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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:18

Ya lo decía Churchill

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Rafa Cerdá. Abogado.

“La Política es más peligrosa que la guerra, pues mientras en la guerra sólo se muere una vez; en política se puede morir más de una vez”. Esta sabia y, al tiempo lapidaria, sentencia del antiguo primer ministro británico Winston Churchill, resume a la perfección la súbita posición a la que se han visto abocados ciertas figuras políticas.

El ejemplo por antonomasia es el propio Presidente del Gobierno, expulsado por su propio partido en aquel lejano octubre de 2016; Pedro Sánchez reconvirtió su muerte política en una lanzadera hacia el poder, con el respaldo de la militancia en las primarias del verano de 2017 y el triunfo de la moción de censura contra Mariano Rajoy en junio del pasado año.

Bien es cierto que, hasta la fecha, ningún Gobierno desde 1978 se ve respaldado por un grupo parlamentario minoritario en el Congreso de los Diputados, y sus posibles aliados dejan hacer al líder socialista más ‘contra’ el Partido Popular, que por acuerdo de una agenda de acción programática coherente.

Pero hablamos de poder, y de quién parten las decisiones que afectan a la totalidad de la ciudadanía, recibe el nombre de Pedro Sánchez. En clara contraste, la todopoderosa Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ve peligrar su pedestal cada día con mayor beligerancia. Perdió contra Sánchez durante el proceso de primarias dentro del PSOE, se vio arrinconada al papel de dirigente territorial por un Pedro Sánchez, que a pesar de las apariencias, no olvida el papel protagonista de Susana Díaz en la gestación del golpe interno que le removió temporalmente de la Secretaría General del Partido Socialista. Ganadora en número de escaños, pero derrotada en aritmética parlamentaria (sólo la conjunción Partido Popular, Ciudadanos y Vox aúna una mayoría estable), la otrora intocable Presidenta dará paso al primer Gobierno no socialista en casi cuarenta años de régimen autonómico andaluz.

¿Volverá a desempeñar una influencia tan  importante como la que poseyó en épocas pasadas? El tiempo tiene la última palabra. Quizás, si Díaz abandona la táctica como técnica, y elabora una estrategia a largo plazo (sólida en lo que respecta a ideario político, y sensata referente a la crisis territorial que afrontamos), revierta su precaria situación,  consiguiendo un hipotético protagonismo en un Partido Socialista Obrero Español que no ha zanjado sus disputas internas. El poder de la Moncloa acalla cualquier atisbo de crítica, aunque sólo por el momento.

¿Qué le queda a la casi cesante Presidenta de la Junta de Andalucía? De momento un claro vacío de poder. Institucional y político. Su papel dentro del socialismo andaluz se cuestiona por parte de ciertos sectores; en un plazo inmediato, si consigue erigirse como líder de la oposición frente a un tripartito de centro derecha que protagoniza una alternancia de poder por primera vez en Andalucía, silenciando a la líder del Podemos Andaluz, Teresa Rodríguez, a lo mejor, con suerte y habilidad, consigue lo que hoy parece imposible: volver de una ‘muerte’ política. Ya lo decía Churchill.