Oriente Medio se encuentra una vez más en conflicto. Esta vez uno de los más crueles desde que Israel nació en 1948; setenta y cinco años durante los cuales la región estuvo casi constantemente en estado de guerra.
El mundo árabe difícilmente asumió la implantación de un pueblo -el hebreo- de cultura diferente, en el seno de lo que consideraba su propio territorio desde que dos milenios antes se produjera la diáspora judía.
No es el momento para reflexionar sobre si la decisión occidental de asentar al sufrido pueblo judío, recién diezmado durante la Segunda Guerra Mundial, fue o no la correcta.
Lo cierto es que Israel nació y creció en los años siguientes como el único Estado liberal y democrático en una región de rasgos políticos muy diferentes. Y que esa diferencia se materializaría en constantes choques en que Israel se confirmó como el ejército más fuerte de la región -y uno de los más potentes del mundo- venciendo a sus vecinos que en ocasiones actuaban unidos, como fue el caso del choque de Yom Kipur hace 50 años en que se movilizaron Egipto y Siria. Contando, eso sí, con el apoyo de los Estados Unidos que considera a Israel como un aliado incondicional, casi uno más de los 50 estados.
El ataque terrorista perpetrado por Hamas sorpresivamente es sin duda, el más cruel conocido en la región en estos 75 años, en que han abundado las guerras y las escaramuzas. Kibbutzs asaltados, familias enteras masacradas, docenas de niños y bebes decapitados, más de 250 jóvenes que celebraban un festival para la paz cerca de la frontera con Gaza fusilados, 150 raptados y usados como escudos humanos o como mercancía de cambio. Un escenario, en definitiva, desolador.
Sorprende que Israel que tiene en el Mossad uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo, fuera incapaz de detectar y desmontar una agresión de esta índole que tuvo que ser preparada durante meses.
Es difícil saber por qué se ha producido ahora este ataque inesperado e injustificado. Los grupos terroristas -Hamas en el sur y Hezbollah en el norte- no necesitan razones para justificar sus actos. Pero es evidente que ninguno de esos grupos actúa en el vacío y en este caso parece seguro que el cruel ataque no se hubiera producido sin el acuerdo y el apoyo exterior de Iran.
En los últimos años Israel había logrado firmar pactos con Marruecos, estaba a punto de firmarlo con Arabia Saudita y mantenía un dialogo fluido con algunos otros países de la region, dejando a Irán en una incomoda posición de aislamiento.
La agresión de Hamas, de alta intensidad claramente calculada va a tener -está teniendo- una reacción israelí durísima que será una vez más motivo de cohesion del mundo arabe.
La Liga Arabe, presidida por Marruecos, se reúne estos días y es muy poco probable que condene el ataque terrorista de Hamas. Antes bien pondrán el acento en el asedio a que está sometida la franja de Gaza, en el colonialismo israelí, en la dureza de la inevitable reacción de Tel Aviv que intentará aniquilar al grupo terrorista que controla Gaza.
Hace medio siglo los dirigentes árabes ya insistían en sus discursos en la Asamblea General de Naciones Unidas que podrían pasar 50 años, 100 años o 200 años. El tiempo para el mundo árabe no cuenta. Pronto o tarde el cuerpo árabe rechazará el injerto que supone el pueblo judío.
De Israel y del mundo occidental depende que ello no sea así, y que condenando y erradicando el terrorismo que a todos nos ha afectado cruelmente, la paz pueda implantarse un día en Oriente Medio.