La desmemoria en política es una de las razones por las que unas veces nos va mal y otras peor. El no reconocimiento de lo que se ha hecho razonablemente bien por el solo hecho de que hay quien, repetitivamente, sin más argumentos y propuestas, dice que se han hecho mal, puede pagarlo muy caro la ciudadanía, en este caso las y los castellonenses el próximo día 28 de mayo cuando el veredicto de las urnas sea inapelable.
Y sea cual fuere ese veredicto el próximo domingo, el electorado siempre tendrá la razón en su dictamen. Ahora bien, en estos momentos, y desde que la alcaldesa y actual candidata a la reelección, Amparo Marco, llegase en junio de 2015 para presidir el emblemático edificio de la Plaça Major y administrar los intereses y solucionar problemas de sus conciudadanas y conciudadanos, hay mil y una razones para seguir confiando en ella.
Para empezar —y es lo que quisiera para sí cualquier ciudadano y ciudadana de cualquier pueblo o ciudad— nuestra alcaldesa, licenciada en Económicas y doctora en Administración y Dirección de Empresas, es una gran gestora, una gestora austera, para la que el dinero público ha de administrarse en su justa medida sin dispendios ni manirrotos que lo manejen. Así, su principal objetivo fue el cumplimiento del “Plan de ajuste económico” para enjugar la tremenda deuda que le había dejado el consistorio anterior del PP, con miles y miles de facturas impagadas y con el consiguiente perjuicio para las empresas y su repercusión laboral en puestos de trabajo.
Ahora, el Ayuntamiento de Castelló no solamente está saneado para poder llevar a cabo más inversiones, sino que también —en una acertada política de ingresos y cofinanciación— es de las ciudades españolas que más fondos europeos está recibiendo (75,6 millones de euros) para transformar una ciudad con la mirada puesta en el futuro y en su crecimiento como augura ese nuevo y necesario Plan General de Ordenación Urbana aprobado hace seis meses.
Sin prisas pero sin pausa, el “Acord de Fadrell” ha ido ejecutando sus recetas políticas, sus promesas electorales, su compromiso con los votantes, para mejorar la vida de las y los castellonenses: bajar la presión fiscal; la nítida apuesta por el empleo (el ayuntamiento ha generado cerca de 4.500 puestos de trabajo en seis años), y aumentar la protección social. Ni la pandemia, ni el mayor ciberataque recibido por una institución ni la invasión de Ucrania por Putin ni sus consecuencias energéticas e inflacionistas, han conseguido parar el muy cercano silbido del tren del progreso en nuestra ciudad.
Pero con todo y con eso me quiero centrar en la “obra social” de un Ayuntamiento que en sus cuatro puntos cardinales ha demostrado su sensibilidad hacia las personas más vulnerables de la sociedad castellonense. Atrás quedaron los recortes para las asociaciones solidarias y desde 2015 están viviendo sus mejores momentos y, paralelamente, creando puestos de trabajo estables e indefinidos: desde 2015 el presupuesto de Bienestar Social ha aumentado un 106%, pasando de 8,5 millones € a 17,5 millones € en 2023.
Como consecuencia, el recién inaugurado nuevo centro La Pineda para Alzhéimer que el PP cerró en 2012; plenos traducidos a la lengua de signos; recuperación, en 2018, del servicio de teleasistencia a personas mayores y con discapacidad que el PP, con sus recortes, suprimió en 2013; mejora de los centros de atención como el centro de día para personas con problemas de salud mental; la licitación de un centro de día para personas con Parkinson; tramitación a través de los centros sociales de la Renta Valenciana de Inclusión Social; instalación de 17 plataformas para mejorar la accesibilidad de las paradas de autobús; convenio con Cruz Roja y Acción contra el Hambre para desarrollar itinerarios de inclusión social y laboral… Y así…
Hay que echar la vista atrás para no perder el horizonte del futuro con el trabajo puesto en el presente. Que nadie se llame a engaño, los telepredicadordes y vendejarabes del negacionismo al evidente avance de nuestra ciudad no tienen ni conocen ningún tipo de fórmula que pueda mejorar la gestión de Amparo Marco y su equipo. Por eso, el “nada, nada, nada” que se dedican a propalar entre la ciudadanía para intoxicarla electoralmente, hay que transformarlo en el palmario mucho, mucho, mucho que está haciendo Amparo Marco y que, como dice el president de la Generalitat, Ximo Puig, “cada día lo estamos haciendo mejor, aunque somos conscientes que todavía falta mucho por hacer”.
Por eso, y por muchas cosas más que no me caben en este folio y pico de luz y taquígrafos, existen, hay, las mil y una razones para votar a Amparo Marco —a la candidatura del PSPV-PSOE—, para que siga siendo la gran alcaldesa que es de la “ciutat i terme de Castelló”. Como decía al principio, la ciudadanía ni puede ni debe pagarlo muy caro dando un paso atrás por las falacias y milongas que le cuenten quienes no tienen un proyecto de ciudad.