Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
Las palabras, en su discurso de fin de año, de Alberto Fabra reclamando una mejor financiación autonómica, y señalando que no va a consentir “que se trate a la Comunidad Valenciana de forma distinta al resto de España”, ya no producen indignación. Ni siquiera producen pena. Sólo producen hastío, el tremendo hastío de ver la misma escenificación vacua una y otra vez; reclamar de cara a la galería mientras al mismo tiempo se dobla la cerviz y se convierte a la Comunidad Valenciana en el perfecto ejemplo de Autonomía sumisa a todas las directrices del poder central. Claro, que también hay que decirlo; la pasividad, el meninfotisme con el que la sociedad civil valenciana acepta esta situación cada vez resulta menos digerible.
Y es que ya se ha dicho una y otra vez. Y nada cambia. Así, en diversos estudios se puede leer una y otra vez que la Comunidad Valenciana es la comunidad autónoma con peor financiación de toda España. De esta manera, según por ejemplo Ángel de la Fuente, y en términos de financiación efectiva por habitante ajustada a la luz de competencias homogéneas (es decir, con los mismos servicios públicos), la Comunidad Valenciana se sitúa a la cola de toda España, con una financiación per cápita casi 300 euros inferior a la media. Es decir; dado que en la Comunidad Valenciana somos cinco millones de habitantes, para tener una financiación similar a la media, deberíamos disponer de mil quinientos millones de euros más al año.
Por otra parte, el famoso comité de expertos ha fijado en 1.000 millones de euros el déficit anual de financiación de la Comunidad Valenciana. Y se ha situado en unos 13.500 millones de euros la deuda histórica que padece nuestra autonomía. Estas son las cifras que se repiten una y otra vez, y ante las que ni reaccionan nuestros políticos ni reaccionamos los valencianos como Sociedad Civil. Y de nada parece servir el denunciar que corremos el peligro de colapso inminente y de quiebra de servicios básicos si no ponemos pronto remedio a esta situación y reclamamos lo que es nuestro. Pero lo tenemos que reclamar de forma contundente. Puede que hasta con referéndums autoconvocados incluídos. Y si el gobierno valenciano es incapaz de defendernos, debería irse a su casa. O al menos la Sociedad Civil valenciana reclamarlo. Nuestro futuro como ciudadanos depende de ello.