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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:57

Corralito ‘Made in Spain’

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Santiago Beltrán. Abogado.

El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaüble, contradiciendo al Presidente del Eurogrupo, el holandés Dijsselbloem, ha afirmado categóricamente que los depósitos bancarios en la Eurozona están garantizados y que el caso chipriota no es exportable a otros países, ya que se trata de una situación única y especial. Nuestro Ministro de Economía, Luís de Guindos, en el mismo sentido que el teutón, dijo recientemente, que los depósitos por importe inferior a los cien mil euros son sagrados, que los ahorradores españoles pueden estar tranquilos y que en los rescates de otros países como Portugal, Grecia e Irlanda no se ha actuado como con Chipre y su corralito.

Sinceramente, después de leer y escuchar tan contundentes declaraciones de los máximos responsables de las finanzas de la primera y cuarta economía europea, respectivamente, la primera reacción no puede ser otra que echarse a temblar. Sobre todo en el caso español.  La segunda impresión que provoca es peor aun que la anterior, y entramos en el debate interno de desentrañar si quienes nos gobiernan son simplemente unos inútiles o, como ha dicho Cascos de Montoro, unos mentirosos compulsivos.

Para llegar a una de las citadas conclusiones, que sin la necesaria explicación se antojan arbitrarias, solo tenemos que analizar el caso de nuestras participaciones preferentes (PP) en Bankia, por poner un ejemplo de latrocinio institucionalizado.

A estas alturas de la película, a ningún ciudadano español se le oculta, por desinformado o politizado que esté, que los titulares de este malévolo producto financiero solo querían contratar un depósito bancario.

Salvo los expertos en economía bursátil y bancaria (y que se sepa, éstos nunca las contrataron), nadie en este país podía imaginar que cuando suscribía unas PP realmente compraba un producto financiero de alto riesgo, caracterizado por su complejidad (es el eslabón perdido entre las acciones y los depósitos), por la inexistencia de un vencimiento determinado (solo el banco o la sociedad emisora podía cancelarlo a partir del quinto año), de escasa liquidez (se recupera al dinero invertido si se encuentra comprador en el mercado secundario), y cuyo capital no está garantizado (el Fondo de Garantía de Depósitos no cubre las PP).

Imagínense que alguien va a su Caja de Ahorros a depositar los ahorros de su vida, y que confía plenamente en el empleado de la entidad, por lo general amigo o muy conocido; que solo quiere dejar su dinero tranquilo y seguro como garantía de futuro (por lo que más adelante pueda ser necesitado) y que si le pueden pagar unos intereses algo superiores a los de la libreta de ahorros o cuenta bancaria mejor que mejor. Piensen por un momento, que el empleado aprovechado (las comisiones de venta bien merecen una descuidada información), te ofrezca un producto novedoso de enorme rentabilidad, seguro y garantizado (y para clientes privilegiados). Comprueben a continuación como, el ahorrador confiado, inconsciente de lo adquirido, tras un breve período de tiempo, pretende recuperar la inversión, para atender cualquier urgente necesidad, y le pide a su consejero financiero que no le renueve el depósito (la lámina) por precisar el dinero. Es entonces cuando la realidad de la estafa comienza a materializarse (porque aun estamos en la primera fase), y el ahora reconvertido empleado de banca en sencillo subordinado, totalmente irresponsable de su actuación falsaria originaria, sin pedirte disculpas, te recrimina y recuerda que es el cliente el que quiso beneficiarse de un producto sumamente rentable, cuando podía contentarte con los depósitos de toda la vida, y ahora se atreve a pedirle explicaciones, pretendiendo la osadía de que le devuelvan el dinero, cuando ya no existe mercado secundario por culpa de la crisis económica mundial, que tampoco ellos (pobres bancarios) han provocado. Sin embargo, como tienen un corazón enorme y el ahorrador continúa gozando de su amistad, a pesar de las suspicacias iniciales, pueden ofrecerle una solución única y por tanto extraordinaria: canjear PP por acciones, evidentemente a un precio de cotización infravalorado, con una rebaja del precio de venta a un año vista del veinticinco por ciento de su valor de compra. Conseguido el canje culmina la segunda fase de la confiscación.

Únicamente queda que el Gobierno nacionalice la entidad de la que involuntariamente se ha convertido en accionista (antes la transformaron en Banco cuando era la Caja de Ahorros de toda la vida, sin pedir opinión alguna), que la introduzcan prematuramente en el selectivo del Ibex 35, que no defiendan su cotización de los ataques de los especuladores hasta su completa destrucción (pasar en dos días de pérdidas de más del 40% a ganancias de más del 30%  es el resultado de lo que decimos) y que su valor desaparezca hasta quedar en nada (su cotización ha pasado de junio de 2011 a hoy, de 3,75 euros por acción a un céntimo). El remate final, lo culminará la recapitalización de 15.540 millones de euros, prevista para mayo de 2013, en la que nuestro ahorrador no podrá participar, por obvias razones de falta de tesorería (recordemos que todos sus ahorros eran los invertidos inicialmente).

Bien, como resumen, hemos podido averiguar cómo los noventa mil euros que tenía nuestro maltrecho inversor en un principio, apenas hoy significan tres mil euros y dentro de un mes, menos de trescientos.

Llegados a este extremo, debemos plantear las siguientes preguntas: ¿están garantizados los depósitos bancarios en España, Sr. Schaüble?; ¿son en verdad sacrosantos los ahorros de los españoles por debajo de los cien mil euros, Sr. de Guindos?; ¿en qué galaxia viven Uds.?; ¿son únicamente unos ignorantes o más bien unos mentirosos compulsivos?; ¿qué clase de corralito son las PP patrias?

El artículo 33 de la Constitución Española garantiza (?) que nadie pueda ser privado de sus bienes y derechos, salvo por causa de interés social y utilidad pública, mediante el pago de la correspondiente indemnización.

El Gobierno español y europeo, lejos de defender los intereses y derechos económicos de sus ciudadanos, los dejan indefensos  y permiten (sino promueven) que sean confiscados impunemente, sin que se les caiga la cara de vergüenza y a mayor escarnio, alardean de posición económica solvente, con una desfachatez insoportable.

Así nos va.