José Antonio Rodríguez. Asesor Fiscal.
Cuando el ahora dimitido secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba ocupaba la cartera de ministro del interior, la DGT inició campañas de sensibilización, con spots publicitarios de una crudeza impactante.
Se dulcificaron posteriormente y recuerdo uno de ellos en el que un conductor ante una posible colisión pisaba el freno de su vehículo y se oía una voz en off que decía "no podemos frenar por ti".
Transmitía subliminalmente el concepto del" papá estado" que te protege, que cubre todas tus necesidades, que "te monitoriza" y dirige, que piensa por ti, que actúa por ti, siendo innecesaria la iniciativa particular y privada. El modelo prevalece en aquellas comunidades autónomas en las que el partido gobernante es ese que ahora abandona el Sr. Rubalcaba.
La actual configuración de nuestro Estado de Derecho obliga a las administraciones públicas a ofrecer a los ciudadanos una serie de servicios básicos, universales y gratuitos, siendo los más representativos educación, sanidad, servicios sociales, pensiones... etc.
No obstante lo anterior, también es obligación del Estado favorecer iniciativas de los ciudadanos que impliquen la realización de actuaciones en favor de colectivos o entidades de acción social. Hay pendiente una ley del mecenazgo que cambie el modelo actual incorporando medidas incentivadoras para la sociedad civil.
Significa lo anterior que, donaciones o aportaciones a proyectos en favor de fundaciones o asociaciones declaradas de utilidad pública, gocen hasta un cierto importe de una deducción integra en la cuota del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas u otras similares o de igual calado.
A la espera de estas medidas, observamos gratamente que la sociedad civil está viva y activa, que no ha caído en el tremendo error ideológico de dejar que "todo y siempre" provenga de "papa estado", pues ¿qué pasa cuando se le acaba el dinero o no tiene suficiente para todo?
Hace un año Susana Fabregat Carrasquet inició de motu propio el proyecto que lleva el título de este artículo en favor de la Fundación Aspropace que atiende a paralíticos cerebrales de toda la provincia desde que nacen hasta la edad adulta.
La crisis, los recortes y como no, la inquietud de promover en positivo un proyecto social en favor de una entidad de reconocido prestigio por lo dilatado de su labor y el altísimo nivel de los servicios que presta, hicieron que poco a poco el emblema de este proyecto, las famosas pulseras solidarias, hayan llegado a los cinco continentes y un importante número de personajes públicos las hayan llevado como manifestación de su apoyo al proyecto.
Lo desinteresado de la labor de su promotora ha quedado patente, la aceptación social del proyecto también, evidenciado en el evento celebrado el pasado jueves en el Hotel Voramar en el que tanto comercios, instituciones y particulares han colaborado y participado con motivo de la celebración del primer aniversario del proyecto.
Iniciativas como esta constatan lo vibrante de nuestra sociedad y que son posibles actuaciones y proyectos más allá de los servicios y coberturas que el Estado en cumplimiento de sus funciones tiene obligación de prestar. Enhorabuena!
