Estos últimos días hemos visto como ciertos responsables públicos han puesto en evidencia su nulo o escaso cumplimiento de las medidas de confinamiento, en otros casos por no respetar la distancia de seguridad o incluso por no ir pertrechados con las correspondientes medidas de protección, ya sean mascarillas, guantes, o simplemente por hacer un mal uso de ellas.
Es inadmisible que el Vicepresenidente del Gobierno se haya saltado la cuarentena en cinco ocasiones para no perder su poder en La Moncloa, que el expresidente Rajoy madrugue para pasear por su barrio saltándose todas las normas de confinamiento y es temerario que un séquito acompañe a la alcaldesa de Castellón a repartir monas por los hospitales y residencias de ancianos.
Ahora, un séquito se puede considerar más de dos personas que son las permitidas para despedir a un ser querido y, digo temerario porque ni guardaron la distancia de seguridad ni cumplieron con las medidas de protección en todo momento. Es obsceno ver cómo los familiares de los ancianos que viven en residencias no pueden visitar a sus seres queridos por riesgo al contagio, y comprobar que personal no imprescindible aparece para hacerse la foto y ni que decir tiene del peligro que supone.
Una de las primeras cosas que aprendí en política es que cuando eres un personaje público debes de cuidar mucho la estética, no solo ser correcto y honesto sino además parecerlo, y desde luego el equipo de gobierno solo ha pensado en la estética para el posado de la foto, y en ningún momento en las consecuencias de sus actos, como lamentablemente nos tienen acostumbrados.