Población confinada en casa, toques de queda, espacios cerrados, familias separadas, mascarillas, vacunas y pasaportes sanitarios
El Coronavirus irrumpió en el mundo en forma de pandemia con millones de muertos en todo el globo terrestre. En España se reaccionó tarde, pero con contundencia: confinamientos domiciliarios, suspensión de eventos, reuniones y cierre de espacios públicos. Toques de queda, mascarillas, familias limitadas ‘en aforo’ y mascarillas, muchas mascarillas. Las vacunas abrieron una puerta a los sueños de libertad.
El 11 de noviembre de 2019 en España amanecía con el resultado de las elecciones del 10N y se firmaba el pacto de gobierno entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias dos días después.
En Ciudadanos, el castigo de los electores había sido muy duro, hasta el punto de que había perdido 45 de sus 55 escaños en el Congreso. Ese mismo día, el 11 de noviembre, su líder, Albert Rivera, presentaba su dimisión y anunciaba su retirada de la política. Un partido que se había formado en torno de la figura del líder se veía ahora huérfano frente a su peor crisis desde su fundación en 2005.
El partido tenía que reformularse; para ello convocaba unas primarias que entre el 7 y el 8 de marzo con varios candidatos. Ganaba Inés arrimadas, número dos de Albert Rivera. Pero para entonces, los descontentos internos y los abandonos eran ya mayoritarios.
El Coronavirus, una cosa más de China
Así estaba las cosas cuando ese mismo mes de noviembre se conocía la aparición de un virus con mortales consecuencias en China.
El gigante asiático quedaba muy lejos para que en Europa y en otras partes del mundo se levantaran las alarmas.
El ‘Sars-CoV-2’ era un virus que afectaba directamente a los pulmones. Su pariente lejano en el tiempo fue la Gripe de 2018 que mató millones de personas, sobre todo en Europa y en España. Pero el optimismo con el que se afrontó la situación permitió que ‘la globalización’ transportara al ‘coronavirus’ fuera de las fronteras de China e inundara en poco más de tres meses todo el globo terrestre.
De aquella forma, lo que era el ‘mal de China’ comenzó a invadir también zonas más cercanas como el vecino País de Italia, donde comenzaron a sucederse las muertes sin control sanitario posible.
Como es de suponer, lo que acontecía en Italia pronto llegó a preocupar en España, sobre todo en lugares que, como la UJI, tenía estudiantes de Erasmus en el país vecino.
Y ni siquiera entonces en España se lo tomó en serio. Ni siquiera cuando el 30 de enero de 2020 la Organización mundial de la Salud declarara la Emergencia Sanitaria de preocupación internacional.
En Castelló, ya por entonces, el sindicato SCIF de la Policía Local manifestaba su preocupación y pedía medidas de protección.
La Covid llega a España
El primer caso de coronavirus en España se dio en la Gomera, un 31 de enero. No se le dio la importancia que tenía porque había contraído la enfermedad en Alemania. El segundo, se dio en Palma, un 10 de febrero… pero era un residente británico que la había contraído fuera. El 12 de febrero se suspendía el Mobile Worl Congress en Barcelona. Y no fue por iniciativa nacional, sino por la renuencia de los participantes a desplazarse tal como se estaban poniendo las cosas. En el resto del mundo se anulaban grandes eventos, como el Carnaval de Venecia.
Y aun así todo aquello parecía tremendamente lejano para el Gobierno de España y en zonas como la Comunitat Valenciana que preparaba ya su fiesta de Fallas y concentraba miles de personas en las mascletás previas a la gran celebración del 19 de marzo.
En la provincia de Castellón también se preparaban las Fallas y la capital de la Plana ultimaba los detalles de la Magdalena 2020 que, además, debía conmemorarse como el gran aniversario de las fiestas mayores instauradas en 1945. Un aniversario, el del 75 aniversario de las fiestas mayores, que llegaba cargado de polémica con la supresión de la Junta de Fiestas, el nombramiento de una Comisión 75 aniversario y una moción en el ayuntamiento en contra de estas medidas.
Desde el Gobierno se daba una importancia limitada a toda la situación, de hecho, desde el Ministerio de Sanidad descartaban la preocupación y afirmaban que se trataba de casos aislados. Aislados, sí, pero para entonces la enfermedad ya circulaba libremente por todo el país y la Comunitat Valenciana no era ajena a esta incidencia.
Es cierto que ya se habían comunicado la necesidad de ‘ciertas medidas de prevención’. Los geles hidroalcóhólicos se agotaron en las farmacias. También las mascarillas y los guantes.
El primer caso ‘registrado’ en la provincia de Castelló
EL primer caso ‘registrado en la provincia de Castelló se produjo en Borriana un 25 de febrero cuando se confirmó el positivo de un joven de Burriana, que había viajado a Milán para seguir un partido de futbol.
Paralelamente comenzaron a proliferar también otros contagios en Valencia y en otros puntos del territorio nacional. La primera víctima mortal se produjo un 26 de febrero, en Valencia, por una neumonía de origen desconocido, pero no se certifico su muerte por coronavirus hasta el 4 de marzo, cuando se le realizó una necropsia.
Hasta después de la celebración del 8M con una enorme manifestación en Madrid no comenzaron a tomarse medidas, aun cuando Madrid ya vivía una enorme tragedia y comenzaban a morir los ancianos en las residencias. Se habían contabilizado ya 16 fallecidos.
Fueron varias comunidades autónomas las que comenzaron a dar la voz de alarma. Madrid cancelaba las clases y adoptaba medidas de urgencia en los centros sanitarios el 9 de marzo. El día 10 de marzo, el Gobierno de España suspendía los vuelos con Italia; el Congreso y el Senado suspendían su actividad parlamentaria por el contagio de un diputado de Vox y, ese mismo día, la Generalitat Valenciana anunciaba la suspensión de las fiestas de Fallas y Magdalena, (DOG 11/03/21).
“Prioridad absoluta para proteger la salud ciudadana y minimizar los riesgos de contagio”, con esta declaración, el presidente de la Generalitat anunciaba las primera medidas y restricciones ante la Covid.
En la Capital de la Plana se nombraba un gabinete de crisis y se cerraban todos los espacios municipales. Las tascas y los hosteleros también iniciaban por su cuenta una restricción similar para evitar los contagios.
El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud elevaba el grado de la incidencia del coronavirus a pandemia. Y ya no hubo escapatoria de ningún tipo.
El 13 de marzo, el Gobierno de España declaraba el ‘Estado de Alarma’, lo que implicaba el confinamiento prácticamente total de la población durante un primer periodo de 15 días. Eso implicaba también la suspensión de las clases en todos los centros docentes. Algo que ya se había decretado en Madrid y en la Comunitat Valenciana.
Toques de queda, prohibición de salir a la calle y luego autorizaciones parciales por edades para poder transitar. Supermercados asaltados por el miedo a la falta de abastecimiento. Establecimientos hosteleros cerrados, control de los encuentros de la población.
Este estado de alarma llevaba aparejadas muchas medidas paralelas: la renovación de documentos oficiales se aplazaba porque los centros oficiales y las instituciones también se cerraban a cal y canto.
De forma paralela, los ayuntamientos de la provincia tomaban sus propias medidas. El Estado de alarma entraba en vigor el día 14 de marzo, la fecha en que debían haber comenzado las fiestas de la Magdalena. Para entonces, el número de contagios ya era de 6.000 personas con 200 fallecidos. En Burriana lamentarían doblemente la llegada de la Covid, que se cobraba la vida de la madre de una de las máximas representantes falleras.
“Por favor, no vengas a vernos”
Ante el temor de que muchos españoles procedentes del centro de España y de las ciudades próximas se trasladaran a los municipios de costa y del interior para vivir ese estado de alarma con mayor relajación, algunos ayuntamientos lanzaban mensajes. Este fue el caso de Vistabella, que reclamaba a residentes de fin de semana y turistas que no acudieran al municipio. Algo así como “Por favor, no vengas a vernos”.
¡Quédate en casa y guías de recomendaciones!
El lema "yo me quedo en casa" se extendió por todas partes para potenciar la conformidad de la población y evitar las salidas clandestinas de quienes se negaban a estar confinados. Instituciones como Generalitat, diputación o ayuntamientos publicaron guías de consejos sanitarios.
Los años de la pandemia
Ni en las peores pesadillas se hubiera podido imaginar una pandemia como la del coronavirus que penetraba en la sociedad sin que se pudieran poner medios para frenar su mortandad. No se había vivido nada semejante desde la Gripe de 1918.
Lo que vino después, tuvo mucho de pesadilla. En Castelló, la no La Magdalena de 2020 se reinventó en los balcones y a través de las redes sociales.
Los supermercados de toda la provincia se vaciaban varias veces al día. Crecía la incidencia de la Covid, la oficial y la no reconocida. No había test para detectar la enfermedad; las mascarillas no eran obligatorias porque no había, el gel hidroalcólico escaseaba en las farmacias. Los hospitales se saturaban y los sanitarios se sumían en el infierno mientas en las residencias morían los más mayores.
Pero lo peor de todo es que no había medios de protección posibles. No había mascarillas, el Gobierno de España quería, pero no podía hacer frente al enorme caos generado y fueron los gobiernos autonómicos los que tuvieron que ‘negociar’ por su cuenta el abastecimiento de mascarillas, epis, y otras medias de protección.
En los centros sanitarios no había de nada para proteger a los sanitarios que, en pocos días tuvieron los hospitales llenos a rebosar; se protegían con bolsas de basura. Y mientras se declaraba la obligatoriedad de las mascarillas y el país se paralizaba, en las residencias de mayores los ancianos se veían aislados, sin poder despedirse de sus familiares.
Los centros de salud primaria se cerraban a cal y canto, las líneas telefónicas de consulta se saturaban. Y faltaban profesionales para poder atender la dramática situación sanitaria.
Por otra parte, como también faltaban medios sanitarios para confirmar los contagios entre los ciudadanos, se recomendaba a los ciudadanos la máxima prevención y no acudir a los centros sanitarios si no se sufrían síntomas avanzados que pudieran demostrar la existencia de la enfermedad.
Los trabajadores de las funerarias fueron también de los más expuestos con el agravante de que no se les consideraba personal prioritario para recibir las medidas de protección que tanto escaseaba. Se adoptaron medidas excepcionales como el tratamiento de los cuerpos con sudarios especiales y en ataúdes cerrados. Se dejaron de hacer autopsias.
Comenzaron entonces las llamadas solidarias, los aplausos en los balcones cada tarde; la necesidad de reencontrarse con vecinos desconocidos hasta aquel momento, que se saludaban de ventana a ventana; los vítores a las fuerzas de seguridad cuando circulaban con sus sirenas por la calle. Los homenajes en las puertas de emergencia de los hospitales. Y la canción del dúo dinámico 'Resistiré' se escuchó miles de veces en todas partes como un himno a todo volumen en los altavoces de las viviendas.
Pero también, la soledad y la añoranza. El ansia de las familias por verse de nuevo; la desesperación de tantos mayores por no perder del todo el contacto con sus nietos. Y para muchos, la sensación de que la vida se había parado de golpe, entre cuatro paredes, a lo largo de los pasillos recorridos una y mil veces. La incomprensión de los más pequeños hartos de no pisar la calle y sin saber lo que les estaba pasando; y el grito de angustia de tantos adolescentes privados de una libertad y un contacto social que nunca se valora más como a esa edad.
La falsedad de las cifras oficiales
Las cifras oficiales de fallecimientos de aquellos primeros meses fueron totalmente falsas, como informó más tarde el Instituto Carlos III. Solo los partes de defunción en los que apuntaba como causa de la muerte un problema pulmonar podía dar pistas sobre el fallecimiento de muchas personas a las que nunca se les llegó a hacer un test de Covid. Pero esas cifras se obviaron de las estadísticas oficiales.
Ni al Gobierno de España ni a los gobiernos autonómicos les interesó que se conocieran los datos reales y solo contabilizaron las muertes en las que previamente se había realzado un test positivo. Y esto era así porque la llegada del coronavirus no se había prevenido como tocaba. Nadie asumió la autocrítica de 'hemos llegado tarde'. Por esta razón era mucho más fácil negar lo que ya ocurría y lo que vino después,
Las funerarias de la provincia de Castelló comenzaron a funcionar ‘a destajo’. En la provincia de Castellón se prepararon medidas especiales que no fue necesario poner en práctica. No fue necesario habilitar medidas extraordinarias como en Madrid, en el Palacio de Hielo, para guardar los cuerpos; pero los crematorios tenían hasta lista de espera.
Y es que, como se desconocía todo sobre la Covid y su posible contagio después del fallecimiento, las familias optaron por la cremación de sus seres queridos para evitar que las sepulturas quedaran bloqueadas para futuros usos.
La picaresca del confinamiento y el intento de poner a mal tiempo buena cara
De aquellos meses de confinamiento mucho se puede hablar ahora, desde el recuerdo, pero entonces fue totalmente dramático. Estaba permitido 'sacar a pasear al perro', y muchos aprovecharon al oportunidad para que les diera el aire en la cara. Y como este es un país que, afortunadamente, saca la pandereta a pasear, surgieron todo tipo de memes, chistes, comentarios y hasta oferta de alquiler de perro para sacarlo de paseo.
En la viviendas los padres inventaron de todo para entretener a sus hijos. fueron los meses de mayor conciliación familiar 'obligada'. Aunque también lo fueron de escenas que se repetían cotidianamente: trabajo telemático en el que mujeres y hombres intentaban mantener sus puestos de trabajo desde casa, a través del ordenador, mientras los niños reclamaban la atención y lloraban o gritaban en su entorno.
La crisis económica de la Covid
Porque otro problema era poder mantener la actividad económica para no provocar la ruina del país. Comercios cerrados, solo estaban abiertos los grandes supermercados de productos 'básicos'. Y empresas que intentaban conservar sus sistemas de producción y el empleo de sus trabajadores. Pero la crisis económica provocada entonces perdura hasta ahora.
Se activaron Fondos de Ayuda, préstamos a largo Plazo, Ertes para proteger los empleos. Pero todo eso no impidió el cierre de muchas empresas. Comercios cerrados, hostelería a cero, el turismo cayó en picado…
Del piso de la ciudad a la segunda residencia con balcón
Como consecuencia de aquel drama, todo hay que decirlo, crecieron los empadronamientos en municipios costeros como Benicàssim, y del interior donde la vida era más fácil y conservaba atributos de relación social entre los vecinos.
Ciudadanos que vivían en viviendas pequeñas, con espacios reducidos válidos para la vida de una familia moderna, se encontraron entonces constreñidos a unos pocos metros. Los que podían hacían vida en terrazas y balcones desde donde se saludaban con los vecinos.
Pero quienes no tenían ni eso entendieron la calidad de vida de ‘segundas residencias’ con jardín o municipios pequeños donde la vida discurría de forma más abierta. Una calidad de vida que habían despreciado por las grandes ciudades.
Y hasta se produjeron constantes denuncias de vecinos de aquellas localidades costeras o de poblaciones pequeñas, que aseguraban que algunas familias habían incumplido el confinamiento para trasladarse a estos lugares que solo habitaban durante el verano o que cobraban vida de repente.
No, no fueron tiempos fáciles para nada. Había mucha información sobre la Covid pero no toda era veraz. Demasiado ruido información, insuficiente y carente de toda la veracidad que los ciudadanos intentaban conocer más allá de los ‘controles’, que también los hubo.
La barrera telemática que aisló a los ciudadanos
Con la Covid cerraron las instituciones públicas y todas las gestiones administrativas se derivaban a los sistemas de ‘cita previa’ y consultas por teléfono’. Alternativas que colmaron la paciencia hasta de los más hábiles gestores telemáticos, cuando no crearon una barrera digital que dejaba abandonados los menos expertos, los más mayores o los que carecían de dispositivos electrónicos.
Nunca antes la libertad había sido tan ansiada, ni el deseo de dar un paseo al aire libre tan enormemente valorado. De tomar una cervecita en una terraza, ya ni hablar.
La prolongación del estado de alarma
El estado de alarma y el confinamiento, aprobado para un periodo de 15 días, se prorrogó hasta el mes de junio. Se iniciaron entonces las medidas de la desescalada. Esas que dividían a los ciudadanos en función de edades para que pudieran salir a pasear a horas diferentes del día…
El verano de 2020
La primera oleada remitió con la entrada del verano. Muchos pensaron que la Covid sería historia ya en cuatro días. Pero con el desconfinamiento, los traslados de población y las fiestas que sí, o también se organizaban, los brotes volvieron a aparecer a finales de julio.
El ocio nocturno había cuidado mucho de prevenirse de los contagios. Pero lo que no se podían controlar eran otras celebraciones clandestinas.
El 18 de julio, la Generalitat anunció el uso obligatorio de mascarillas.
La segunda ola de la Covid y que cada comunidad haga lo que considere
La segunda ola de la Covid llegó después del verano. Aunque no tuvo mucho que ver con la primera. Ya se habían organizado grupos burbuja en los colegios y los centros educativos, se habían impuesto límites de seguridad. El Gobierno de España amagó con convocar un nuevo estado de alarma, pero no se atrevió. El primero estaba denunciado ya en los tribunales que acabarían declarándolo ilegal cuando ya nada iba con eso.
Y la solución pasó por pasarle ‘el paquete’ a las Comunidades Autónomas y que cada uno hiciera de su capa un sayo. Había sido la tónica general de muchas de las decisiones de la pandemia y esto no fue una excepción.
A su vez, diferentes colectivos solicitaban la rebaja del IVA de las mascarillas. En Diputación también se aprobó una declaración institucional para solicitarlo.
Las navidades del 2020
Las fiestas de Navidad de 2020 fueron de las más tristes de los últimos años.
Durante aquellas fiestas navideñas había toque de queda, restricción en el número de reuniones en la calle y las terrazas, pero también, limitación de los miembros de la familia que podían reunirse para celebrar aquellos festejos.
La Covid volvió con toda su crudeza en el primer trimestre de 2021
Aun así, el primer trimestre de 2021 llegó con una nueva ola de contagios y de mortandad. Aquella nueva ola de Covid volvió a cobrarse miles de víctimas, pese a que ya se disponía de medios de protección, mascarillas, epis, guantes... hidrogel. En términos estadísticos fue mucho peor que la del primer trimestre de 2020. Ya no se declaró ningún confinamiento pero si se mantuvieron las restricciones sanitarias, entre ellas, las que volvieron a obligar a suspender todo tipo de eventos festivos y celebraciones.
Un caso muy peculiar ocurrió en Castelló. La alcaldesa de la ciudad mantuvo una reunión con los festeros del món de la festa, vía telemática, para plantear la situación y la anulación de las Fiestas de la Magdalena de 2021. Y los colectivos le dieron su apoyo.
Ahora bien, Castelló como muchos otros municipios elabora su calendario escolar anual en torno a sus fiestas locales. De esta forma lo que se consigue es que los niños de la localidad tengan sus días 'libres' de cole durante las fiestas para que puedan disfrutarlas.
Pero, puesto que no iba a haber fiestas ¿por qué suspender los días lectivos si los padres trabajaban durante la semana de la no Magdalena?. Y así, desde el ayuntamiento se tomó la medida de proponer que se mantuvieran las clases en los centros docentes.
El calendario escolar del 2021 ya estaba aprobado por el Consell Escolar desde el 2020. Para modificarlo hacía falta volver a pasarlo por el Consell Escolar y conseguir su aprobación. Si, se convocó, se propuso y hubo grandes discrepancias. En el bloque del profesorado no apoyaron la modificación, y la mayoría del votos, a los que se sumaron los concejales de la alcaldesa, acordó no modificar nadda.
¡Vamos! que aquello fue un desbarajuste completo, y una contradicción dentro del mismo equipo de gobierno. Aunque lo peor es que hasta dos días antes de las no fiestas no se sabía si iba a haber clases o no.
Vacunas contra la Covid en tiempo récord
La gran esperanza para hacer frente al virus era encontrar una vacuna eficaz para mantenerlo a raya o para que las consecuencias de los contagios no fueran mortales. Y así comenzó una carrera contra-reloj entre los laboratorios de las farmacéuticas más importantes del mundo.
¡Y vaya si lo lograron!
Las primeras vacunas llegaron a España a finales de 2021. El Plan de Vacunación estableció prioridades y ciclos. Primero los sanitarios. Después las residencias de mayores, después la gente más mayor…
Los listos que se colaron en las vacunas
Los listados se elaboraban desde los departamentos de Salud Pública… aunque surgieron los ‘listos’, autoridades municipales que ‘se colaban’ porque ‘sobraba una dosis’, se encontraban cerca y ‘para no tirarla’. Los que estaban en conexión con residencias y aparecían en los listados que se enviaban a Salud Pública; e incluso los ‘viales que se perdían ‘por el camino’.
En febrero de 2021 habían sido autorizadas ya 10 vacunas diferentes en el ámbito internacional.
Pro vacunas, anti vacunas y 'passsooo'
Pero en una sociedad como la presente, en el ámbito internacional estaban los pro vacunas, los que se colaban para inmunizarse antes que nadie, pero también los anti vacunas, los negacionistas y los ‘yo paso de todo’. ¡Señor!
Los carnets de vacunación y luego los pasaporte covid fueron elementos indispensables para gozar de lugares de ocio o acceder a centros deportivos y sociales e, incluso, para viajar al extranjero.
La economía buscaba recobrarse, como fuera. Pero la cosa resultó bastante más complicada de lo que se preveía.
Y además de la Covid y 'sus listas de espera' un buen ciberataque
En Castelló, al caos de la Covid se sumó un nuevo desafío. El ayuntamiento de la capital de la Plana era objeto de un ciberataque que paralizaba por completo la gestión municipal. Pese a la rapidez con la que se actuó no se pudo evitar que muchos datos resultaran comprometidos.
No fue el único organismo ni la única institución que fue pasto de los hackers.
Vacunas, variantes de la covid, más vacunas y ansias de 'normalidad'
Los sistemas de vacunación no impidieron que la enfermedad de la Covid generara variantes más o menos agresivas, que a su vez necesitaron del refuerzo de otras vacunas. Los contagios continuaron, pero gracias a las vacunas lo que se consiguió es que las consecuencias fueran mucho, mucho menos graves.
Las Navidades del 2021 permitieron ya la reunión de las familias sin tantas limitaciones.
El 2022, ¡fuera mascarillas y viva la fiesta!
Con todo eso, la ‘normalidad’ no comenzó a retornar hasta principios de 2022, con la mayor parte de la población vacunada y todavía con medidas de prevención como el uso de la mascarilla, que aún hoy se mantiene en hospitales, farmacias, centros sanitarios o transporte público.
No fue hasta el 21 de febrero de este año cuando la Generalitat levantó la mayor parte de las prohibiciones que habían impedido el desarrollo de las fiestas y la población se lanzó a la calle como si no hubiera un mañana.
También se recuperaba el turismo, los viajes, las celebraciones, l actividad comercial, el ocio nocturno…
Otras grandes sombras emergían sobre el planeta: en encarecimiento de la energía y los combustibles y la guerra de Ucrania con una nueva crisis económica internacional…
Pero mientras… pasaron otras muchas cosas.
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Bibliografía:
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