Juan Teodoro Vidal. Químico.
‘El sistema’ se alimenta de personas normales, como usted y yo que cada mes ingresamos en Hacienda dinero por medio de nuestra retención de impuestos directos, nuestra cotización a la Seguridad Social, tanto el tramo empresarial como el particular, y pagamos el IVA de los bienes y servicios que disfrutamos.
Con ese dinero se hace que los servicios públicos funcionen, como son los hospitales, los ambulatorios, los colegios, las fuerzas públicas, tanto la policía como el ejército, los juzgados y todo el aparato y otros servicios que presta el Estado, desde el municipal y el provincial pasando por el autonómico, hasta el nacional y europeo. Con nuestro dinero se pagan los gastos que supone mantener la red de carreteras, la eléctrica, las de ferrocarril.
Nuestro dinero paga también el funcionamiento del Congreso, del Senado, del Consejo de Estado, de la Casa Real, los parlamentos autonómicos, los ministerios, empresas públicas, y paga asesores de todo tipo que parece que pululan en todos los niveles de la administración, los intereses de la deuda pública, las subvenciones que se otorgan, las dietas y desplazamientos de sus señorías y sus vehículos oficiales.
Aportar toda la ingente cantidad de dinero que necesita el sistema significa un esfuerzo productivo, que es, aproximadamente, la mitad del que hacemos todos cada año, de forma que hasta mitad de año estamos trabajando para pagar al Estado en todas sus formas. Nada que objetar hasta ahora. Es lógico que si se reciben unos servicios se hayan de pagar. Eso lo sabe toda persona decente.
El problema viene cuando aparecen los antisistema y ‘okupas’. Esa gente que cree que puede ocupar una vivienda porque está vacía. No tienen ni idea de lo que le ha podido costar al propietario pagarla con su esfuerzo personal y aportando además a la comunidad el dinero de sus impuestos. Son delincuentes.
Hay otros tipos de antisistema:
* Los que, cuando pueden, dejan de pagar impuestos haciendo facturas ‘sin IVA’ o no cotizan por algún trabajador que han contratado, pagándole el sueldo de forma ilegal. Estos son odiosos porque hacen que usted y yo, que cumplimos, paguemos por ellos, que no cumplen.
* Los que, usando trucos legales, consiguen que sus declaraciones de impuestos les salgan a devolver o paguen una mísera proporción, a pesar de haber ganado una buena cantidad de beneficios, porque ‘se escaquean’ del pago de impuestos que usted y yo no podemos huir, pero se benefician de todos los servicios públicos.
* Los que ‘okupan’ un cargo de la administración designado a dedo, sin control, como asesores ¿? Si quien les contrató no sabe, y necesita un asesor, ¿por qué no ocupa su lugar directamente el asesor? Los políticos que necesitan asesores nunca debieron entrar en política, pero hacen que su ignorancia la paguemos nosotros, que tenemos que dar la talla en el trabajo a diario sin nadie que nos asesore.
* Los corruptos que mediante presiones y utilizando su posición de dominio en un cargo de la administración, hacen que de cada contrato se les pague un porcentaje, con lo cual, de nuestro dinero, una parte va directamente a sus bolsillos.
Para que el sistema funcione, los que sobran son los antisistema. Estoy un poco cansado de que siempre paguemos los mismos.