Rafa Cerdá Torres. Abogado.
Hace unas semanas comentábamos, la gran densidad de acontecimientos que están caracterizando al año 2013. Finalizado el primer trimestre de este año, la última dictadura estalinista del planeta, en Corea del Norte, apuntala su estela de locura y amenazas con el pase a la situación de estado de guerra respecto a las relaciones con su vecino, Corea del Sur. No puede haber dos países con un destino más dispar, Corea fue dividida en dos entidades políticamente independientes como consecuencia del conflicto bélico que tuvo lugar a principios de la década de los años 50 del pasado siglo. Con la finalidad de mantener un 'estatus quo' en el lejano Oriente, y con la Guerra Fría como telón de fondo, la URSS y los Estados Unidos, acordaron la división de las dos Coreas.
Desde entonces, una saga de tiranos ha segado toda posibilidad de desarrollo y viabilidad social de su pueblo, convirtiendo a un país en un inmenso campo de concentración. A base de matar de hambre a millones de personas, la tiranía comunista ha basado su fuerza en un programa nuclear que exhibe a la comunidad internacional, como baza de obtener recursos para seguir subsistiendo. El trato es fácil, Corea del Norte obtiene recursos materiales de países como China, Estados Unidos o Japón, los cuales temen las nefastas consecuencias del uso del potencial atómico en poder del Gobierno norcoreano.
No he visto, por mucho que he buscado y también he esperado, la reacción de los defensores de la libertad y de los derechos humanos; los valientes y aguerridos grupos que protestan ante las embajadas de los países que amenazan con la guerra, o que agreden el Derecho Internacional, o fletan barcos para socorrer a los sufridos ciudadanos amenazados por la tiranía. Nadie. Ni uno. Eso sí ante cualquier movimiento de tropas o acción bélica llevada a término por soldados norteamericanos, o israelíes, y las protestas, manifestaciones y demás altercados reivindicativos, no tardarán en aparecer.
El concepto de libertad de una parte de la izquierda, produce que se defiendan a verdaderos monstruos. Todo lo que lleva la impronta de una democracia occidental es objeto de condena. Lo demás, por mucho que provenga de dictaduras comunistas o totalitarias islámicas, es objeto de un leve susurro de condena, si es que se molestan en susurrar. Los gritos sólo contra los yanquis y contra los pérfidos israelíes. Parece que para esta mediática gente, morir de forma violenta no es lo importante, lo determinante es a manos de quién se muere para ser objeto de su atención. Millones de personas amenazadas por un tirano loco y su amenaza de usar armas atómicas, y nadie dice nada.
Defensores de la libertad: ¿dónde están?...