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jueves, 21 de noviembre de 2024 | Última actualización: 19:57

Memoria, dignidad, justicia

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Este miércoles, 13 de julio, se han cumplido 25 años del secuestro y vil asesinato a manos de la banda terrorista ETA del concejal del Partido Popular en Ermua Miguel Ángel Blanco. Veinticinco años de un crimen que conmovió a toda la sociedad española y que marcó un antes y un después en la lucha antiterrorista. Miles de personas, también en Castellón, se echaron a las calles para gritar ¡Basta ya!, alzando sus manos blancas al cielo. Había nacido el denominado ‘Espíritu de Ermua’.

Veinticinco años después, hemos visto en los últimos días cómo se han sucedido los homenajes y los actos en recuerdo de Miguel Ángel Blanco. La misma foto de la víctima, la misma fecha, la misma rabia. Sin embargo, algo ha pasado en estos 25 años. Un estudio reciente revela que el 60% de las nuevas generaciones no conoce quién fue Miguel Ángel Blanco. ¿Cómo es posible?

De un lado, es cierto que el ‘cese de la lucha armada’ anunciado por la banda terrorista ha permitido abrir paso a una paz que nunca debiera haberse roto. Pero detrás de este proceso de ocultación de la figura de Miguel Ángel Blanco también está la estrategia de blanqueo de la banda ETA y sus más de 800 crímenes por parte del gobierno vasco y el gobierno de España de Pedro Sánchez, que se pliega a las peticiones de sus socios independentistas radicales de Bildu con tal de amarrar el sillón de la Moncloa. Al precio que sea. Reescribiendo la historia si es preciso o poniendo en cuestión las instituciones democráticas de España.

No, en política no todo vale. Víctimas y verdugos no pueden ni deben estar al mismo nivel. Los crímenes deben ser perseguidos y castigados. La paz no se negocia. Y desde luego, los que aliados de los terroristas no pueden colgar la etiqueta de verdugos a aquellos que trabajaron por cumplir la ley y proteger las instituciones.

Miguel Ángel Blanco somos todos. Su injusto crimen demostró el precio tan alto que algunos tuvieron que pagar por defender valores como la libertad, la justicia, la igualdad, la democracia. Su memoria no puede caer en el olvido. Y por eso, esta misma semana, coincidiendo con la efeméride del 25 aniversario de su asesinato, hemos pedido que el Ayuntamiento de Castellón conceda una calle o espacio público al joven Miguel Ángel Blanco que perdió la vida de dos tiros en la cabeza junto a una cuneta por el simple hecho de no pensar como los que apretaron su gatillo.

Curioso que nuestra demanda coincida con la guerra interna abierta que tiene abierta el gobierno municipal de PSOE y Compromís –cuyos tres concejales no han participado en el acto de recuerdo de la ciudad de Castellón, saquen sus propias conclusiones-- por ver quién gana en el pulso que mantienen por cambiar los nombres de las calles de Castellón. Una propuesta de cambios en el callejero que solo genera división, problemas y que no representan al conjunto de los castellonenses. Menos guerras, menos divisiones, y más unidad y respeto a los símbolos de todos.

Miguel Ángel Blanco somos todos los que creemos en la libertad y en la democracia. Miguel Ángel Blanco merece algo más que cinco minutos de silencio en la plaza Mayor. Miguel Ángel Blanco debe tener una calle en Castellón. Para que nunca olvidemos. Memoria, dignidad, justicia.