Infrafinanciación, recortes, corrupción, códigos éticos, los ‘nuevos partidos’ y el vuelco de las alcaldías y la Generalitat Valenciana
Las elecciones municipales y autonómicas de 2015 pusieron de manifiesto los descontentos, la crisis política y los cambios que habían comenzado a palparse durante los meses anteriores. El PP ganó las municipales y las autonómicas. Pero no fue suficiente y las coaliciones de izquierda tomaron el mando en los ayuntamientos y en Les Corts. Nacían los ‘ayuntamientos del cambio’, el Pacto del Botánico y el PP retenía la Diputación.
El preludio de las elecciones municipales de 2015 anunciaba cambios y fuertes. La situación no era para menos. Como ya se ha comentado en el capítulo anterior, la crisis económica había incidido en la sociedad española y en la de toda la provincia.
Aunque ‘la recuperación’ había comenzado a ‘hacer sus pinitos’, los ayuntamientos se encontraban atados de pies y manos. A las políticas de pago a Proveedores había que sumar el efecto de la Ley Montoro que les impedía endeudarse y les obligaba a destinar todos sus remanentes al pago de las deudas adquiridas.
En la Generalitat Valenciana la infrafinanciación también causaba estragos. Algunos de los proyectos más sonados comenzaban a hacer aguas. El Gürtel estaba en todo su apogeo, altos dirigentes eran imputados y el Partido Popular se enfrentaba cada día a acusaciones que obligaban al presidente Alberto Fabra a tomar determinaciones que generaban malestar y desconfianza entre los propios militantes de su partido: Eran ‘las líneas rojas’ por las que se intentaba recuperar la confianza de los ciudadanos mediante las medidas de apartar a todos aquellos que se encontraban en el punto de mira de los temas de corrupción.
La Depuradora de Borriol y 'el Caso Martínez'
En la Diputación de Castelló también se vivían sus propios dramas. Mientras el presidente Javier Moliner intentaba desarrollar una política de consensos con la oposición, hasta el punto de que introducía en los consejos y en los consorcios a los representantes de los otros partidos, un caso estallaba en enero de 2014, fue el que se refería a la Depuradora de Borriol.
El centro del huracán estaba en que Borriol necesitaba de forma urgente una depuradora. Con estos fines se diseñó un proyecto y se designaron unos terrenos apropiados para construirla. El diputado provincial que estaba al frente de las infraestructuras, Paco Martínez, que tenía una sociedad privada con algunos socios había comprado los terrenos donde debía ubicarse esta depuradora.
Pero el pastel fue descubierto en el Ayuntamiento de Borriol con la denuncia de Compromís y saltaron todas las alarmas. ¿Se aprovechaba Francisco Martínez de sus influencias y del conocimiento de los proyectos para aprovecharse y sacar rendimiento personal de esos terrenos?
La respuesta del presidente Moliner fue inmediata ese mismo día. Destituía al diputado Francisco Martínez de sus cargos y ponía el ojo sobre el alcalde de Borriol, del PP Adelino Santamaría, también diputado provincial del PP.
Francisco Martínez pasó a ser diputado raso y acabaría renunciando a su acta de diputado. La cosa acabó en juicio y en condena para Francisco Martínez, que no llegó a entrar en prisión. También hubo de renunciar el alcalde de Borriol a sus dos cargos, la alcaldía y el acta de diputado. En su lugar fue designado Ibán Pauner.
Imagine el lector si estaban calentitas las cosas en el tema de la corrupción, que ya no bastaba con serlo o no serlo, sino con aparentarlo. Así ocurrió cuando un concejal de Nules apareció en redes sociales en una fotografía en la que aparentemente aspiraba una raya de coca, todas las voces se alzaron en su contra. Y no sirvió de nada que indicara que todo fue un juego, una foto de broma, que no es lo que parecía. Tuvo que dimitir.
El código ético del ayuntamiento de Castelló
En el ayuntamiento de Castelló, la investigación sobre el alcalde de Castelló, Alfonso Bataller por su presunta implicación en el caso Gürtel, cuando era alto responsable de Sanidad en la Generalitat, despertaba las voces también de toda la oposición.
No valió de nada que meses después el tribunal levantara esta investigación. Los políticos de los partidos de la oposición reclamaban transparencia y presumían de haber firmado ante notario actas en blanco para poner sus cargos a disposición del partido si resultaban investigados por la justicia.
A petición de Compromís, que en aquel momento estaba integrado en Castelló por Enric Nomdedéu y Ali Brancal, se promovía una Comisión por la transparencia y la ética municipal. Se trataba de garantizar a los ciudadanos que ‘los políticos eran de fiar’, pero con la cercanía de las elecciones de 2015 se llegaron a proponer las medidas más leoninas que se podían imaginar para la elaboración de aquel código ético.
Y es que, a todo lo indicado también se sumó ‘la movida’ que se gestaba en el Partido Socialista, en la provincia y en la capital de la Plana.
'El caso Calles' en el PSPV
La candidatura a las elecciones de 2011 había estado encabezada por el socialista Juan María Calles, a quien se presumía un tirón que debería haberlo convertido en el alcalde de Castelló.
Pero las cuentas fallaron hasta el punto de que el PSPV no solo no ganó en representación, sino que perdió representantes en aquella corporación municipal de 2011-2015.
La socialista Amparo Marco era la número dos de aquella candidatura. Comprobado el fracaso en las elecciones de 2011 el partido pidió la cabeza de la ejecutiva local, pero también la de su representante en el Ayuntamiento. Y fue tan atronador aquel movimiento, que Juan María Calles se vio relegado y sustituido desde el principio por su compañera Amparo Marco. Calles pasó de ser el líder incuestionable, al marginado del grupo municipal socialista.
Durante aquella legislatura, además, Juan María Calles se vio inmerso en otro suceso. Fue detenido por conducir con una tasa elevada de alcohol. La crisis dentro de su grupo llegó a tal punto, que Juan María Calles renunciaba a formar parte del Grupo Socialista en la Corporación municipal, y a su pertenencia en el PSPV, mantenía su acta de concejal y se declaraba como edil independiente.
Objetivo: castigar a los transfugas
También este tema provocó parte del acuerdo municipal en contra de los tránsfugas.
Comisión de Transparencia y Código de Buen Gobierno
El famoso código ético municipal, sobre el que el PP solicitó repetidamente reflexión porque resultaba demasiado extremo, se saldaba con medidas como: la marginación de los tránsfugas en todos los sentidos. El compromiso de todos los grupos a ‘aislar’ a cualquiera de sus miembros que resultara investigado en un proceso judicial (entonces todavía se mantenía el término imputación). Y al cese automático de todos sus cargos fueran cuales fueran, de forma que cada grupo político tenía la obligación de acatar esta norma.
Y ojo, todavía fue un acuerdo ‘flojo’ a tenor de lo que habían solicitado los representantes de los partidos de la oposición, para los que cualquier ‘sospecha’, aunque no llegara al grado de imputación, ya debería haber apartado a los políticos de sus posiciones. Lógicamente era un Código ético pensado y elaborado para ‘castigar’ al Partido Popular.
Quien les podía haber indicado entonces que parte de esa oposición que votó el leonino código ético sería víctima de ‘la transparencia’ que habían propugnado.
Las candidaturas a las elecciones del 15M
Así estaban las cosas cuando comenzaron a promoverse las candidaturas para las elecciones municipales y Autonómicas del mes de mayo de 2015.
Con estos mimbres, el ‘tirón’ social de Enric Nomdedeu, en Castelló y su provincia (era diputado provincial); y de Mónica Oltra en la Comunitat Valenciana, apuntaban un crecimiento como nunca se había visto de la Coalición de Compromís.
Las ‘movidas’ del PSOE, en Madrid y en la Comunitat así como en Castelló, provocaban dudas entre sus militantes que, como se demostraría el 15M decantaron sus apoyos en otros partidos como Compromís o los afines a Podemos.
En Castelló, Amparo Marco ganaba las primarias para ser cabeza de lista en Castelló por un margen muy estrecho de votos sobre su competidor Germán Renau. Mientras el PP validaba como candidato a Alfonso Bataller.
En cuanto al Partido Popular, Alberto Fabra, en la Generalitat sufría las consecuencias de los temas de corrupción y de la crisis económica.
En la provincia surgían las dudas en las candidaturas municipales. Y el ‘caso Fabra’ tenía repercusiones. Los seguidores de Carlos Fabra seguían siendo muchos. Unos de forma abierta, otros no tanto. Javier Moliner, presidente provincial del Partido negó su apoyo a los militantes del PP que pedían solicitar el indulto para Carlos Fabra. Muchos de ellos dejaron de tener ‘presencia’ en las candidaturas.
Y las políticas nacionales del PP, con el gobierno de Mariano Rajoy, que había subido impuestos para pagar la deuda heredada de Rodríguez Zapatero, y no había ‘derogado’ algunas de las leyes socialistas más polémicas, provocaron una cadena de desconfianza y de crisis de identidad.
Ciudadanos fagocitaba a UPyD, anunciaba un nuevo ‘centralismo’ libre de sospechas de corrupción y se postulaba como el nuevo ‘partido de moda’ para llenar un hueco que, entendían, quedaba abierto entre PSOE y PP.
En cuanto a Podemos, de Pablo Iglesias, el partido asambleario también ‘se comía’ a otras fuerzas de izquierda como Izquierda Unida. En la provincia y en la Comunitat Valenciana surgían líderes y asambleas por doquier. Los 'circulos' de Podemos se multiplicaban porque todos querían formar parte y ser los representantes de esa nueva fuerza política, nutrida por los anti sistema. Y ojo, no eran solo simpatizantes de izquierda, eran descontentos, como se acabaría demostrando posteriormente.
A más presencia en la provincia, mayor posibilidad de éxito
Un detalle importante para entender como ‘calan’ los partidos en los procesos electorales ante unos comicios municipales, es el de entender lo que son las ‘estructuras provinciales de los partidos’, y el fondo económico para poder montar estas redes y realizar las campañas electorales.
Los partidos son objeto de financiación estatal en función de sus representantes electos. Esto quiere decir, que un partido que no tiene representación, o no tiene representación suficiente, carece de medios para promover sus campañas.
Por otra parte, esos partidos necesitan de una infraestructura mínima para sobrevivir, como es el caso de las sedes de reunión y la financiación del movimiento electoral, carteles, pegatinas y publicidad.
Indudablemente, cuanto más representación, sedes y presencia tenga un partido en los municipios de una provincia o una Comunidad, más posibilidades tiene de alcanzar más representación, porque tiene más medios de adquirir visibilidad.
Y hasta aquel momento, los dos partidos con más medios eran sin duda alguna: Partido Popular y Partido Socialista.
Este efecto se traduce también en la composición de las Diputaciones, que no son de elección directa, sino que depende de las representaciones conseguidas en los diferentes partidos judiciales de la provincia.
Las elecciones municipales y autonómicas de 2015
En el territorio nacional ejercieron su voto a las elecciones municipales 22.746.489 electores. La abstención fue de un 35,74%
En términos absolutos el PP y el PSOE se repartían la mayor parte del territorio nacional, con ligera ventaja para los populares.
En la Comunitat Valenciana la apuesta era doble, porque el 24 de mayo de 2015 se celebraban las elecciones municipales y autonómicas.
En la provincia de Castelló, con una participación del 71,03% salían elegidos 1.099 concejales. En términos absolutos ganaba el Partido Popular con 529 concejales, aunque retrocedía su peso en la provincia. También perdía votos el PSPV, con 376 concejales, y aumentaba sensiblemente la presencia de Compromís con 87 concejales, el éxito para esta agrupación era histórico. Ciudadanos conseguía una representación de 31concejales y Acord Ciutadà, 19.
En aquella noche electoral, los más contentos eran sin duda alguna los militantes de Compromís. Lamentaciones en el PSOE, resignación en el PP, que se consolaba con su victoria pese a perder presencia. E ilusiones en Ciudadanos, que pasaban a integrar los ayuntamientos.
Las coaliciones de izquierda desbancan las mayorías del PP
Pero la mayoría del PP en las urnas no fue suficiente para mantener su liderazgo al frente de los ayuntamientos. Las coaliciones de izquierda se dieron la mano y el PSOE consiguió, pese a su pérdida de votos, conquistar algunas de las alcaldías más representativas.
Entre ellas, los populares perdieron la de Castelló, con un pacto de izquierdas denominado Pacto del Grau, que pasó a estar gobernada por PSPV y Compromís, con el apoyo de Castelló en Moviment (cercano a Podemos, pero independiente).
También perdieron: Borriana, Vall d’Uixó, Vinarós, Benicarló, Almassora, Onda, Nules, L’alcora, Segorbe, Moncófar, Torreblanca, o Borriol.
En Vila-real el PSOE revalidaba su mayoría absoluta con José Benlloch
El PP conserva la mayoría absoluta en Diputación
La única ventaja de la mayoría de concejales conseguida por el Partido Popular fue su mayoría absoluta en la Diputación provincial en la que Javier Moliner revalidaba la presidencia.
Elecciones Autonómicas: Gana el PP pero el Pacto del Botánico forma gobierno
En el ámbito autonómico también se produjo el cambio. El Partido Popular ganaba las elecciones, pero con una mayoría insuficiente para formar gobierno.
El PP perdía nada más y menos que 552.400 votos con respecto a 2011. Conseguía 31 diputados, pero perdía 24. También fue muy relevante la caída del PSPV, segunda fuerza más votada, con un retroceso de 178.043 votos. Conseguía 23 diputados, pero perdía 10. Y el gran triunfador de aquellas elecciones autonómicas fue sin duda alguna la coalición de Compromís (Bloc- iniciativa Verds), tercera fuerza más votada, muy cerca del PSPV, que alcanzaba una representación de 19 diputados. Ciudadanos conseguía 13 y Podem otros 13.
Con semejantes resultados se formó el Pacto del Botánico, de izquierdas, con la coalición de PSOE, Compromís y Podemos. El socialista Ximo Puig era investido presidente de la Generalitat valenciana.
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