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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 16:00

Neofascismo (II)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

El Neofascismo tendría actualmente dos líneas de penetración. Por un lado, los movimientos  ‘populistas reaccionarios’, como los califica el profesor Elorza, y en los que se incluiría el Frente Nacional de Le Pen en Francia y en menor medida lo que significó el GIL en España. Se caracterizan estos movimientos por un mensaje populista, apelando directamente al Pueblo, por encima de las divisiones de clase, en el que si se respeta formalmente el marco democrático, se le vaciaría de contenido alegando su mal funcionamiento. Los banderines de enganche de estos movimientos populistas reaccionarios serían; la desconfianza hacia las Instituciones, la política y los políticos, una cultura del malestar, con aspectos irracionales, que se instrumentalizaría contra ‘el Otro’, el drogadicto, el inmigrante, etc, y finalmente un nacionalismo instrumentalizado en la dirección anterior.

La segunda vía de penetración serían las organizaciones juveniles violentas, tipo Skin Heads, y como Elorza señaló en su momento la misma Jarrai. Se caracterizarían en mayor o menor medida, por una clara tendencia a la apropiación del espacio urbano, recurriendo a una violencia que reproduce antiguas formas del fascismo. Sus banderines serían los mismos que los del populismo reaccionario, pero con unas dosis explicitas de violencia frete ‘al Otro’. En el caso de los Skin Heads se distinguirían por su estética paramilitar, gustos musicales y agrupamiento como hinchas de fútbol, etc.

Ahora analicemos la situación, presente desde los años ochenta, pero tremendamente agravada en los últimos años. En primer lugar, tenemos una crisis económica brutal, con  un aumento del paro tremendo y que sólo es mitigado por los subsidios de desempleo del Estado de Bienestar. Esto incide en el hombre común y  en su pérdida de expectativas como cambio social y  en una posición insegura e insatisfactoria. También tenemos un temor creciente al empobrecimiento por parte de las clases medias, y así mismo la muerte de las ideologías, junto a un desprestigio creciente de la política y de los políticos. Es cierto, que el nihilismo, el individualismo atroz, etc, juegan en contra. Pero también lo es que se está destruyendo el consenso social que evitó durante años el resurgimiento del Fascismo, y que ahora mismo puede pasar de todo en el futuro más cercano. Desde lo peor a también lo mejor, no perdamos la esperanza.