzo del Curso Académico y celebró de urgencia una sesión extraordinaria en relación con el entierro de las víctimas. En ella se aprobó que la Institución corriera con los gastos generados y se diseñó pormenorizadamente el sepelio: orden de salida de los féretros autoridades civiles, clero…

Mientras tanto en el Hospital Provincial se efectuaron las autopsias que determinaron que la totalidad de los fallecimientos lo había sido por asfixia. Incluso la del soldado Pascual Escoín, que en un principio se pensó que quizá había fallecido por fractura de la base del cráneo debido a la caída se determinó que, asimismo, lo había sido por asfixia.

Una vez finalizado este penoso trámite, las monjas del Hospital forraron de blanco las paredes de la sala donde se situó la Capilla ardiente, con todos los féretros cubiertos por encima con flores blancas.

Tragedia Cine de la Paz 2 xi1918

La gente, desgarrada de dolor, fue a rendirles su último homenaje.

La Ciudad fue cubierta de crespones negros.

El entierro se fijó para las tres de la tarde del día 19 de noviembre de 1.918.

La comitiva debía partir a las 14,30 de la Casa Capitular.

Las campanas empezaron a tocar a muertos a las 6 de la mañana en la Iglesia de Santa María y no dejaron de tañer en todo el día en señal de duelo”.

La misma autora describe en su estudio de investigación el entierro, que recorrió las calles de a ciudad hasta llegar al Hospital Provincial. Las imágenes han sobrevivido a los años, y no dejan de causar un enorme estremecimiento y angustia que no se ha superado con el paso del tiempo.

La tragedia fue tan enorme que además de conmocionar a la ciudad, llegó a todos los rincones de la península, de forma que comenzaron a llegar los mensajes de pésame, entre ellos, “el propio Rey D. Alfonso XIII mandó un telegrama de condolencia al Alcalde. Según los medios escritos de la época “incluso llegó a recibirse algún telefonema”.

Se recibieron numerosas cartas de todos los Ayuntamientos de la Provincia así como de otras ciudades españolas, solidarizándose con las víctimas de la tragedia”.

Cementerio San Jose Castellon

Las víctimas fueron enterradas en el Cementerio de San José, “en un mismo panteón situado en el primer cuadro a la izquierda. Allí figuraba una inscripción en la que se decía que en ese lugar estaban enterradas las víctimas del Cine la Paz. Los nombres de los fallecidos figuraban distribuidos en dos columnas”.

Dicen que lo peor que puede ocurrir no es solo la desgracia, sino el olvido. La tragedia del cine de la Paz no ha quedado relegada en la memoria e incluso los más mayores recuerdan haber vivido el recuerdo de sus familias con el corazón encogido… pero los nombres de aquellos niños no ha soportado el paso del tiempo, como bien cuenta Pilar Boronat.

El mausoleo permanece en el camposanto, donde algunos todavía se paran a mirarlo… algunos lo relacionan con el suceso, otros pasan de largo…

En recuerdo a las víctimas, el Ayuntamiento rinde homenaje mañana, a las 12 horas, con una ofrenda floral en el mausoleo. El paso del tiempo ha deteriorado de tal manera las inscripciones de los fallecidos que a día de hoy son prácticamente ilegibles. En vista de ello, el consistorio ha restaurado las lapidas y ha reparado las partes del monumento más dañadas.

Fuentes: El Heraldo de Castellón

'La Tragedia del Cine de la Paz' Pilar Boronat Guerola