Jorge Fuentes. Embajador de España
Estamos ya en plena canícula de verano. Es el tiempo en que no suele pasar gran cosa. Como mucho, alguna serpiente de verano, algún crimen abominable. Y sin embargo, este año no faltan 'scoops'.
¿Han oído ustedes hablar de esa sentencia del Tribunal Constitucional que ha puesto de los nervios al Gobierno? Hasta los más sabios del Gabinete han culpado al Alto Tribunal de no tener sentido de Estado ¿No les suena esto mal? Es algo así como que si la Justicia no cantara la misma canción que el Ejecutivo, estaría incumpliendo su cometido. ¡Si Montesquieu levantara la cabeza!
¿Les suena un viaje que el Presidente Sánchez está haciendo por los Estados Unidos? Dice que ha ido a buscar mercados e inversores. Normalmente ese tipo de viajes los hacía el Rey acompañado por una amplia delegación de empresarios y por cierto, con muy buenos resultados. El paseo de nuestro Presidente, sin ningún encuentro oficial de altura, suena a vacaciones pagadas con destinos exóticos como Hollywood. ¿Acaso busca Sánchez una puerta giratoria en el mundo del cine? ¿No les recuerda al viaje al FIB de Benicasim para admirar a The Killers?
Y ¿qué me dicen de la memoria histórica ahora rebautizada como memoria democrática? ¿No les parece como un deseo de crear artificialmente una tensión social con una cuestión que la sociedad no reclama? Algo así como sacar de nuevo a Franco de su tumba (¡o a José Antonio!) para seguir paseándolo por España.
Y las declaraciones de Ximo Puig exigiendo que se suban los impuestos en Madrid, en lugar de bajarlos en Valencia. Una canción semejante a la que cantan los vecinos catalanes. Quienes hemos cambiado nuestro domicilio fiscal de Madrid a Valencia empezamos a temer que hemos hecho un pésimo negocio por mucho que amemos nuestra tierra natal.
Y ¿Qué les parece la quinta ola? Esas prisas por entrar en la falsa normalidad nos va a traer malas consecuencias porque al final, ni tendremos salud, ni tampoco economía. La vacunación avanza razonablemente bien, pero no tanto como para abrirnos a un turismo a granel, sea éste de foráneos o de nacionales.
¿Y la "Matria" de Yolanda Díaz? Es difícil comprender cómo los medios informativos han encumbrado a esta comunista disfrazada de pija que haría un gran papel en la antología del disparate.
Todo ello bajo el trasfondo siempre tranquilizador de unos Juegos Olímpicos en los que España busca superar su mejor marca alcanzada en Barcelona 92 con 22 medallas, o por lo menos alcanzar las 16 de los últimos juegos en Rio 2016.
Pero de lo que quería hablarles y perdonen por la larga digresión, es de la insurgencia en Cuba, esas manifestaciones masivas por todo el país brutalmente reprimidas por las fuerzas castristas. Han hecho pensar a la sociedad internacional que el final del régimen estaba cerca.
Un cambio de régimen, el paso de una Dictadura a una Democracia es un proceso muy complejo. La sociedad necesita llegar a un estadio determinado para que se produzca la ruptura y sea posible doblegar al poder. En muchos casos el cambio se hace con la ejecución del tirano, como ocurrió con los Ceausescu en Rumanía. En otros, puede llegar como resultado de un proceso gradual y pacifico como fue el caso de España.
Creímos recientemente que el golpe podría llegar a Venezuela y a Bielorrusia, pero no fue así, aún. En el caso de España, tras la muerte de Franco, que había logrado para España un bienestar más que considerable lo que explica su permanencia en el poder hasta el final, hubo una transición modélica que ha sido estudiada en las Universidades aunque algunos renieguen de ella en estos días. Por cierto, no debe sorprendernos que el Gobierno se niegue a calificar a Cuba de Dictadura; el PP tampoco lo hubiera hecho. Son muchos los intereses económicos que están en juego. Bastante han hecho con decir que no es una Democracia.
La ruptura democrática suele alcanzarse cuando la situación social es extrema, cuando el pueblo carece de todo lo esencial (alimentos, medicamentos, vacunas) y en es situación límite, ha perdido el miedo hasta a la muerte. En tal situación, el ejército y las fuerzas del orden, que tampoco son clases privilegiadas y que cuentan con familiares y amigos entre los miserables y oprimidos, se niegan a reprimir y el gobierno carece de instrumentos para frenar la insurrección.
¿Ha llegado Cuba a ese estadio? Los próximos días lo dirán. Personalmente lo dudo.