Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.
Se dice en los mentideros que puede haber elecciones generales en noviembre, en lugar de referéndum en Cataluña. Parece que el gurú electorero de Rajoy le aconseja disolver las Cortes antes que los chicos de Podemos cojan mayores vuelos. Sería, según creo, una maniobra suicida para Rajoy. En las actuales circunstancias, ni de coña va a conseguir el PP otra mayoría absoluta, condición indispensable para que ese partido pueda gobernar. El aislamiento al que ha sido sometido por todas las formaciones le imposibilita hallar socios de gobierno, máxime en pleno incendio independentista, donde los clásicos socios de la Transición, los nacionalistas conservadores –PNV y CiU- han oficiado de muñidores de presupuesto a cambio de apoyo parlamentario. Ese escenario ya es chatarra.
Unas elecciones anticipadas abocan necesariamente en un frente antipopular, donde Podemos sería el gozne sobre el que giraría el gobierno saliente de esas urnas. No hay que ser ningún lince ni usar calculadora; basta sumar a dedo los datos que arrojan las encuestas. Sería letal en estos momentos un Tripartito en la Moncloa, que duraría el tiempo que nuestra deuda pública fuera merecedora de crédito tanto en los mercados como en las instituciones europeas, donde esta misma semana el adolescente de doña Susana ha cometido la zapaterada de romper lo pactado por su partido. Tenía necesidad el mozo de hacerse notar. Si quería demostrar con este gesto que algo empieza a cambiar en el PSOE, justo ha conseguido lo contrario, pues ese desafío indica que los socialistas se han vuelto a equivocar in eligendo. Otra vez. Cinco errores seguidos de liderazgo no resultan ya soportables para un edificio apuntalado y en ruinas. A la desorientación ideológica, une este muchacho el desconocimiento de lo que es Europa y cómo funcionan sus mecanismos. Con otro Zapatero el PSOE se va al carajo.
Tiene razón Pablo Iglesias cuando se postula como el recolector de las ruinas del PSOE, y es previsible que en los catorce meses que quedan de legislatura acabe barriendo a su corral los votos huérfanos y desencantados por una izquierda que quiso ser y no fue. Lo vuelvo a repetir. Lo más interesante del fenómeno Podemos es su efecto saludable sobre un clima político podrido e irrespirable. Hace falta higienizar la política y que dejen los partidos de travestirse. La derecha tiene que presentarse como tal y la izquierda como izquierda, sin disimulos. Ya está bien de jugar a engañar a los electores. Es lo que ahora pretende el gurú Arriola, si es verdad como dicen que le está susurrando a Rajoy adelantar las elecciones.
Si Rajoy, que ha demostrado sobradamente sus dotes de Don Tancredo, conserva el temple de agotar la legislatura, es posible que en las próximas elecciones repitiera mandato de las urnas. Los votos socialistas no tendrán más remedio que emigrar una parte hacia Podemos y otra parte, menos radical y más al centro, hacia el PP. Veremos qué pasa con las otras formaciones minoritarias. En catorce meses el asentamiento de las placas tectónicas del seísmo del 25-M puede variar por completo el actual panorama político. Si el PP cree a estas alturas que todavía puede confiar en el PSOE para un posible pacto de gobierno, que se tome una tila y espere sentado. La estrategia socialista va a consistir en rivalizar con Podemos, a ver quién es más de izquierdas. Todos sabemos quién fracasará en ese intento. En el PSOE no ha cambiado nada, siguen anclados en su obsesión de tocar poder a costa de lo que sea, sin referencias ni proyectos ni ideología, salvo su pátina superficial de progresismo. Están donde estaban. Tiene razón Pablo Iglesias cuando ya se ve heredero del espacio de Rubalcaba.