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lunes, 25 de noviembre de 2024 | Última actualización: 23:18

Ximo Puig nos toma por paletos

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Efectivamente, los ciudadanos nos merecemos un gobierno que “no esconda los datos de su mala gestión.” Es de Perogrullo. Pero también merecemos una oposición que, antes de hablar, debe estar más informada. O, si lo está, que no nos desinforme. Me produce rubor leer hoy lo que dijo ayer Ximo Puig acerca de la inspección abierta por la UE por los datos aportados por el Consell sobre  sus gastos en Sanidad, donde ya desde el gobierno de Lerma se escondían facturas en el cajón. Desde los 88 millones de entonces se llegó al escándalo de los 3.500 en época de Camps. Tiene pelendengues que Puig acuse a  Fabra de esconder 1864 millones de euros en los cajones, cuando fue precisamente Fabra quien los sacó de su escondite para hacer efectivo su pago a proveedores a cargo de los fondos de liquidez que tuvo que arbitrar el gobierno de Rajoy ante el desmadre de impagos, todos escondidos en la vergonzante cuenta 409, que era donde la socialista Salgado urgía a todas las administraciones para que aparcaran en  dicha cuenta los pagos aplazados por estar fuera de presupuesto, que ya de por si es una ilegalidad.

Con la crisis y la inmediata caída de ingresos públicos, la cuenta 409 se desmadró. Pero quien gobernaba, si a aquello se le puede llamar gobierno, era Zapatero. Y era la propia ministra de los brotes verdes la que impartía instrucciones para el tratamiento del escondite de la cuenta 409. Si hubo algún experto en dejar facturas en los cajones fue el gobierno socialista, que en 2011 declaró un déficit del 6, cuando en realidad acabó siendo del 9.

Ximo Puig, en su alocada carrera hacia la Generalitat, debería cuidar más sus soflamas para no caer en el ridículo de pegar a ciegas como en las cucañas contra su monigote Alberto. Sus comentarios de ayer sólo indican una demagogia descarrilada o un desconocimiento supino de las cuentas tanto del Reino como de la Comunitat. No sé que es peor. Puede Puig lanzar sus acusaciones de engaño al ciudadano contra Zaplana, Camps o Salgado, pero no contra Fabra, que fue quien en 2012, al poco de llegar, destapó el tarro de la deuda podrida de sus antecesores. Y ahí puso la pista para que la UE oliera la liebre.

Si Ximo Puig piensa que a estas alturas todavía nos puede hacer creer que los socialistas van a ser más fiables que los populares, en la gestión pública y su contabilidad, es que este señor nos toma decididamente por paletos. Ahí está el drama. No del PSOE, sino de España entera: que ya ninguno de los conocidos en el gobierno/desgobierno de la cosa pública resulta creíble, de norte a sur y de este a oeste. El PP lleva en la Generalitat más tiempo del que debería en pura higiene democrática. Y el hedor a podrido resulta casi general, como en Andalucía. Son dos muestras de cómo se apoltronan en el poder dos partidos porque sus opositores no dan la talla ni se ganan la confianza de los electores.

Un último apunte. Si yo fuera Fabra enviaría a Rajoy y al PP al agujero que desagua, como ríos que van al mar, en las depuradoras. Además de ser la nuestra la peor comunidad financiada, a pesar de haber practicado el más despiadado recorte de gasto autonómico, encima le vienen como a perro flaco estas pulgas europeas. Las últimas declaraciones del ayudante de Montoro sobre nuestros recortes son una provocación, y más cuando los vascos sólo aportan migajas al presupuesto estatal y los catalanes siguen tirando de la teta del FLA sin que nadie les ponga pegas ni obstaculice sus despilfarros en juergas místicas de independencia y propaganda televisiva. Moraleja, sólo se puede ser buena gente en un estado de derecho. Por desgracia, no es nuestro caso. Mal estado es aquél en que priman la violencia y la sinrazón sobre las leyes.