Jorge Fuentes. Embajador de España. Con la colaboración de Cristina Leja.
Se acerca el verano y como cada año hacemos el firme propósito de leer todo lo que hemos aplazado durante los meses de trabajo. Esta vez vamos a ser firmes y devorar al menos media docena de libros. Les propondremos una amplia muestra de los que nos han interesado últimamente para que ustedes puedan hacer su propia selección final.
Los clasificaremos en los cuatro grupos siguientes:
1.- Literatura española. Algunos de nuestros primeros espadas han sacado obra en la última temporada. De Eduardo Mendoza, nos quedamos con su penúltima novela –‘Riña de gatos’- que refleja una etapa poco estudiada de la historia de España: la pre-guerra civil, teniendo como protagonistas a José Antonio, Franco, Mola, Alcalá Zamora etc. Del recién laureado Muñoz Molina –seguramente el mejor estilista actual- vale la pena leer su ensayo ‘Todo lo que era sólido’ muy en la línea de los regeneracionistas del XIX. Con ‘La ridícula idea de no volver a verte’ Rosa Montero, bajo el pretexto de hacer una biografía de Madame Curie, bucea con gran garra en la viudedad de la premio Nobel y de la suya propia. Rosa Regás da una nueva mirada a la transición y la reconciliación en una historia de amor. Después del gran acierto de ‘Anatomía de un instante’ sobre el 23-F, Javier Cercas aborda el problema de la juventud marginal en ‘Las leyes de la frontera’.
Hemos leído también dos buenas obras noveles muy recomendables: ‘Circa Sucronem’, la historia muy barojiana de un perdedor, escrita por un ganador, Guillermo Colomer y ‘Aldara y las sombras chinescas’ de Fernando Bergón, un atractivo estudio, aun inédito del conflicto entre la ambición y la renuncia a los valores estereotipados.
Ahora bien, si quieren ustedes divertirse en unos ambientes entre ‘belle epoque’ y ‘canallas’, lean el último de Pérez Reverte ‘Tango de la guardia vieja’.
2.- Para los amantes de la literatura latinoamericana, hay una alternativa a los grandes maestros García Márquez, Borges, Sábato, Cortázar, Vargas Llosa que seguro ya conocen. Se trata de leer el librito de cien páginas ‘Pedro Páramo’ que encumbró a Juan Rulfo al glorioso papel de creador del idealismo hispano. Lean a continuación alguna obra del ‘enfant terrible’ del grupo, Roberto Bolaño, rompedor, atrevido y muy moderno. No olviden a Guillermo Cabrera Infante con su ingenio para reinventar el idioma. Y acaben con la delirante historia de ‘Clara y la penumbra’ del también cubano Ignacio Somoza, un paso adelante en el mundo del arte, en que seres humanos vivos son los propios y codiciados objetos decorativos.
3.- No pueden olvidar los trabajos que nos llegan de los Estados Unidos que, con frecuencia, marcan las tendencias que luego inundarán el mundo entero. Empiecen revisando a ese par de maestros de la generación perdida, Hemingway y Fitzgerald en especial ‘Paris era una fiesta’ y ‘Tierna es la noche’. Den un paso más adelante y léanse los magníficos relatos de Truman Capote recogidos en ‘Música para camaleones’. Avancen todavía más y sumérjanse en la obra magistral de Paul Auster en la que destaca ‘El libro de las ilusiones’. Y si quieren ponerse al día, aterricen con una de las dos únicas novelas de Jonathan Franzen, ‘Libertad’ y ‘Las correcciones’, duras modernas, iconoclastas.
4.- La literatura europea reciente oscila entre la novela negra escandinava que barrió en las últimas temporadas pero que empieza a decaer tras la muerte de Stig Larsson y el fin de ciclo de Mankell, y otras corrientes más interesantes que insisten en críticas feroces de la familia tradicional, como ‘Nada se opone a la noche’ de Delphine de Vigan o el doblete de Herman Koch ‘Casa de verano con piscina’ y ‘La cena’. Superior a todas ellas es la última y genial obra de Houellebeq, ‘El mapa y el territorio’.
Pero para dejar buen gusto de boca, les recomendamos una joya recién llegada de Islandia de la mano de Audur Olaffsdottir ‘Rosa cándida’, una revisión suave del hombre-vikingo o del macho-ibérico, bajo las nuevas exigencias sociales.
Perdón por la indigestión de nombres y que pasen un feliz verano. Si les sobran novelas, pueden seguir leyendo en invierno; se les hará más llevadero.