Enrique Domínguez. Economista.
El análisis del PIB de la provincia de Castellón entre el año 2000 y el 2011, último con datos publicados por la Contabilidad Regional, permite distinguir dos periodos claramente diferenciados: el primero abarca el intervalo entre el 2000 y el último año del boom inmobiliario, 2007, del que se desprende una cierta pérdida del escaso peso relativo del sector agrario, una caída importante del sector industrial, un ascenso relevante del sector de la construcción y un ligero incremento del peso, ya importante, del sector servicios.
El segundo periodo, entre 2007 y 2011 refleja con toda la crudeza la incidencia de la crisis en el sector de la construcción; el sector agrario continúa con una ligera pérdida de peso específico y, en cambio, el sector servicios crece de forma relevante, mientras la actividad industrial apenas cede unas décimas en su peso dentro del PIB provincial.
¿Nos estamos convirtiendo en una provincia de servicios? En parte sí, y eso es un proceso normal en el desarrollo económico de una zona. Sin embargo, no somos una provincia claramente de servicios, como la balear por ejemplo, y, en nuestro caso, esos servicios dependen en gran medida de una industria que debe funcionar adecuadamente.
Y ese es un elemento que se tiene menos en cuenta, lo que se llama “servoindustria”; es decir, hay una creciente interrelación entre industria y servicios y muchos de éstos no existirían de no haber una industria a su lado. Seguramente, aunque no hay estudios para nuestra provincia, el sector industrial más los servicios relacionados con ella puedan representar entre el 45% y el 50% de nuestro PIB.
Pero lo importante de cara al futuro es la necesidad de una industria fuerte y pujante. Se habla de reindustrialización, de cambio de modelo productivo, de diversificación. ¿Por dónde deberían ir los tiros? En mi opinión, lo primero es mejorar la industria que tenemos, invertir en potenciar la investigación e innovación en aquellos sectores que ya conocemos, no solamente en abaratar costes y en tener precios más competitivos, y, en segundo lugar, potenciar todo los referente a las nuevas tecnologías.
Pero todo esto no será posible si no hay una clara interrelación entre el proceso educativo, que permita detectar las necesidades del entorno y educar de acuerdo a las mismas y si no hay una clara apuesta por la investigación, básica y productiva: Tener objetivos claros y evitar las improvisaciones.
Porque, de lo contrario, nos convertiremos en una provincia con un sector servicios creciente pero con unos ciudadanos que tendrán menor poder adquisitivo o que habrán de emigrar a otras zonas porque no tenemos sectores de servicios potentes, como el turístico en Baleares, que permitan vertebrar a su alrededor la mayor parte de la actividad económica de la provincia.
