Algunas urbanizaciones pequeñas han tenido que echar el cierre a su alberca debido al sobrecoste que supone la contratación del personal
Ha llegado el verano, con todo lo que esta época conlleva: helados, vacaciones (para algunos), piscinas y playa. El verano también ha sido una de las principales víctimas colaterales del coronavirus y su nueva normalidad. Muchos pueblos costeros duplican ahora sus habitantes debido a los traslados intra nacionales: del interior, a la costa. Y en estos pueblos son tradicionales las comunidades de vecinos: bloques de edificios con numerosos vecinos y, por supuesto, con piscina en su interior. Pero… ¿Cuál es la normativa de estas piscinas en la Nueva Normalidad? ¿Ha habido conflicto entre los vecinos?
Tàrsila Galdón/Castellón Información
La competencia para establecer las normas de uso de las piscinas es de las propias Comunidades Autónomas, en este caso, la Generalitat Valenciana. La normativa entorno las piscinas comunitarias se publicó el pasado 20 de junio de 2020 en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV). Así pues, tanto las piscinas de los hoteles, alojamientos turísticos (usadas exclusivamente por la clientela) como piscinas comunitarias y urbanizaciones están sujetas a la normativa de las piscinas recreativas.
¿Cuáles son estas medidas?
En realidad, son unas pocas cuestiones las que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, el aforo máximo de las piscinas es del 75 % de la propia instalación y después, los usuarios deben mantener el metro y medio de distancia de seguridad. Merche Tauste es administradora en Mediterránea Gestión de Comunidades y explica que el tema del aforo es el que más problemas conlleva: “todo depende de las características de los edificios, pero en algunos edificios con los que trabajamos hay un número muy elevado de usuarios”.
Una solución a este problema es la contratación de un controlador de piscinas: “hay algunos edificios que ya tenían personal de otros años y no ha supuesto un problema”, explica Tauste y continúa: “otras sí que han tomado la determinación de contratar a un controlador de piscina para que se controlen las distancias y el aforo y si se dispara, se informa para implementar otras medidas”.
La cita previa puede ser otra de las soluciones para las piscinas comunitarias, es decir, reservar el turno en el recinto. Sonia Bellés es vecina de una urbanización comunitaria y opina que no le gusta el funcionamiento de la cita previa, porque “alomejor cuando me toca ya no puedo ir, o si reservo a determinada hora, me puede surgir un compromiso”, y prosigue: “la responsabilidad de la gente debería ser suficiente para gestionar el aforo de las piscinas”.
En el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana se concreta que si no se puede controlar bien el aforo, se debe recurrir a la cita previa: “se requerirá la concertación de cita previa con la entidad gestora de la instalación para poder acceder a la piscina”. Otro de los requerimientos en la gestión de las piscinas comunitarias en la Nueva Normalidad es la mayor regularidad en las tareas de desinfección en las piscinas.
“Ahora mismo, se requiere una desinfección completa del recinto antes de la apertura”, informa la trabajadora en Mediterránea Gestión de Comunidades y asegura que en su caso, la mayoría de las comunidades aparte de esa primera desinfección antes de la apertura, “hemos establecido unos turnos para volver a desinfectar al mediodía, además, a lo largo del día, el mismo personal del edificio va visitando el recinto para asegurarse de la limpieza de los objetos de mayor uso”.
¿Hay piscinas comunitarias que echan el cierre este verano?
“Es un porcentaje pequeñísimo”, opina Tauste y asegura que suelen ser urbanizaciones que disponen de recinto de piscina pero “no tienen personal”. Por este motivo, la contratación de personal para estas urbanizaciones supone demasiado sobrecoste para tan sólo dos meses de apertura.
Las organizaciones comunitarias que lo han tenido más sencillo han sido aquellas que, al fin y al cabo, ya tenían personal contratado de otros años. Lo que en realidad puede subir el precio de las piscinas de la Nueva Normalidad no es sólo el personal en sí, sino también, las medidas adicionales que algunas piscinas desean adoptar para gozar de mayor tranquilidad y seguridad.
Merche Tauste explica que en sus comunidades han puesto gel desinfectante para que la gente se lave las manos sólo entrar en las piscinas y también, una especie de alfombra para desinfectar el propio calzado. Teniendo en cuenta estas medidas adicionales, el sobrecoste puede llegar a ser de unos 400 o 500 euros.
Lo que más preocupa en este caso es la llegada del agosto (que viene acompañado de nuevos inquilinos en las urbanizaciones). Ante la presencia de un número mayor de usuarios, de nuevo, el aforo se puede ver amenazado en urbanizaciones donde hasta ahora, no había supuesto un problema: “tal vez tengamos que tomar otras medidas adicionales debido a la llegada de más gente”, admite Tauste.