Dudé sobre si calificar nuestros tiempos de interesantes, convulsos o simplemente difíciles. He escogido la primera acepción por ser menos comprometida. Por ejemplo, ¿Qué te ha parecido la novela?. Respuesta: interesante; ni buena, ni mala ni regular.
España está interesante. Hay días en que todo parece ir como una moto. En contraste con los días en que Sánchez perseguía a Biden por los pasillos para tener una cumbre de 20 segundos, el año pasado en la reunión de la OTAN en Madrid, preparada años antes gracias a las gestiones de Rajoy, tuvo al Presidente americano a comer en su mano.
Lo mismo ha ocurrido con la UE. Por simple mecanismo de rotación a España le ha correspondido la presidencia en el segundo semestre de este año y la Cumbre acaba de celebrarse en Granada. Sánchez se lució recibiendo a medio centenar de líderes de la Unión, de países candidatos y de otros vecinos. Enorme gloria.
Como alternativa acaba de anunciarse a bombo y platillo que en siete años, España, Portugal y Marruecos -y también Argentina, Uruguay y Paraguay- acogerán la Copa Mundial de fútbol. Esperemos que para entonces se haya producido la alternancia política y presida el gobierno el PP que podrá lucirse medio gratis.
Visto así da la impresión de que España va muy bien, es respetada en el mundo. Los líderes se pirran por venir y traer a sus cónyuges. Sánchez es querido y abrazado por muchos. El titulo de la columna podría ser "Vivir tiempos maravillosos".
Pero es que al mismo tiempo se están produciendo en nuestro país novedades mucho menos gratas. Desde que Feijóo perdió su oportunidad de alcanzar la Presidencia del Gobierno, empiezan días convulsos.
De entrada, después de que Felipe VI se mojara un poco al pedir a Feijóo que diera un paso al frente, muchos hubieran querido que se mojara mucho más cerrando el paso a un candidato que aun no tenia apoyos claros y que si llegara a alcanzarlos solo sería sometiéndose a las exigencias de una veintena de partidos comunistas, independentistas y filoterroristas. El Rey no lo hizo, difícilmente hubiera podido hacerlo y con ello la Monarquia sufrió un cierto desgaste, aunque mucho menor que lo hubiera acusado en caso de haber cerrado el paso a la izquierda, facilitando la repetición electoral.
Si se aprueba la amnistía y tras ella un referéndum separatista -que en la práctica se camuflarán bajo otras denominaciones- todas nuestras Instituciones se tambalearán. Lo hará la Monarquía que seis años antes había frenado el golpe con un discurso valiente. Se tambaleará la Justicia que condenó por sedición a medio centenar de golpistas. Un discurso y una sentencia que ahora quedarían borrados tras la aplicación de la Amnistía.
Se debilitará por supuesto el Gobierno que aplique esas medidas y lo hará también el Parlamento que vote en favor de tales decisiones.
Podríamos pensar que quedan dos tablas de salvación, dos Instituciones de superior índole que podrían venir en nuestro rescate: el Tribunal Constitucional y la Unión Europea. El primero, con un presidente como Conde Pumpido, buen amigo del PSOE, nadie duda que blanqueará cuanto sea necesario. En cuanto a la Unión que debería velar por nuestra estabilidad, parece claro visto el ambiente de Granada, que le preocupan más los desmarques que hacen los países de derechas como Polonia y Hungría que los Frankenstein.