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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 12:24

Valencia CF: ¿Equipo o empresa?

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Miguel Bataller. Ciudadano del mundo y jubilado

Vuelve al primer plano del panorama futbolístico español el Valencia y se desatan las controversias entre sus propios socios y aficionados y en general entre todos los aficionados al fútbol español.

El empresario de Singapur que lleva invertidos 196 millones de euros en el proyecto deportivo del Valencia, cansado de las actitudes y discrepancias creadas y alimentadas  por el entrenador del Valencia, Marcelino, le destituye en el momento menos adecuado, a tres días de enfrentarse al Barcelona en el Camp Nou y a una semana de debutar en Londres contra el Chelsea en la Champions.

Los defensores de Marcelino, amparados en la evidencia de los resultados conseguidos por el asturiano en sus dos temporadas en el Valencia, critican profundamente al dueño de las acciones del Valencia (muchos tenemos unas pocas, pero él tiene una mayoría apabullante) por su decisión.

A mí, como accionista del Valencia, ex socio y siempre valencianista de corazón (sentimiento blanco que comparto con el amarillo del Villarreal) también me duele que le hayan destituido porque había construido un buen equipo unido y aglutinado alrededor de las ideas de su entrenador y que si bien ha conseguido un  título de Copa como algo excepcional, sus dos clasificaciones para Champions son lógicas e incluso exigibles al tener el cuarto presupuesto entre los equipos de Primera División.

Pero como hombre de empresa y después de haber sido ejecutivo durante muchos años en una empresa en la que no formaba parte de su accionariado pero si de su equipo gerencial, entiendo perfectamente al Sr. Lim y nunca entenderé las actitudes de Marcelino, cuestionando las decisiones económico-financieras del propietario, que es quién la paga religiosamente sus salarios y primas.

El Valencia fue un equipo de futbol, lamentablemente la pésima gestión de sus directivos valencianos (salvo raras excepciones, como la del Sr. Tuzón) se tuvo que convertir en Sociedad Anónima Deportiva legalmente, para regular su balance y lo que siempre había sido “UN SENTIMIENTO” pasó a ser una “EMPRESA”.

Como tal, pasó mil y una vicisitudes y tuvo buenos y malos Presidentes, excelentes y deplorables gestores, para acabar al borde de una quiebra total, de la que le salvo el Sr. Lim, ya que nadie hizo una propuesta más adecuada para salvar la supervivencia del equipo con una importante aportación de capital inicial, con ampliaciones posteriores, hasta completar los 196 millones actuales.

Este señor, desconocedor del mundo del futbol, pero sin la menor duda un excelente empresario, se vio asesorado  en su proyecto deportivo de Meriton, por su amigo y socio Méndez, un intermediario muy conocido en el mundo del futbol y lamentablemente los primeros años al frente del equipo, ni tuvieron la menor rentabilidad deportiva ni económica yendo de “Herodes a Pilatos” para acabar cada año, en un fracaso lamentable, hasta que se fichó como Director Deportivo a Mateu Alemany, que en apenas dos años ha reestructurado todas las facetas deportivas, empezando por el primer equipo al que trajo a Marcelino, sin duda un buen entrenador pero con un carácter muy especial y muy poco sentido de empresa.

Exigente en las inversiones con nuevos jugadores, pero poco predispuesto a las desinversiones o traspasos cuando se han revalorizado de una manera importante esas inversiones.

Y con muy poca predisposición a rentabilizar las inversiones de base como es la Academia del Valencia.

En el Villarreal sí lo hizo y por eso dio la alternativa en el primer equipo a muchos jugadores de la cantera que e consagraron gracias a él, en el primer equipo o fueron encontrando acomodo en otros equipos de Primera o Segunda División, probablemente porque el equipo amarillo no tenía la exigencia de clasificarse para Champions League cada año.

Por eso su gestión fue prolongada en el tiempo, aunque también acabara destituido, a principios de temporada hace muy poco tiempo, a causa de su carácter y sus choques con la propiedad.

En definitiva un buen gestor deportivo, pero un difícil compañero de viaje como entrenador de  una Sociedad Anónima Deportiva  a medio y sobre todo a largo plazo.

El año pasado Kang Li ya apuntaba unas cualidades innatas para la práctica del futbol y apenas le dio unos minutos en el primer equipo, donde tuvo momentos brillantísimos como en la eliminatoria frente al Getafe.

También Ferrán Torres cumplió con notable decoro y tuvo bastantes más minutos, cumpliendo perfectamente.

Lato, internacional en todas las categorías hasta la sub 21 apenas contó con minutos y este año ha salido cedido y para cubrir su baja se repesca a un Jaume Costa cedido del Villarreal a sus casi treinta años.

Y encima se empeña en traer a un Rafiña, excelente jugador que ha pasado un calvario de lesiones en os últimos dos años y acaba de lesionarse en el Celta en la primera semana de entrenamientos.

Lim, insiste en que en vez de Rafiña hay que darle oportunidades  al mejor jugador del mundo sub 20 de la temporada pasada  (Kang Li) y al mejor jugador europeo sub 19  (Ferrán Torres) y yo lo veo muy comprensible.

Marcelino se preocupa de su curriculum profesional y Lim de rentabilizar sus inversiones, antes de seguir invirtiendo.

En un momento de mi vida profesional, yo me vi en una situación parecida (no igual) a la de Marcelino, porque yo veía el futuro de la empresa a la que pertenecía de una manera y la propiedad de otro modo distinto y presente mi dimisión.

Cuando los empresarios se sentaron conmigo para abordar el tema, mi respuesta fue muy sencilla y elemental:

“Me voy porque para mí, las soluciones que ustedes ven mejores para el futuro de la empresa, no solo no son las adecuadas, sino que acabaran llevando a la empresa a la quiebra.

Pero eso es mi opinión y estoy convencido de que ustedes quieren lo mejor para su empresa y son ustedes los que arriesgan su capital.

Como tan equivocado puedo estar yo como ustedes, lo lógico es que ustedes se equivoquen con sus ideas no que paguen mis errores”.

Cuando me dijeron, porque no les reclamaba ninguna indemnización, les dije que gracias a ellos yo tenía un valor en el mercado que nunca hubiera tenido sin trabajar en su empresa, y les estaría eternamente agradecido.

Nos dimos un abrazo y seguimos siendo excelentes amigos hasta que lamentablemente murieron.

La empresa aún subsistió algo más de dos años.

Por lo visto la actitud de Marcelino es diferente.

Lo siento por él, pero le comprendo.

Él no se ha ido, ha esperado y provocado que le enviaran.

Se irá con una buena indemnización, pero dudo que se vaya orgulloso de sus actitudes.

Y en la vida hay cosas que no se pagan con dinero.

Le entiendo a él aunque yo nunca hubiera actuado como él.

Y comprendo perfectamente a Peter Lim y le deseo toda la suerte del mundo, como se la deseo a Fernando Roig, porque sin ellos, ni el Valencia estaría donde está, ni el Villarreal pasearía con orgullo por el mundo a la ciudad y a la provincia de Castellón.

La diferencia estriba en que los aficionados del Villareal reconocen la labor del Sr. Roig, de su hijo y de su hombre de confianza José Manuel Llaneza, que siempre caminan juntos y saben gestionar muy bien una cantera que les permite vender cuando es necesario a sus figuras, para retroalimentarse y los aficionados del Valencia, nunca aceptaran o aceptaremos (porque soy uno de ellos) cuales son las limitaciones económicas o financieras, que nos obligan a tener que desprendernos de alguna figura, reemplazándola por las mejores promesas de la Academia.

Esa es la diferencia fundamental de las dos aficiones.

Hasta la semana que viene amigos.