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jueves, 28 de noviembre de 2024 | Última actualización: 01:17

Nubes y cuentos

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Juan José Pérez Macián. Concejal delegado del Área de Gobierno de Hacienda, Modernización y Administración Municipal del ayuntamiento de Castellón.

Ayer sábado el Partido Popular de la Provincia de Castellón celebró una convención sobre la nueva realidad económica tras dieciocho meses del gobierno que preside Mariano Rajoy.

La primera buena noticia fue la satisfacción de comprobar la enorme asistencia de personas interesadas en participar de las reflexiones que se iban a compartir. Más de cuatrocientas personas, desde las diez de la mañana hasta las dos de la tarde, participaron activamente en los dos talleres celebrados y en la conferencia de clausura de la jornada que cerraron Javier Moliner y Alberto Fabra.

La segunda buena noticia, la grata comprobación de que la convocatoria había despertado el interés de un destacable número de personas que, sin militancia en el PP, deseaban conocer y participar de las reflexiones y debates. Y máxima satisfacción cuando, al cierre de la conferencia, mostraban su conformidad con las medidas que el actual gobierno -mediática y aparentemente tan denostado- ha venido adoptando en estos duros meses y que están marcando ya un nuevo escenario económico de superación de la crisis.

Por segunda vez en la historia de nuestra joven democracia, el Partido Popular tiene el encargo soberano del pueblo español de sacar a España del pozo de miseria y ruina en que queda tras el paso por la Moncloa de un gobierno socialista. Pasó con González-Rubalcaba y ha pasado con Zapatero-Rubalcaba. Entonces recibió el PP una caja completamente vacía, y ahora ha recibido una caja completamente llena... de deudas. Eso es lo que se llama una herencia envenenada. Una herencia que el Partido Popular no pudo aceptar a "beneficio de inventario", sino que por responsabilidad con España y por compromiso en resolver los problemas de los españoles, aceptó y se dispuso a gestionar con criterio de estado y de defensa del interés general.

Recordarán que tras aquel negro mayo de 2010, Zapatero llamó a Rajoy a la Moncloa. En la rueda de prensa posterior al encuentro, el entonces líder de la oposición explicó que le había ofrecido al presidente socialista colaboración si accedía a hacer lo que era preciso hacer sin demora: reformas estructurales, reforma laboral, reforma del sistema financiero, reforma y racionalización de la Administración Pública... La negativa de Zapatero había sido rotunda: No.

Tras aquel encuentro, el peor presidente de nuestra historia siguió en la Moncloa. Lo hizo hasta que se le acabó el último euro del último prestamo, del último crédito. Y entonces convocó elecciones para perderlas, con otro candidato, naturalmente.

Esas y no otras son las circunstancias de quiebra total y absoluta del Estado en que los Zapatero-Rubalcaba dejaron el gobierno para que fuera el PP de Mariano Rajoy quien resuelva y solucione el desaguisado socialista.

Una vez obtenida la confianza de los ciudadanos en las urnas, Rajoy comenzó a hacer inmediatamente aquello que ya le dijo a Zapatero en mayo de 2010 que había que hacer. Desde entonces se han realizado políticas de contención del déficit público, se ha logrado reducir el riesgo de la elevada prima de riesgo, se ha llevado a efecto la reforma laboral, la del sistema financiero, se está intentando consensuar la reforma de la administración pública para su racionalización y sostenibilidad. En definitiva, se están aplicando medidas y acciones imprescindibles, ineludibles, necesarias, para frenar los despropósitos del desgobierno socialista previos.

Resultado de ello es que se empieza a percibir que tan duras e impopulares medidas comienzan a generar indicadores de recuperación económica y de confianza exterior. Y este es el momento en que afloran los nervios de los socialistas, muy preocupados porque el Partido Popular vuelva, una vez más más, a resolver los problemas que ellos crearon. Obsérvese que de economía solo se habla si todo va mal. Si la dinámica comienza a cambiar a positivo como ahora ocurre, los socialistas tienen la necesidad de cambiar los discursos y los temas, para que no se hable ya de economía y se hable de otras cosas. Ese es el mejor indicador de que la crisis está empezando ya a superarse como consecuencia de las políticas aplicadas por el Partido Popular.

Su otra preocupación es que los españoles olvidemos por completo a Zapatero. Su objetivo es que acabemos creyendo que la ruina nos la trajo Rajoy. Que ZP nunca existió. De hecho, Rubalcaba habla como si nunca hubiera sido vicepresidente del tal ZP. Por eso yo, cada noche, antes de quedar dormido, tengo a Zapatero presente en mis pensamientos, me acuerdo de él, ¡vaya si me acuerdo! Nadie deberíamos olvidarlo. Todos deberíamos tenerlo presente en el recuerdo para no olvidar porqué estamos como estamos y porqué el gobierno que recibió su herencia está haciendo tarde lo que él no hizo cuando debía haberlo hecho.

Todos deberíamos tener presente que, mientras Rajoy gobierna aquella herencia envenenada, Zapatero cuenta nubes y Rubalcaba, cuentos.