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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 18:48

Cal Paradís

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En España hay 160 restaurantes con estrellas Michelin. Uno de ellos, tan solo uno, se encuentra en la provincia de Castellón; para ser más precisos, en la localidad de Vall d’Alba (3036 habitantes).

No es que crea en la infalibilidad de Michelin y estoy seguro de que en España hay muchos restaurantes modestos, que solo conocemos unos pocos y donde se come muy bien.

Pero no hay duda que Michelin es muy riguroso a la hora de repartir sus estrellas. Sus jueces son escogidos cuidadosamente y visitan los locales como clientes anónimos, dando sus veredictos con total ecuanimidad e independencia. Ganar una estrella Michelin es difícil y tiene un mérito extraordinario, particularmente si el establecimiento se encuentra en un pueblo pequeño, alejado de los grandes ejes turísticos de un país.

Debido a mi profesión, mi mujer y yo hemos estados expuestos a todo tipo de cocinas –europeas, asiáticas, americanas, africanas- y también a muy diversas tendencias culinarias desde las más tradicionales a las novísimas, minimalistas y de fusión. Puedo afirmar que en todas partes del mundo, con rarísimas excepciones, se come bien. Y que mi mujer y yo aceptamos de buen grado desde los platos clásicos regionales hasta las nuevas tendencias excepción hecha de esas burlas al paladar que consisten en ofrecer burbujas de hidrógeno o destellos de luz del Mediterráneo.

No creo en la tesis sin duda elaborada por algún chauvinista francés, que en el mundo solo existen tres cocinas, la francesa, la china y la otomana y que todas las restantes, son derivaciones o combinaciones de aquellas. Ni hablar; la cocina española, por ejemplo, es excelente, variada, rica y con gran personalidad.

Angela y Miguel Barrera han emprendido una aventura valiente y arriesgada para presentar nuestra cocina. En el interior de Castellón, a algunos kilómetros de los centros turísticos (Benicàssim, Oropesa, Peñíscola) se han atrevido a abrir un local moderno, elegante-sin-excesos, bien decorado y  vestido, equilibrado en precios y muy interesante en su oferta gastronómica.

En Cal Paradis hay una sabia estilización de los productos locales, tanto las legumbres como los pescados y carnes: las alcachofas, arroces, tomates, garbanzos; los salmonetes, sardinas, calamares, langostinos, bacalao; el cabritillo, las aves, los callos. Todo lo que se puede degustar en casi cada uno de los restaurantes de la provincia o del país, pero he ahí que Miguel y Ángela nos sorprenden por la originalidad de la preparación, la belleza de su presentación y la suavidad de sus gustos.

Por supuesto que vale la pena desplazarse hasta Vall d’Alba desde Castellón o desde cualquier punto de su provincia. De paso pueden visitar también Villafamés y sus museos. Y por qué no, pueden acercarse a Mas de Flors, cuartel general de Ripollés, ese genio mundialmente reconocido a quien quizá puedan admirar trabajando en su jardín.

Imagínense lo fácil que lo tenemos los castellonenses. La mayor parte de los clientes de Cal Paradis vienen de Valencia o de más lejos. ¡No se lo pierdan!