El papa Francisco convocó en 2021 a toda la Iglesia a participar en la
preparación del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, que lleva por título “Por
una Iglesia sinodal: Comunión, Participación y Misión”. Celebradas las fases diocesana
y continental, el 4 de octubre, el Papa abrirá la primera sesión de la XVI Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que concluirá el día 29 del mismo mes.
El Sínodo es antes que nada un acontecimiento de oración y de escucha de la
Palabra de Dios y del Espíritu Santo que ha de involucrar no sólo a los miembros de la
Asamblea sinodal, sino también a cada bautizado y a toda la Iglesia. Todos hemos de
orar personalmente y en comunidad por la Asamblea sinodal para que sepa discernir lo
que el Señor pide hoy a su Iglesia siendo fiel a la misión que Él le ha confiado. “Sin
oración no habrá Sínodo”, nos dice el Papa Francisco. Elevemos a Dios “una oración
incesante” (Hch 12,5) por el Santo Padre y por todos los miembros de la Asamblea
sinodal, que como acontecimiento eclesial concierne a todos los bautizados.
Estamos llamados a orar para que los trabajos y las propuestas de la Asamblea
partan siempre de la escucha orante de la Palabra de Dios revelada, tal como nos llega
en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia; y, de otro lado, para que sus
trabajos estén impregnados por la escucha dócil de lo que el Espíritu Santo dice hoy a la
Iglesia buscando en todo momento conocer la voluntad de Dios. Cierto que hemos de
conocer la situación de la Iglesia y sus necesidades, que hemos de escuchar las
peticiones y deseos de bautizados y no bautizados, y hemos de conocer las necesidades
y problemas de la sociedad actual, de la humanidad y de la creación. Pero las respuestas
han de buscarse en la escucha de Palabra de Dios y del Espíritu Santo, y no en las
ideologías de moda. El objetivo principal de la Asamblea debería ser –como el lema
indica- fortalecer la comunión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí en
Cristo Vivo para salir con esperanza a la misión, alentando a la participación de todos
los bautizados, cada uno según su vocación, ministerio y carisma. Sólo unidos
vitalmente en Cristo Vivo, como sarmientos a la Vid, caminaremos y saldremos juntos y
con esperanza a la misión que Él nos ha encomendado.
Orar es también interceder ante Dios. Creamos en la eficacia de la oración de
intercesión, hecha con fe, humildad y perseverancia. Y pidamos al Señor que ilumine
las mentes y los corazones de los participantes en la Asamblea con los dones de la
sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, para que
sepan discernir y hacer su voluntad en bien de la comunión y de la misión.
Comienza la Asamblea del Sínodo de los Obispos
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