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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 20:23

Historia de la bicicleta (I)

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

Hola a todos. Fin de semana sí y otro también, vemos como miles de vecinos de todas las localidades de la provincia, entre los cuáles me incluyo a veces, salen a devorar kilómetros en bicicleta, ya sea de carretera o de montaña. Gracias a la geografía de nuestra zona, podemos disfrutar de parajes increíbles relativamente cerca, y combinarlos con almuerzos ciertamente copiosos que sirven para recuperar la energía perdida. La bicicleta es una parte de la vida de los castellonenses, así que desde aquí le haremos un homenaje contando su historia.

Las primeras apariciones de un aparato similar a la bicicleta se producen en las primeras grandes civilizaciones. Ya en el Antiguo Egipto se fabricaron artefactos rudimentarios compuestos por dos ruedas unidas por una barra, y también en China apareció un artilugio muy similar, con ruedas hechas de bambú. Sin embargo, el primer prototipo que realmente se asemeja a la bicicleta proviene de uno de mis ídolos científicos, Leonardo da Vinci. Alrededor del año 1490 escribe la obra ‘Codex Atlanticus’, donde se puede ver un boceto de algo similar a una bicicleta, y con una transmisión de cadena impulsada por unos pedales, sorprendentemente cercano al sistema actual. Sin embargo, estos dibujos fueron dispersados por el tiempo y quedaron recopilados sin orden ni concierto en la biblioteca Ambrosiana de Milán, hasta su descubrimiento en los años 60.

Sin embargo, hablando históricamente podemos situar el primer antecedente conocido de la bicicleta en el velocípedo de Karl von Drais en 1818, la draisiana. El tatarabuelo de las bicicletas estaba hecho en madera y la idea fundamental consistía en un carrito de dos ruedas, dispuestas una delante de la otra con un manillar, mientras que la persona iba sentada sobre un sillín rudimentario también de madera. Para conducir, el conductor tenía un apoyabrazos donde podría controlar a través de una barra de madera unida a su rueda delantera la dirección hacia la cual quería girar. El sistema para avanzar consistía en impulsarse alternativamente con el pie derecho y luego con el izquierdo, de manera similar al que utilizan hoy en día las bicicletas pensadas para los niños pequeños. La draisiana podía alcanzar la misma velocidad que un coche de la época, algo realmente temerario si pensamos que no llevaba frenos. Por otro lado, no quiero pensar cómo acabaría después de un pequeño paseo por las carreteras y caminos de la época, ya que el vehículo carecía totalmente de cualquier sistema de amortiguación y las ruedas ni siquiera tenían cámaras, por lo que todos los impactos que pudiera sufrir en su camino se transmitían al conductor.

 En 1830, el escocés Kirkpatrick Macmillan introduce los pedales traseros en el velocípedo.  Con este sistema hizo sus pruebas, cubriendo un tramo de 65 km a una velocidad media de 13 km/h, algo impresionante para los baremos de la época. El primer productor de estos prototipos fue Thomas McCall, de Kilmarnock en 1869, inspirado ya en los modelos de velocípedos franceses.

La semana que viene introduciremos el camino hacia la bicicleta moderna. Comentarios abiertos, como siempre. Saludos a todos.