Rafa Cerdá Torres. Abogado.
Este lunes damos comienzo a la primera semana del nuevo reinado, dando Felipe VI sus primeros pasos como monarca. A medida que los días vayan transcurriendo, el foco de la atención pública, centrado durante varias jornadas en todo lo concerniente a los nuevos Reyes, de nuevo acogerá noticias tan enfarragosas como la reforma fiscal, el problema del desempleo, la cuestión secesionista catalana, la crisis de confianza hacia la clase política,... y también problemas tan prosaicos para millones de familias tal cómo la forma de estirar los paupérrimos ingresos familiares, con tal de llegar a fin de mes.
La normalidad cobra su pulso habitual, si bien algunas preguntas concernientes al nuevo esquema que rige ahora a la Familia Real, gravitan en espera de respuesta: ¿seguirá siendo total el apartamiento de la Infanta Cristina de Borbón respecto a la nueva Familia Real?, ¿seguirá gozando del paraguas protector de los contactos de su padre el Rey Juan Carlos, con un exilio dorado en Suiza?, ¿o bien su hermano como nuevo Jefe de la Dinastía le instará a una renuncia a sus derechos dinásticos?. Los ahora "Reyes Padres" Juan Carlos y Sofía ¿seguirán aparentando una pareja unida sólo a efectos oficiales o bien emprenderán cada uno su propia vida por separado?, ¿qué cometidos oficiales realizarán y bajo qué presupuesto vivirán?, ¿los medios que el Estado ponga a disposición del Rey Juan Carlos también se amplían a la "amiga entrañable" de turno, o habrá una línea roja?. La alusión que el Rey efectuó en referencia a la honestidad de los integrantes de la Familia Real y la transparencia de sus actividades, ¿supondrá un desglose de la cada una de las partidas de gasto que la Casa Real efectúa de los fondos obtenidos vía Presupuestos del Estado?, ¿se aprobará un Estatuto de la Familia Real en dónde se prevean incompatibilidades en materia de actividades privadas y lucrativas en aras a evitar comportamientos como los del duque de Palma?
No es tarea de una sola jornada conformar la 'Monarquía renovada' a la que el Rey se refirió en su discurso. Tiempo se necesita, pero también que la ciudadanía perciba impulso en la configuración de la Corona como una institución sobria, ajustada a las necesidades de honestidad y sobre todo que vuelva a ser percibida como cauce de solución de los problemas del país, y nunca parte de ellos. De momento Felipe VI tiene a la opinión pública de su parte, quebrando la sensación de desafección que existía hacia la figura del antiguo monarca. Si no quiere perderla, el monarca debe aplicar el impulso que él mismo reivindicó para su cargo. A la tarea pues.
