El domingo 15 de octubre se celebraron en Polonia elecciones generales. La noticia fue importante ya que aquel país es el más extenso de la región y concentra una población que es semejante a la del resto de los países del área -Chequia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria- considerados conjuntamente. Cuenta con una economía pujante y posee uno de los ejércitos más potentes del mundo.
En Polonia competía un partido de centro derecha -la Plataforma Cívica (PO)de Tusk, miembro del Partido Popular europeo- con otro de derecha que se encuentra gobernando el país desde hace 12 años -el PiS, Ley y Justicia, integrado en el grupo de los Conservadores y Reformistas europeos-; es decir, se enfrentaron en Polonia un partido de derecha contra otro todavía más de derecha. Es como si en España hubiera competido el PP con Vox.
En Polonia venció PiS (simplificando, Vox) pero no por suficientes votos como para sumar la mayoría para gobernar. PO (PP) por el contrario si podrá sumar con el apoyo de partidos como el liberal, el democristiano, el agrario y la Tercera Vía. Habrá que esperar hasta diciembre para conocer el resultado final de las alianzas y qué derecha se hace finalmente con el poder.
El conservadurismo polaco, como el de los restantes países de Europa Central y Oriental se explica por su forzosa adscripción durante medio siglo, al bloque comunista orquestado por Moscú lo que vacunó a tales países durante años rehuyendo todo cuanto recordara siquiera fuera vagamente a un comunismo ni siquiera si estaba disfrazado de socialdemocracia.
Desde España, en particular desde los medios informativos controlados por partidos de las más diversas izquierdas, una total anomalía a escala europea, se carga la mano contra lo que denominan ultranacionalismo o extrema derecha, demonizando a Vox y a sus equivalentes europeos.
Lo cierto, sin embargo, es que por muy diversas razones, Europa se está desplazando hacia la derecha. En Italia, se encuentra en el gobierno, como también lo está en todos los países del antiguo Pacto de Varsovia. La Alternativa para Alemania de Schonhuber y la Agrupación Nacional de Marine le Pen superan en las encuestas a los actuales gobiernos de Macron y Schulz. En Suecia, la agrupación de centro derecha solo ha conseguido formar gobierno gracias al apoyo de los Demócratas de Suecia de Jimmi Akesson. En 17 de los 27 países de la Unión, la derecha o dirige el país o influye decisivamente en su gobernación.
Pero aparte del mal recuerdo del enterrado comunismo, hay otras diversas razones que empujan a los países hacia la derecha. Quizá el más importante sea el problema migratorio. Italia se sintió asfixiada al comprobar que una isla con una población de 6.400 habitantes como es Lampedusa, ha recibido en un año 150.000 africanos. La situación en España y Grecia no es mejor. Ambos tienen alrededor del 13 % de su población compuesta por migrantes que son quienes compensan el vertiginoso declive de la demografía local.
Junto a la cuestión migratoria, la distinta percepción del cambio climático y el calentamiento global, los problemas de género y -especialmente en España- el distinto enfoque autonómico, marcan rasgos de los partidos de derecha europeos que, sin embargo se mueven siempre dentro de los limites estrictamente constitucionales. Mucho más respetuosos con las Constituciones que otros partidos separatistas, independentistas, filoterroristas, comunistas o sanchistas que los engloba a todos y que se encuentran proscritos en muchos países europeos.
No así en España. Pero ya saben que Spain is different.