Pocos hechos hay tan desalentadores para un periodista accidental, como quien esto escribe, que tener que volver una y otra vez sobre parecidos problemas. Y no ocurre ello por falta de imaginación sino por el hecho de que los problemas del país no se enfrentan con determinación y, por consiguiente, no se resuelven.
Hace poco les hablaba del problema de la migración. Aun más recientemente traté sobre el rearme en la Unión Europea y en cada uno de sus socios. Hoy habrá que abordarlos de nuevo.
Las migraciones desde los países menos desarrollados a los más prósperos es un fenómeno inevitable y también necesario. Es inevitable porque está en la naturaleza humana poder mejorar su destino y el de su prole. Todos los países la hemos practicado y a muchos nos ha valido no solo para enriquecer al emigrante sino también para fortalecer al país receptor.
Es también necesario en el caso de Europa en general y de España en particular porque la decadente natalidad europea -1'5 hijos por mujer- conlleva un rápido decrecimiento demográfico con las consecuencias económicas, laborales y de mantenimiento de las pensiones sobradamente conocidos. Recordemos que no ha habido civilización ni cultura que haya sido capaz de sobrevivir más allá de escasos decenios con índices de fertilidad inferiores a 2'3 hijos por mujer.
En estos días ha estallado en España una gran polémica entorno a un aspecto concreto del problema migratorio: la presencia de menores no acompañados (MENAs), que llegan a nuestro país en cifras aproximadas de 5.000 al año, de los cuales solo 230 son niñas, que han formado un paquete en Canarias imposible de resolver por el Cabildo. A la hora de distribuirlos por las restantes Autonomías se ha tropezado con la renuencia catalana que por exigencia de Puigdemont solo acogerá a 25 en tanto que Madrid lo hará a 700. En la Comunidad Valenciana y como condición previa para alcanzar el presupuesto consensuado entre el PP y VOX, este partido puso como condición que no se aceptara un solo MENA en toda la Comunidad.
Y el hecho es que España, como Europa toda, necesitan inmigrantes; ya nos estamos beneficiando de ellos en sectores tales como la agricultura, la construcción y el servicio doméstico particularmente, rechazados por los nacionales. Todo está en ordenar correctamente las entradas, controlar sanitaria y policialmente a los inmigrantes y evitar las entradas irregulares particularmente las que se producen por vía marítima que conllevan miles de víctimas en ruta.
La cuestión del rearme es igualmente recurrente en especial desde el retorno de Trump a la Casa Blanca . Acaba de tener lugar una Cumbre europea para tratar sobre una posible agresión rusa y la necesidad de construir en el continente un muro para frenar cualquier intento de Moscú de repicar su operación ucraniana en cualquier otro país de la UE o de la OTAN. No olvidemos que Estonia y Letonia fueron parte de la URSS y ambos países tienen porcentajes de población rusa -25% cada uno de ellos- superiores a los de Ucrania -18%- y otros antiguos miembros de la Unión Soviética.
Hubo consenso en Europa sobre la necesidad del proceder al rearme con la única excepción de Hungría y España. Parte de nuestro Gobierno - los miembros de Sumar- piden la salida de España de la OTAN y Sánchez dice desagradarle la expresión "rearme".
Lo cierto es que mientras Trump siga con su política de enfriamiento respecto a Europa y a la OTAN, no nos queda más remedio que rearmarnos, construir una Europa de Defensa y, en el caso de España, no solo contra Rusia sino teniendo muy en cuenta lo que pueda ocurrir en el norte de África.