Jorge Fuentes. Embajador de España
España es un país importante y bien identificado a escala mundial. Hasta fecha reciente se encontraba en novena posición en cuanto a su PIB y aspiraba a entrar en el G7, el grupo de los 7 grandes. La deficiente gestión de las crisis del siglo XXI y el tirón dado por otros países, particularmente los de Extremo Oriente, nos han hecho caer algunas posiciones aunque aun nos mantengamos en un nivel destacado.
No en vano hemos venido siendo durante años el segundo país en recepción de turistas, poco detrás de Francia que, no lo olvidemos, tiene 20 millones de habitantes más que España y, por añadidura, contamos con grandísimas empresas multinacionales que figuran entre las mayores del mundo, tales como Inditex, Ferrovial, Telefónica, Iberdrola etc, que ganan buenas licitaciones internacionales y dominan en los principales mercados. También nuestras numerosísimas Pymes reflejan la imagen de un país emprendedor.
Sin ánimo de hacer un repaso crítico de nuestra estructura económica, destacaré los dos sectores mas vistosos de nuestro sistema, un sistema con tendencia a la formación de una bolsa de desempleados que ha venido oscilando entre el 8 y el 23% de la población activa.
Los dos sectores a los que me referiré figuran entre los mas fuertes de nuestra economía : el turismo y la automoción. Entre ellos dos y si se incluyen las empresas filiales o vinculadas a ellos, alcanzarían alrededor del 40% del PIB español.
Decir, como dijo el Ministro Garzón, que el Turismo tiene escaso valor añadido es un disparate que no apunta al centro del problema real. Tampoco la alcaldesa Colau estuvo muy acertada cuando hacía ascos a los numerosos visitantes a Barcelona.
No se trata de reducir el volumen de turistas (más de 80 millones en los últimos años), aunque quizá sí de mejorar la calidad y por ende el consumo de los visitantes para lograr que los ingresos obtenidos superaran la importantisima cifra de 77.000 millones de euros que hemos llegado a alcanzar, tarea nada fácil de lograr.
El problema no radica tanto en el sector turístico en si, sino en su relación y su peso específico respecto al conjunto de la economía del país, de forma que un sector particularmente frágil como es el turístico, dependiente del clima atmosférico, del ambiente político, de la estabilidad y seguridad nacional y, ahora vemos, que también de la situación sanitaria, debe estar inserto en una industria fuerte que representara la mayor parte de nuestro PIB como ocurre en otros paises con gran turismo como Francia, Italia, EEUU o China, en que este sector no representa mas del 8% de sus respectivos PIB.
El segundo campo al que me referiré, se encuentra también entre los principales en nuestro sistema junto con la construcción, el comercio, la agricultura y muy pocos mas. Se trata de la automoción, en que España ha llegado a fabricar tres millones de unidades al año con lo que se ha convertido en la segunda potencia europea en el sector después de Alemania y la octava a escala mundial.
También este sector ha sido muy mal tratado por el gobierno. La vicepresidenta cuarta para Transición Ecológica, Teresa Ribera, condenó la fabricación de automóviles diesel ("tiene los días contados"), no ordenó correctamente el paso de los vehículos de combustión mineral a los eléctricos lo que unido a la falta de facilidades financieras a la inversión exterior, paralizó el sector aun antes de que la pandemia redujera las ventas en un 95% y alguna gran empresa, como Nissan, decidiera cerrar su factoría en Cataluña y trasladarla a Francia.
Muy significativo es también que, un país con semejante actividad en el sector, no haya sido capaz de generar sus propias marcas como las posee Alemania, Italia, Francia o el Reino Unido (sin hablar de los Estados Unidos, Japón o Corea del Sur) y que tengamos que limitarnos a montar los modelos que diseñan otros países que se llevan buena parte del beneficio final, una actitud que recuerda el famoso "Que inventen ellos", tan criticado por la Generación del 98.
Esta idea, que parece una quimera, ha sido una realidad en otros momentos de nuestro reciente pasado en que llegamos a fabricar algunos de los automóviles mas codiciados del mundo, como fueron el Hispano-Suiza y el Pegaso. Aparte de dar prestigio internacional a nuestro sector de automoción, contar con nuestros propios modelos contribuiría también grandemente a enriquecer la marca España.
Pero por el momento, tanto en turismo como en automoción y en los restantes sectores de nuestra economía, podremos darnos por satisfechos si logramos recuperar los niveles anteriores a la pandemia. Y si somos capaces de sobrevivir los proyectos ruinosos del actual gobierno.