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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Seamos serios: carta a los dioses del Olimpo

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Enrique Domínguez. Economista.

Dentro de (pocos o bastantes) días vamos a tener, por fin, gobierno. Decir esto cuando solamente hay un preacuerdo entre dos partidos que no cuentan, por ahora, con los votos necesarios para ser investidos, podría ser mucho suponer. Sin embargo, la ciudadanía no está por unas nuevas elecciones; el grado de abstención sería alto y el resultado podría dar miedo.

Me atrevo a afirmar, pues, que habrá gobierno de coalición; algo inédito para el conjunto nacional pero bastante habitual en el ámbito municipal y en algunas autonomías. El por qué no ha sido posible desde la moción de censura creo que tiene mucho que ver con el hecho de pensar que consensuar o pactar es ceder, es perder poder. Seguramente se piensa así porque se anteponen los intereses de partido a los de los ciudadanos.

También me atrevo a vaticinar que su duración será más bien corta. Con tan pocos apoyos y con una oposición que no está por la labor de consensuar o, sencillamente, no quiere saber nada de los demás partidos, es difícil que los temas importantes para el país y su futuro puedan ponerse en marcha; ni discutirse, seguramente.

Por eso, ¿qué se le puede pedir al nuevo gobierno? Los puntos que figuran en el preacuerdo podrían ser aceptados por otros partidos; pero, siendo los partidos que los han suscrito, se echa mano de la hemeroteca y aparecen toda clase de puntos negros y de temores, más o menos infundados o con bastantes dosis de certeza.

Por tanto, creo que es imprescindible una fuerte dosis de inteligencia y de capacidad de consenso y, por eso es de todo punto necesario ser serios. Y esa seriedad ya no vale pedírsela a los reyes magos sino a los dioses del Olimpo.

Algo fundamental para la provincia y para el país es el preparar a ambos para los retos futuros que va a imponer, por ejemplo, la digitalización y la robotización; el cambio que ello va a suponer en el mercado laboral, la preparación que va a comportar, los nuevos empleos que aún se desconocen, la imprescindible dotación de medios y de personas que incidan tanto en la investigación básica como en la aplicada.

Tenemos unos sectores económicos maduros que precisan diferenciarse por la calidad y no solo por los precios, bajos en comparación con sus competidores, a los que facturan. Tenemos un sector turístico con ideas que no llegan a plasmarse en realidades. Tenemos una formación profesional y universitaria a la que le cuesta adaptarse rápidamente a las necesidades cambiantes, cada vez más, del entorno.

¿El gobierno que surja puede conseguir todo eso que es necesario para nuestra economía? ¿Va a lograr aprobar unos presupuestos que, tímidamente, vayan en esa línea? Para qué repetir la lista de necesidades que año tras año aparecen escritas y que apenas se ponen en marcha.

Tenemos una fiscalidad que adolece de demasiadas exenciones y con problemas de recaudación y de eficiencia y transparencia en el gasto. Tenemos un fraude, fiscal y laboral, que se sitúa alrededor del 20-25% del PIB; si en una legislatura se consiguiera reducirlo solo cinco puntos resolveríamos bastantes de nuestros problemas.

Tenemos unas empresas que pagan más o menos religiosamente su impuesto de sociedades; suelen ser las pequeñas y medianas y algunas grandes. En cambio, otras con su ingeniería financiera y contable apenas llegan al diez por ciento; obligarles a que paguen lo que deben debería ser un empeño de cualquier gobierno, pero se dice que si eso se quiere llevar a cabo podrían trasladar su sede a otro país.

Tenemos unas entidades bancarias que fueron rescatadas y que aún deben unos cuarenta mil  millones de euros (no nos iba a costar ni un euro y salimos a más de mil doscientos por habitante); hacerles pagar un pequeño impuesto para que devuelvan, al menos, una parte se dice que se volvería contra los ciudadanos porque aumentarían sus comisiones. Otra vez falla la ética.

Tenemos, por fin, una legislación laboral que ha precarizado el empleo y que habría que cambiar. ¿Toda, en parte? Es cuestión de reflexionarlo pero no parece que pueda haber consenso y derogarla sin un alternativa no sería adecuado.

Y las pensiones. El Banco de España acaba de señalar que debería alargarse la fecha de jubilación a los setenta años. Como he oído a un experto, somos demasiado simplistas; hay actividades (médicos, maestros, etc.,) que podrían trabajar hasta esa edad y con mayor nivel de conocimientos que los jóvenes en bastantes casos; en otras profesiones (albañiles, mineros) a lo mejor deberían jubilarse mucho antes. Demasiados años lleva el Pacto de Toledo con este tema y no se hace nada.

Y problemas actuales que afectan a la provincia y al país: el Brexit, los acuerdos de la UE con Sudáfrica, Mercosur y otros; la crisis citrícola; la guerra comercial entre Estados Unidos y China y entre USA y la UE, el corredor del Mediterráneo. ¿Qué puede hacer un gobierno que tiene tan pocos apoyos? Muy poco si el resto de partidos no son capaces de pensar en el futuro de todos y no solo en alcanzar el poder y gobernar ellos.

Hace falta, ahora más que nunca, que seamos serios. Pero eso espero que los dioses del  Olimpo puedan conseguir algo porque si no...