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sábado, 23 de noviembre de 2024 | Última actualización: 14:16

Premio a la trayectoria empresarial a Lola Guillamón: “nací antes de tiempo”

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Mujer emprendedora, vital y capaz donde las haya: “Yo a Castellón lo quiero mucho y todo lo que me pidan es poco para mi”

Si hay una persona que pueda representar lo que es el espíritu de la provincia, luchador, combativo, apasionado y capaz de dar el alma por este territorio es, sin duda alguna, Lola Guillamón. Empresaria, que como ella dice, “Nací antes de tiempo”. Actual presidenta de la Cámara de comercio ha convertido su vida en una lucha constante y solo por sus propios negocios, sino por el desarrollo de la provincia. “Yo a Castellón lo quiero mucho y todo lo que me pidan es poco para mí”.

Lola Guillamón es una de las personas más queridas y más reconocidas de Castellón. Empresaria, de esas que han marcado tendencias, y que no solo ha dedicado su vida a los negocios familiares, sino también al desarrollo de la provincia.

Y aunque suena fácil, ahora, en pleno siglo XXI, no lo era tanto a mediados del siglo pasado, cuando ella nació y cuando las mujeres ocupaban un segundo puesto… o un tercero… o un cuarto… cuando lo ocupaban.

Y Lola Guillamón lo tiene claro porque, como ella misma admite: “Nací antes de tiempo”.

Una conversación con Lola Guillamón es siempre un impulso de renovación y nuevos retos. Ella no oculta nada, le gusta recordar que solo ha seguido el impulso de una familia emprendedora que empezó con nada y que supo progresar en unos tiempos complicados, difíciles para todos. ¡Claro! que para conseguirlo todos ellos trabajaron a fondo y supieron rodearse de personas que también estuvieron a la altura de lo que se les pedía.

Y las mujeres eran las que lo tenían más complicado en un mundo de hombres, hecho a medida de los hombres, en los que una mujer apenas podía dar un paso hacia ninguna parte sin la autorización de un padre o un marido… Así eran las cosas.

Por eso, cuando Lola Guillamón cuenta su historia, en la que no faltan comentarios y sonrisas, como si todo hubiera sido muy fácil, uno no deja de preguntarse ¿Qué hubiera hecho esta mujer si hubiera nacido unas décadas después?

"El pilar familiar se nota"

No fue una niña de la postguerra, no. En su casa no faltaba de nada, ahora bien, todo eso se consiguió con mucho esfuerzo y no poco trabajo. “Lo que se mama en casa imprime carácter y siempre queda algo. En mi casa, tanto mi padre como mi madre eran muy trabajadores, muy disciplinados”.

María Dolores, Lola, no era una ‘niña normal’; vivaracha, revoltosa, mala estudiante, pero con muchas ilusiones y ganas de hacer cosas. No se ajustaba precisamente al modelo de 'niña formalita' que se hubiera llevado para la época. Quizá por eso, cuenta, que su padre quiso hacer de ella una señorita y la metieron interna en un colegio de Valencia a los ocho años… y como ella dice con una carcajada… “Se dejó una fortuna y creo que no lo consiguió”.

¿O sí?

Porque, al final, como ella misma reconoce, tal como ha discurrido el tiempo y se ha enfrentado a la vida, está convencida de que todo aquello fue fundamental, el ejemplo, la formación, y lo más importante, el apoyo de su familia. “El pilar familiar se nota”.

Historia de Esfuerzo, trabajo y disciplina

El fundador de los negocios de la familia de Lola Guillamón fue su abuelo Miguel, el padre de su padre.

“Mi abuelo tuvo que emigrar a Barcelona en los años 20 y se fue a trabajar de mozo de caballerizas, cuando todavía había caballos por las calles; y mi abuela Teresa estaba de criada en una casa bien de Barcelona”.

“Mi abuela Teresa no sabía leer ni escribir; mi abuelo sí, mi abuelo era una persona un poco más culta. Se casaron. Mi abuelo era de Villahermosa del Río y mi abuela de Cortes de Arenoso. Y continuaron trabajando allí, mi abuelo como mozo de caballerizas y mi abuela como criada”.

“Y en cuanto tuvieron la oportunidad, que pasaron por las aguas de Barcelona, compraron unos bonos, que aún los tengo, y se estableció en una taberna de Poble Nou y allí iniciaron el negocio familiar”.

“Al cabo de unos años, después de nacer mi padre se vinieron aquí, al Grau, y montaron una carbonería en la calle Churruca; todavía está la casa. Y en esa carbonería, que es una planta baja y un primer piso, pero la planta baja que tendrá 30 metros, no creo que tenga más, vivían mis padres, mis abuelos, y mi tía”.

“Y mi padre empezó a repartir carbón, lo que hiciera falta. Hicieron un poquito de dinero y compraron el Bar las Planas, que es de la familia y está alquilado a un sobrino de mi padre que se llama igual que él, Vicente Guillamón”.

La Guerra Civil y 'la agudeza' de la abuela

La situación de la familia pasó a ser un poco mejor, pero entonces llegó la Guerra Civil Española.

"Mi abuelo tuvo que esconderse y pasó escondido durante toda la guerra en Cortes de Arenoso. Mi abuela, que no sabía ni leer ni escribir se hizo cargo de todo”. Aún sin los conocimientos más básicos la mujer tenía una agudeza mental increíble, y a su forma y a su manera, consiguió mantener a toda la familia. “En el mostrador del bar las Planas se vendía aceite, se vendía bacalao, porque el Puerto entonces era un trasiego de gente. Y a ella no se le escapaba nada. ‘Señora Teresa ya le pagaré’, una rayita; ‘señora Teresa…’, otra rayita".

'Pensión con cuartos de baño y taxis a la puerta'

"Después de aquello, comentaba Lola Guillamón, ya compraron lo que hoy se conoce como el bar del Hotel Doña Lola, que entonces se llamaba la Pensión Ribalta. Y como señala Guillamón, cuando recuperó una de las antiguas tarjetas de aquella pensión no pudo más que echarse a reír. “Lo que más me chocó de la tarjeta: Pensión con cuartos de baño y taxis a la puerta”.

Hicieron cuatro habitaciones en el primer piso, y abajo, el Bar Guillamón, que se convirtió en el punto neurálgico de toda la provincia. Porque delante estaba la Estación con todo el trasiego de viajeros; al lado, los autobuses de toda la provincia; y poco más allá, la plaza de Toros, "y que entonces no había tantos bares ni cafeterías ni restaurantes". Y como negocio familiar, que era, trabajaban todos ya que como ella misma cuenta: “mi madre me tenía en la cocina dentro de una capazo”.

Con el paso del tiempo, el padre de Lola le compró el negocio a su abuelo, y ya la familia se estableció definitivamente aquí.

Como vinieron las cosas: De señorita a jefa y empresaria

Cabría pensar que todo eran parabienes, los negocios de la familia prosperaban. Con lo que sacaban de un sitio invertían en otros, y al frente de todo aquello, el padre de Lola Guillamón.

La desgracia llegó con el fallecimiento temprano del padre de Lola. La señorita que se había formado para serlo hubo de hacerse cargo de todo el negocio familiar, ponerse al frente y aprender, supiera o no supiera hacerlo.

No eran negocios totalmente ajenos, porque en verano había participado en algunos negocios de hostelería en Oropesa o Peñíscola, donde teníamos apartamentos y restaurantes, pero de construcción yo no sabía distinguir un ladrillo del cuatro o del seis. Tuve la suerte de casarme con una persona que me ayudó muchísimo, y tener un equipo humano a mi lado que no me ha abandonado nunca. Aún, hoy en día, uno de los que empezó con mi abuelo, siguió con mi padre y se jubiló conmigo, tiene 83 años y viene todos los días para controlarme a mí y a la cuarta generación, que es mi hijo, por si hacemos algo mal”.

Fuera de micrófono, Lola Guillamón comenta alguna anécdota de las muchas a las que tuvo que enfrentarse. ¿Imagina el lector a una señorita de veinte y pocos años, que, de buenas a primeras, un día, por necesidad, tuvo que plantarse delante de los obreros de una de las construcciones para que le dieran explicaciones?

Porque esas cosas pasaban… y siguen pasando. La vida no ha cambiado tanto como parece. Pero en el caso de Lola, recuerda con cariño, estaba su marido, Matías, que cuando ella no llegaba estaba él. Los compañeros, trabajadores de su padre, ahora suyos, que la habían conocido desde siempre.

Con su carácter, Lola Guillamón, lejos de amilanarse plantó cara y supo granjearse no solo el cariño de la familia sino el apoyo de todos los suyos y todos cuanto la han conocido hasta ahora.

“Y esa es mi historia. Al morirse mi padre yo continué, reformé el hotel Doña Lola, antiguo bar Guillamón; lo he reformado tres veces, y ahora estamos reformando el hotel Zaymar. Nos instalamos también en Valencia, con el Hotel Sorolla Centro, y conseguimos seguir ampliando”.

Para quien no lo conozca, el Zaymar es un hotelito pequeño, a espaldas del Hotel doña Lola. “El Zaymar es una casa que heredé de mis abuelos. Ahí había cuadras y yo hice un hotel, pequeñito pero coqueto y ahí ha estado 40 años. Ahora lo estamos reformando, que ya tocaba… Y luego llegaron otros negocios".

Los privilegios, de ser mujer, de ser la primera, de encarar la vida

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Pero, por encima de todo, señala Mª Dolores Guillamón, “He tenido el privilegio de ser la primera en muchas cosas; siempre me he visto involucrada en muchas tareas, porque he querido, tanto en temas sociales como empresariales. Que en mi época era muy difícil que a una mujer la admitieran, pero siempre me he sentido muy respaldada por todos”.

Así las cosas, Lola Guillamón fue la primera socia del Casino Antiguo, y fue capaz de liderar muchas asociaciones empresariales, tanto en Castellón como en la Comunitat Valenciana.

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No fue la primera mujer al frente de una Cámara de Comercio, reconoce, pero si fue la única durante algún tiempo. “Había una en Melilla que lo dejaba en ese momento; ahora, por suerte, ya somos más, bueno... tres. Tampoco somos muchas”.

Otra cosa es cómo estaba la Cámara de Comercio cuando ella llegó, sumida en deudas por completo… Y no fue fácil sacarla adelante. Se cerraron salones para que no consumieran energía; se reestructuró la plantilla, se realizó una oferta de servicios, y se controló hasta el mínimo gasto… Aunque ella no es de las que lo cuentan en una entrevista… cuando llegaba la Copa de Navidad con los medios de comunicación, hasta los langostinos que se ofrecían procedían de su propio restaurante.

Hoy en día la Cámara de Comercio de Castellón es una institución brillante, al servicio de toda la provincia y con superávit.

Y si, como ella mismo reconoce: “Me he sentido siempre muy involucrada con el tema de la mujer. Monté, junto con otras profesionales la primera asociación de empresarias de Castellón. Luego participé también en la fundación de Nex Directivas… en todo, en todo lo que ha hecho falta he estado ahí también, en la Asociación de Alzheimer, como vicepresidenta… He estado en todo lo que me han requerido, y no voy a más porque no puedo, porque no doy más de sí... Me gusta cumplir. Y ¡claro!, el problema es que ya no puedo cumplir tanto. Donde me requieren, voy, lo que pasa es que ahora ya soy mayorcita…”

Mayorcita, si, pero con 20 operaciones a sus espaldas... “y siempre he salido victoriosa de todas, con admiración, creo que hago mucha falta y no me puedo mantener el lujo de estar enferma”.

“He tenido el privilegio de ser muy querida por todo Castellón. Me siento muy feliz en esta ciudad que tanto me ha dado pero que tanto he añorado, porque… los años que estuve interna venía cuando tenía la banda de buena conducta, y la verdad es que no la tuve jamás… Yo sé lo que es quedarme unas Fallas en Valencia con toda la comunidad y sola en un colegio muy grande”...

“Yo a Castellón lo quiero mucho y todo lo que me pidan es poco para mí”.

“Este sentimiento de pertenencia a mis raíces es el que quiero inculcar a mis nietos y generaciones futuras. Como Castellón no hay nada"