Resulta que la actual alcaldesa de Castelló, Begoña Carrasco, acaba de descubrir que no es lo mismo predicar que dar trigo. Me refiero al asunto del supuesto apagado de las cámaras de control del tráfico en las calles del centro de la capital, con el que tanta demagogia hizo a lo largo del pasado mandato para desgastar a su antecesora, Amparo Marco.
De repente, Carrasco ha descubierto que no tiene la condición de ‘todopoderosa’ y que, por lo tanto, tampoco puede ordenar el apagado de las cámaras, ni que dejen de tramitarse las multas que éstas originan.
Así se ha dado de bruces con una realidad que está dañando seriamente su credibilidad.
Y es que estando en la oposición realizó constantes encuentros con los comerciantes y vecinos del centro prometiendo que las cosas cambiarían cuando ella se hiciese cargo del gobierno de la ciudad.
Siempre de forma categórica, como el 27 de octubre de 2021, cuando aseguró en una nota de prensa emitida por el Partido Popular que “si la alcaldesa [Amparo Marco] está de verdad por la recuperación económica, por ayudar a salir de la crisis a pymes y autónomos, lo que tiene que hacer es anunciar ya el apagado de las cámaras definitivo para evitar que el centro se muera”.
Pero ahora, en 2023, resulta que las cámaras no se pueden apagar, que lo de la reducción de las emisiones en las ciudades que impulsa la Unión Europea va en serio y que el incumplimiento de lo comprometido presenta serios problemas de índole legal.
Además, afectaría a la recepción de fondos europeos y la UE podría decretar la obligatoria devolución de las ayudas conseguidas para la puesta en servicio del sistema de ordenación y control del tráfico.
Llegados a este punto, la alcaldesa solo ha podido decir que está estudiando fórmulas que le permitan cumplir su promesa, aunque cabría preguntarse si esas fórmulas existen. Lo más probable es que no.
También cabría preguntar si Begoña Carrasco mintió de forma deliberada sobre las cámaras cuando estaba en la oposición o si simplemente hablaba con irresponsable y manifiesto desconocimiento.
Espero que algún periodista invite a pronunciarse a los comerciantes del centro y al menguante equiPPo vecinal habitual, para saber si se sienten engañados o utilizados, si esta vez están dispuestos a tragar o si piensan pedir explicaciones.