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domingo, 24 de noviembre de 2024 | Última actualización: 11:19

Una aproximación a la educación inclusiva en España

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Todos los alumnos y alumnas importan e importan por igual, en eso consiste la inclusión. No es una tarea fácil. La inclusión exige una transformación, un cambio de paradigma en la filosofía y la práctica de la educación, lejos del enfoque de "talla única".

En este sentido, la Declaración de Salamanca, adoptada y ampliamente respaldada en la Conferencia Mundial organizada por la UNESCO y el Ministerio de Educación y Ciencia de España en Salamanca (España) en 1994, estableció el principio fundamental de la inclusión en la escuela: "Todos los niños deben aprender juntos, siempre que sea posible, independientemente de las dificultades o diferencias que puedan tener. Las escuelas inclusivas deben reconocer y responder a las diversas necesidades de sus alumnos". 

Esta declaración fue un hito fundamental en la defensa de una educación inclusiva de calidad para la diversidad de estudiantes y particularmente para las personas con discapacidad. Posteriormente, se consolidó y evolucionó en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2006.

Desde entonces, el concepto de inclusión se ha ampliado, haciendo hincapié en la necesidad de llegar a todos los alumnos, bajo el supuesto de que cada alumno importa por igual y tiene derecho a recibir oportunidades educativas pertinentes, equitativas y eficaces. 

La educación inclusiva trabaja para identificar todas las barreras a la educación y eliminarlas, y abarca desde los planes de estudio hasta la pedagogía y la enseñanza. 

Estado actual de la educación especial en España

Como tantos otros países, España suscribió los principios de la inclusión a principios de la década de los noventa y, desde entonces, ha llevado a cabo diversas reformas educativas encaminadas a transformar su sistema educativo, hasta entonces selectivo, en otro más integral, especialmente a raíz de la Declaración de Salamanca de 1994 y de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que entró en vigor en España el 3 de mayo de 2008 y trazó el camino que debe seguir el sistema educativo para garantizar el derecho a la inclusión.

Modalidades de escolarización

En la actualidad, podemos distinguir cuatro modalidades diferentes de escolarización, denominadas Modalidad A, Modalidad B, Modalidad C y Modalidad D, ordenadas de la más inclusiva a la menos inclusiva. 

En la Modalidad A, el alumno sigue el currículo del grupo, con adaptaciones insignificantes.  Hay flexibilidad en los grupos, y el niño recibe refuerzo educativo y atención específica de los especialistas, siempre en la clase con el resto de sus compañeros. Es decir, el profesor específico es el que entra en el aula para dar su apoyo, y el niño no sale del aula.

Por otro lado, en la Modalidad B el alumno requiere una atención específica y personalizada, y adaptaciones significativas del currículo escolar. Puede estar en el aula ordinaria, y puede ser el referente en ocasiones (con actividades adaptadas), pero el alumno tiene que acudir también a un aula específica, denominada aula de apoyo.  Es en este espacio donde se interviene en los aspectos más específicos del desarrollo del niño, como logopedia, o apoyo en las materias troncales, como Matemáticas, Lengua...

La Modalidad C es para niños que también requieren una adaptación significativa del currículo escolar, pero estas modificaciones son más extremas, por lo que su referente no es el aula ordinaria, sino la específica. Si sus características lo permiten, pueden ser incluidos con el resto del grupo en algunas actividades o materias, para mejorar su socialización, pero no es lo habitual. La adaptación curricular aquí se centra en los aspectos más básicos del aprendizaje, siendo ejemplos de ello el autoconocimiento, la autonomía personal, el conocimiento y participación en el medio físico y social, el desarrollo del lenguaje y la comunicación..

Por último, encontramos la Modalidad D, la única que no se desarrolla en una escuela ordinaria, sino en un centro específico. Este hecho no permite experiencias de inclusión, a diferencia de las otras modalidades que se desarrollan en un centro ordinario, ya que los niños pueden participar en actividades del colegio, e incluso tienen la oportunidad de incorporarse a otras aulas ordinarias si progresan adecuadamente.  Sin embargo, aunque existen estas modalidades establecidas, no todos los colegios cuentan con un aula específica, por lo que los niños que las necesiten deben buscar un colegio que las ofrezca, por lo que en ocasiones, las familias necesitan disponer de un coche para personas con discapacidad o utilizar el transporte público adaptado. Además de las modalidades de escolarización, también existen medidas de atención a la diversidad que todos los colegios de España deben seguir. Según los casos, estas medidas pueden ser generales o específicas.

Las medidas generales benefician a todos los alumnos, no solo a los que tienen necesidades educativas especiales. Los centros deben atender a la diversidad de los alumnos, evaluarlos y proporcionar las medidas correctas en cuanto a organización y currículo. Algunas de las líneas de actuación son los agrupamientos flexibles (organización temporal de los alumnos por niveles), desdoblamiento de grupos (de forma heterogénea para mejorar la atención a cada alumno), apoyo en grupos ordinarios (por un profesor o por otro alumno) y modelo de horario semanal flexible.

Las medidas específicas están destinadas a alumnos con necesidades educativas especiales o, al menos, con necesidades específicas de apoyo educativo.    Aquí podemos encontrar refuerzo educativo (para compensar los retrasos curriculares del alumno), y adaptaciones curriculares para dar respuesta a las necesidades educativas de cada alumno.

Lo cierto es, que resultados de diferentes investigaciones, muestran que los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo o necesidades educativas especiales tienen una visión negativa de su estado en el centro, no están contentos con la relación con el resto de la clase, encuentran problemas para nombrar amigos en su centro, son víctimas de maltrato físico y psicológico, se sienten solos y son menos populares entre sus compañeros. Esto es una prueba de que las medidas de atención a la diversidad no son suficientes, porque no están logrando una inclusión real entre todo el alumnado.

En España, aunque se han promulgado muchas leyes con el propósito de lograr la inclusión en la sociedad, queda un largo camino para alcanzarla finalmente. A pesar de los esfuerzos de las últimas décadas, nuestro sistema educativo no proporciona los recursos necesarios para una educación inclusiva.

La inclusión se contempla en muchas leyes educativas españolas como un principio a desarrollar más que como un derecho real. La sentencia descrita es la primera de estas características en España y constituye un punto de inflexión en la defensa de las personas con discapacidad y el desarrollo de la inclusión educativa en nuestro país. 

Sistema educativo imperfecto en evolución

Aunque hay muchas investigaciones e información recopilada sobre la mayoría de las discapacidades o necesidades especiales que puede presentar un niño en un aula (lo que significa que hay conocimiento sobre el tratamiento adecuado para estos alumnos), no es tan fácil conseguir todos los recursos que su educación necesita. Uno de los primeros problemas es que no todos los niños que lo necesitan pueden acceder a un colegio específico por falta de plazas.  Además, los niños que tienen la suerte de ser escolarizados en un centro especializado no siempre están todo lo bien atendidos que deberían. Estas escuelas no cuentan con el apoyo técnico, humano o económico que podría permitir esta educación igualitaria. Este mismo problema se da en los colegios ordinarios, que pueden o no contar con aulas especializadas para niños con necesidades educativas, y el profesorado no está todo lo formado que debería.

Sin embargo, las intenciones de toda ley van por el buen camino para lograr una verdadera inclusión. Nuestro imperfecto sistema educativo está al menos evolucionando, mostrando cada vez más interés por crear un entorno adaptado a todos.

Estos niños que se crían en un entorno donde son vistos como iguales, crecerán con ese pensamiento y estarán más incluidos en la vida social y laboral cuando sean adultos. Debemos crear una sociedad que, en palabras de Ainscow (2001):  "no solo acepte la diferencia, sino que aprenda de ella.