Enrique Domínguez. Economista
Parece que volvemos a tropezar con la misma piedra; y van… Ya es bastante viejo que los políticos y los expertos nos hablen de la necesidad de cambiar el modelo económico de la provincia, de diversificar, de invertir en I+D+i, de energías renovables, de apostar más por la calidad que por la cantidad, de pasar de dedicarse a vender lo que se fabrica a producir lo que tiene salida.
Todo son buenas palabras que, en el mejor de los casos, quedan en una estantería cubiertas de polvo, ese polvo que no se nota y que es el polvo de la indiferencia; en los peores casos, la mayoría, se las ha llevado el viento, el viento del cambio en los políticos de turno o el viento de dejar la impronta de haber querido hacer algo pero que no ha podido ser. Recuerdo haber participado en estudios de prospectiva, sobre la actividad turística, sobre un banco de datos a nivel municipal, sobre artesanía,…
La economía de Castelló se encuentra en una nueva encrucijada de la que es necesario salir, y hay que hacerlo con perspectivas de futuro. Da la impresión que en los últimos años, bastantes, se ha apostado por el laissez faire, laissez passer o, como decimos por aquí que el que estiga bé, que no es menege.
La crisis sanitaria y económica en la que estamos inmersos nos coloca en la tesitura de reconstruir los daños que los meses de paralización han causado en los sectores de la provincia. Pero, ¿solamente eso? En un reciente artículo titulado “¿Sólo reconstruir?” ya aludía a qué habría que hacer en mi opinión.
Pero parece que nos seguimos centrando en volver al punto de partida de comienzos de marzo y, luego, ya veremos. Por parte del Consell se dice que los retos de Castelló son el azulejo, la construcción, el turismo y la despoblación del interior; y también el sector que nos da alimento y que ha sido básico en esta crisis, el agrario.
Revisando papeles, en una publicación de la Cámara de Comercio de Castelló titulada “La economía castellonense en 1977” ya se hablaba, entre otros del sector agrario, respecto a la necesidad de “la formulación de un Plan agrícola general”, de la “elaboración de un Plan citrícola que analice y trate toda la problemática del sector, tanto en la fase de producción como en la comercialización e industrialización”, de “un plan de fomento y mejora de la ganadería”, o de “la despoblación progresiva de la comarcas interiores”.
Sobre el sector industrial se hablaba de la “necesidad de suelo industrial apto para ser utilizado” (en esto se ha avanzado, pero la ubicación de muchos polígonos no ha sido la mejor, eliminando hectáreas de fértil tierra). Se indicaba que “la ayuda y soporte de la pequeña y mediana empresa con el fin de poder mejorar su tecnología y estructura es fundamental”.
En cuanto al sector turístico se señalaba que “A nivel castellonense es muy importante fomentar el turismo de calidad y, además, tratar de corregir la marcada estacionalidad de esta actividad”.
Con esta puntual referencia a la economía castellonense en 1977, quiero resaltar que poco se ha avanzado en diferentes aspectos en los últimos cuarenta años.
Hablar de nuestros principales sectores económicos en este momento es importante para su retorno al punto de partida. Pero, a renglón seguido, es primordial pensar no solo en lo anterior, que es el corto plazo, sino en el medio y largo plazos para lo que es fundamental plantear alternativas a nuestros maduros sectores industriales, mejoras claras en las actividades que ahora tenemos (mayor valor añadido en el sector cerámico, mayor calidad del turismo y su desestacionalización, sector de la construcción más sostenible, sector agrario que controle su producción y sus precios, acondicionamiento de las zonas rurales con los medios e infraestructuras necesarias para que sus habitantes se mantengan, al menos,…).
En fin, pensar en el futuro de Castelló, no solo en su reconstrucción, que es imprescindible. Ya no es posible estar tantos años repitiendo lo mismo o parecido. Hay que ir más allá porque si no lo hacemos, languideceremos. ¿Y usted qué opina?