Miguel Bataller. Ciudadano del mundo y jubilado.
Transcurridos más dieciocho meses, desde el inicio en España de la difusión del Covid 19, seguimos inmersos en un interminable 'Baile de la Parrala', entre el ahora sí y el ahora no.
Vaya por delante que yo me he vacunado, pese a haber pasado como asintomático la enfermedad en los primeros días de marzo de hace casi dos años y saber que no tenía restos de carga vírica, tras dos análisis de sangre realizados en intervalos de seis meses, consecutivamente.
Ahora ya llevo tres vacunas y soy consciente de que tendré que vacunarme como lo llevo haciendo contra la gripe común cada año desde hace ya muchos años, evitando así pasar una semana al año con fiebre e incomodidades.
La de la gripe una vez al año a primeros de noviembre y la del Covid cuando determinen las medidas preventivas sanitarias españolas, que suele ser cada seis meses.
Pero me pongo de muy mal humor, cuando leo en algunos medios de difusión de todo tipo, que el hecho de estar vacunado, no evita la condición de 'transmisor de la enfermedad' o 'contaminador'.
Ahora parece haberse descubierto, que son los niños y jóvenes adolescentes, los mayores peligros para contagiar el Covid, del mismo modo que son los que disponen de mejor sistema defensivo ante la enfermedad, convirtiéndose en un peligro evidente para sus mayores.
Hay algo que no acabo de comprender.
Ahora se nos exige un 'Pasaporte Covid', para entrar en salones cerrados con un aforo determinado, para entrar en Hospitales, para desplazarnos en cualquier medio de trasporte comunitario e incluso pronto se volverá a regular cuantos comensales podrán sentarse en una mesa para las celebraciones familiares o amistosas.
¿Quién va a ser el responsable de ese control?
¿Vamos a tener unas normas de carácter nacional que regulen todo tipo de situaciones o quedaran al criterio de cada autonomía, provincia o municipio la regulación de esas normas?
¿Se les puede exigir a los propietarios de todo tipo de bares o cafeterías que ejerzan una labor policial del control de sus clientes?
Se ha llevado a cabo un programa de vacunas muy intenso, con el que al parecer se ha llegado a vacunar a más de un 80 % de los españoles y aun así, parece que haya un repunte al alza de casos de contagios, aunque con menor gravedad y una baja tasa de mortalidad.
¿Vamos a tener que seguir repitiendo vacunaciones ininterrumpidamente cada seis meses?
Aunque no queramos ser malpensados, uno llega a la conclusión de que con la llegada del Covid, hay un gran perdedor, que es el ciudadano, que ve su vida y sus libertades condicionadas de una forma inaceptable.
Unos grandes beneficiados, que son los Laboratorios farmacéuticos, que están haciendo el agosto financiero con las vacunas prácticamente obligatorias y necesarias cada seis meses.
Y un árbitro neutral que es el Gobierno, que incapaz de afrontar la situación razonablemente, se lava las manos como Pilatos, pasando la patata caliente a las Comunidades Autónomas que a su vez en algunos casos han delegado en los Ayuntamientos.
Entretanto los ciudadanos de a pie, seguimos viviendo en un malsano equilibrio emocional, temerosos de reunirnos con nuestras familias y amigos.
Los profesionales de la hostelería se debaten entre la alternativa de un cierre ruinoso para ellos o tener que ejercer un control casi policial, sobre los clientes que son su única fuente se supervivencia y el Gobierno como 'Don Tancredo', mira al tendido tranquilamente.
Hasta la semana que viene amigos.