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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:28

Quo vadis, Rajoy?

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Santiago Beltrán. Abogado.

Responder esta pregunta, supone dar por asumido que existe un camino que debe ser recorrido y que nuestro guía conoce donde nos lleva. Y no solo eso, sino, sobre todo, que el destino es el que los españoles esperamos. Hasta el momento lo único que sabemos es de donde venimos, que el punto de partida donde nos dejó el anterior conductor, era paupérrimo y que los que le sustituían en su partido daban nulas garantías de distinguir  algo tan sencillo, como el norte del sur.

España cambió el piloto y al equipo entero, creyendo no solo en la positiva experiencia pasada, sino en un programa de legislatura que nos llevaría a la solución de los problemas económicos. Una vez más la derecha liberal española al rescate del país y sus ciudadanos.

Nos avisaron que el camino estaría plagado de dificultades, pero que las reformas que iban a ponerse en marcha lo allanarían más allá de las innumerables piedras y socavones que encontraríamos, en forma de agencias de calificación, prima de riesgo, déficit público, desempleo, rescates bancarios, crédito paralizado, y un sinfín de conceptos macroeconómicos que hemos incorporado a nuestro vocabulario, discutiendo de los mismos como si fuéramos verdaderos expertos financieros.

Lo que nadie nos anticipó es que nada más comenzar la andadura nos sacarían de la ruta prometida y nos llevarían por senderos de montaña y caminos de cabras. A pesar de lo cual, nos volvieron a insistir que tras el horizonte estaba nuestro objetivo. El lugar donde nos darían cobijo, y la realidad de un trabajo, una vivienda, y un futuro.

Dieciséis meses después hemos perdido la visión del bosque. Los árboles nos impiden ver la senda, la espesura nos va dejando su marca, nos estamos agotando por momentos  y lo peor es que vamos perdiendo compañeros de fatigas. Por cierto, en esta trágica aventura a todos no toca pagar la fiesta, pero la inmensa mayoría nunca pidió ser invitada ni disfrutó de la misma.

Nuestro Moisés está flojeando, perdiendo las tablas por momentos, sus más aventajados discípulos están alicaídos, desorientados y confusos. Como los anteriores dirigentes llenos de eufemismos, ocultando la verdad de los que se nos viene encima y demostrando que no tienen capacidad de conducirnos donde prometieron. Y a nosotros, por desgracia, no se nos abrirán las aguas del Mar Rojo, por intervención divina, para salvarnos el pellejo de las políticas merkelianas y sus hombres de negro.

Los últimos datos de la EPA son devastadores. La ocupación ha bajado en el primer trimestre de 2013, en 322.300 personas, hasta un total de 16.634.700. El número de parados crece en 237.400 personas y alcanza la cifra de 6.202.700. La tasa de paro se incrementa 1,14 puntos, hasta el 27,16%. La tasa de variación trimestral del empleo es del –1,90% y la tasa anual del –4,58%. La ocupación disminuye en 71.400 personas en el empleo público y en 251.000 en el empleo privado. Hemos perdido 9.900 trabajadores autónomos y 22.100 trabajadores independientes o empresarios sin asalariados. El total de asalariados con contrato indefinido baja en 118.400 y el de asalariados con contrato temporal lo hace en 194.400. La ocupación desciende en 170.500 personas en los Servicios, en 66.800 en la Industria, en 60.900 en la Agricultura y en 24.200 en la Construcción.

Hemos perdido más de un millón de empleos desde que Rajoy nos gobierna y el viernes nos advirtieron que hasta finales de 2015, cuando finalice la legislatura, salvo acontecimientos extraordinarios y ahora impensables, no seremos capaces de crear empleo y reducir la sangría. Los siete millones de desempleados han dejado de ser una quimera y como en la mitología griega, este monstruo que vomita llamas y tiene mil  cabezas promete arrasar con todo.

¿Quo vadis, Rajoy? Quizás como espetó Groucho Marx hayamos salido de la nada para alcanzar las más altas cotas de miseria, y para evitarlo no nos quede más alternativa que cambiar de camino, de guía o bajarnos en marcha.