Con el comienzo de la Liga de Fútbol Profesional, los españoles de a pie en una gran medida, nos olvidamos de “las cosas de comer”, para comentar y discutir hasta la saciedad el mejor o peor juego de nuestros equipos preferidos.
Se pierde la objetividad para querer tergiversar los hechos a nuestro gusto y manera y tanto en las tertulias de amigos como en los centros de trabajo, los aumentos descabellados de los alimentos de primera necesidad, de la energía eléctrica o el gas en todas sus variantes así como de todos trasportes y restantes servicios públicos, ya no se habla de nada más que del fútbol.
Nuestro "lamentable y despreciado" Presidente del Gobierno y todos sus ministros, subsecretarios, y “chusma” que viven de los impuestos de los españolitos de a pie, ya pueden respirar tranquilos hasta el final de la temporada, porque “la misma droga” que utilizaba Franco según ellos, para distraer la atención de los españoles en los difíciles años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado, la siguen utilizando ellos ahora:
Pan, fútbol y toros
La única diferencia (importantísima por cierto) está en que en aquella época los españoles apenas pagábamos un mínimo porcentaje de impuestos, El I.T.E y lo que se llamaba 'estimación objetiva'.
Los mismos ministros (que eran menos de la mitad de los que hay ahora) duraban muchos años.
Las Administraciones Públicas del Estado centradas en el Gobierno, las Diputaciones y los Ayuntamientos, funcionaban perfectamente con la décima parte de funcionarios públicos que tenemos ahora y con unos sueldos muy razonables.
Lo puedo decir, porque soy un hijo de un funcionario municipal, que a finales de la década de los cincuenta tenía unos ingresos aproximados a las 12.OOO pesetas anuales, para alimentar y educarnos a su esposa y sus dos hijos.
Todos nos esforzábamos y nos acoplábamos “a lo que había”, porque pagábamos muy poco para lo que recibíamos, que siendo mucho menos que ahora, se nos obligaba a trabajar siempre, si queríamos comer.
Había un solo Sindicato Vertical, que ocupaba a un máximo de dos o tres empleados en ciudades de más de veinte mil habitantes.
El alcalde estuvo muchos años sin cobrar, como todos sus concejales que se elegían por el tercio familiar o por designación directa y eran muy pocos.
Para llevar la gestión municipal recuerdo como empleados municipales al secretario, al tesorero, a cuatro oficiales y uno o dos auxiliares administrativos.
La Policía Municipal la componían un Cabo y cuatro policías municipales.
Por eso se me revuelve el estómago, ahora cuando veo los abusos que se llevan a cabo, pagándoles unas cantidades desmesuradas de euros a mucha gente que no ha trabajado nunca en España y sin embargo las pensiones de quienes hemos cotizado durante cuarenta años, nos convierten en mileuristas a los más afortunados.
Es todo un despropósito articulado y argumentado por unos desaprensivos políticos, que lo primero que deciden al tomar posesión de sus cargos, es incrementar sus sueldos y mejoras laborales sin la menos proporcionalidad.
Ellos son actualmente los mayores beneficiarios de esa droga en la que han convertido a nuestro deporte más popular e internacional.
Hasta la semana que viene amigos.