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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 12:36

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Cincuenta y seis días es el tiempo que está transcurriendo entre la celebración de las elecciones autonómicas y municipales y las generales del 23J. Es un plazo de tiempo breve y extremadamente delicado que habrá que observar con sumo cuidado porque las consecuencias de lo que ocurra en él repercutirá decisivamente sobre las elecciones nacionales.

Van a ser -están siendo- días movidos y conviene tomar buena nota de las zozobras que se produzcan que van a convertirse en lecciones para el futuro político de nuestro país.

La primera anomalía conocida ha sido la convocatoria misma de las generales, en pleno verano, cuando media España se encuentra de vacaciones huyendo de calores de 40 grados y cuando muchos desconfían del voto por correo por los riesgos de pucherazo que conllevan y por desconocer en que lugar del globo se encontrarán en vísperas del 23J. Lo que todo parece indicar que bajarán considerablemente los índices de participación y que Sánchez calcula que ello le beneficiará.

Muy vinculado a las prisas con que el líder escogió "en conciencia" la fecha del 23J se encontraba el impedir que Feijóo pudiese explotar los réditos de su clara victoria del 28M y aun más, impedir que el propio PSOE rumiara su derrota y se iniciara un proceso de revisión del partido y de su liderazgo. Como es lógico, Sánchez utilizó el privilegio que le otorga el sistema: escoger la fecha que más le conviene a él y no -por supuesto- la que más le perjudica.

El tercer escándalo surgido estos días es el de Doñana vinculado a la campaña de recolección de fresas en el oeste andaluz y la iniciativa de los ecologistas alemanes, desplazados a España con el apoyo de nuestro gobierno, para estudiar hasta que punto la Junta de Andalucía estaba actuando en favor de los agricultores regantes de Huelva y en detrimento de las escasas aguas que conserva el famoso parque de Doñana.

El gobierno sociocomunista, dispuesto a desprestigiar a Juanma Moreno y a todo el PP se puso de parte de los alemanes y en contra del campesinado andaluz lo que pone en entredicho el bienestar de las 300.000 personas empleadas en el cultivo de la fresa. Por el momento los ecologistas han dado media vuelta al caer en la cuenta de las repercusiones comerciales que su visita estaba cobrando en plena campaña pre- electoral.

Por el momento, el cuarto susto conocido en estos pocos días está siendo la propuesta de Sánchez -siempre esquivo a la celebración de debates cara a cara- de celebrar no uno o dos debates sino seis o siete, uno por semana. Una petición que, por cierto, suele corresponder al candidato deseoso de hacerse conocer y no a quien ya es más que conocido tras años en La Moncloa.

Por supuesto la propuesta ha sido acogida con prudencia por el PP aceptando un debate pero no un desesperada y extravagante serie de ellos , como también ha sido vista con desconfianza tanto por Vox como por los restantes posibles socios de Sánchez como Sumar o lo que reste de UP.

Algún pequeño run-run que ni siquiera llega a escándalo se revuelve en el flanco derecho con la casi total desaparición de Ciudadanos como la reaparición de la ex SG de Vox Macarena Olona que amenaza con presentarse a las generales al frente de un partido que con la denominación de "Caminemos juntos", augura un caminar más bien breve.

A su vez en las filas izquierdistas hay intentos de unificación de todo cuanto se mueve más allá del sanchismo, incluyendo a Sumar, UP, Mas País, Compromis y otros sin hablar de los que van por libre como puedan ser Bildu, ERC, PNV y otros separatistas.

Esto no ha hecho más que empezar. No les quepa duda que en los 47 días que quedan hasta la jornada electoral vamos a ver de todo. Se pide más personal para correos -unos 15.000 empleados más-, el gobierno habla de colocar 5.000. Podría haber un plantón o una huelga del servicio con lo que el pucherazo seria inevitable. Por si acaso, un servidor, esté donde esté, volverá para votar presencialmente. Les aconsejo hagan otro tanto. Por nada debemos privarnos de la inmensa satisfacción democrática de vestirnos de domingo e ir a introducir nuestro seguro voto en una segura urna.