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viernes, 22 de noviembre de 2024 | Última actualización: 22:28

Lecciones elementales de Diplomacia

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Los ciudadanos saben muy poco sobre Diplomacia. Asumen que los países que tienen buenas relaciones entre si, abren Embajadas en una y otra capital, al frente de las cuales hay sendos Embajadores que se apoyan en un cierto número de funcionarios diplomáticos y agregados de distintas especializaciones.

Mientras las cosas andan bien entre los Estados, las Embajadas actúan armoniosamente. Cuando surge una crisis grave entre ellos, se rompen relaciones, se cierran las Embajadas y todo el personal, incluidos los Embajadores vuelven a sus respectivos países hasta que las circunstancias permiten restablecer relaciones, si es que ello vuelve a ocurrir. Y eso es todo lo que los ciudadanos saben.

Recientemente se han producido dos sucesos que pueden ayudarnos a comprender otros matices intermedios a la amistad y la ruptura total.

El primero de ellos fue el asesinato de tres turistas españoles en Afganistán, un país que se convirtió en lugar peligrosísimo tras la victoria de los talibanes y la retirada del ejército norteamericano. Un lugar totalmente vetado en las recomendaciones de viaje emitidas anualmente por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Un país tan peligroso que la mayor parte de los Estados del mundo cerraron sus Embajadas aunque sin romper relaciones diplomáticas que se mantenían en acreditación múltiple desde un tercer país. En el caso de España, desde Qatar que junto con China, Rusia, Irán, Turquía y Arabia Saudita eran los seis únicos países que mantienen abiertas sus Embajadas en Kabul.

Es decir, por razones de seguridad o de economía de medios es posible e incluso frecuente cerrar una Embajada sin romper relaciones diplomáticas que siguen conduciéndose desde un tercer país.

El segundo caso está en la mente d todos y se basa en el rifirrafe entre España y Argentina a raíz de la campaña organizada por Sánchez contra Milei durante el período electoral, favoreciendo al candidato peronista que, como Ministro de Economía había conducido al país a la ruina. La victoria de Milei se vio seguida de insultos contra su persona procedentes de Ministros del Gabinete de Sánchez y con expresiones de lamento de nuestro Presidente por la derrota de "su candidato favorito" Sergio Massa. No es correcto ingerirse en las elecciones de otro país; deben ser los ciudadanos de éste quienes decidan libremente a quien deciden votar. Los argentinos, con una mayoría absoluta del 56%, votaron por Milei.

Como todos sabemos el asunto no quedó ahí. En su visita a España para participar en un congreso de la extrema derecha, Milei pronunció las "palabras referidas a la esposa corrupta del líder que se tomó cinco días de reflexión". Sin pronunciar nombres ni apellidos.

La crisis estaba servida. Se exigió rectificación que no ha llegado. España no llamó a consultas a nuestra Embajadora que es lo que se suele hacer en estos casos. Se retiró a la Embajadora con lo que nuestra legación bajaba un escalón en su categoría y quedaba convertida en una Encargaduría de Negocios hasta que pase la crisis -que pasará- y vuelva a Buenos Aires la señora Alonso (68 años, a dos años de la jubilación- u otra persona que marque distancias. De forma que, a menos que doña María Jesús Alonso consiga un buen puesto para ese período, la gran víctima de la crisis será ella.

Acaba de crearse una nueva forma de Misión diplomática. Durante el período franquista, España no tuvo Embajadas en los países comunistas sino Representaciones Consulares y Comerciales. Ahora, en Argentina, no tenemos Embajada sino una Encargaduría de Negocios. Son diversas formas de relacionarse los países.

Se entiende que los Embajadores son de superior rango y experiencia y conducirán mejor las relaciones que los Encargados a menos que éste sea un joven genio. Esperemos que no paguen las consecuencias las 200 empresas españolas asentadas en Argentina ni los 500.000 españoles que residen allí. Los 400.000 argentinos en España pueden estar tranquilos porque su Embajador, Don Roberto Bosch, sigue en Madrid. A menos que Sánchez lo declare persona non grata.