Enrique Domínguez. Economista.
¡Hay que ver cómo cambian los tiempos! La falta de inversión privada en los inicios de la presente crisis se proponía sustituirla por el fomento de las obras públicas, de aquellas infraestructuras necesarias que pudieran paliar sus consecuencias; ello era importante en un país en el que la burbuja inmobiliaria era inmensa y en el que mucha mano de obra trabajaba en ese sector.
Pero, cuidado, eso significaba aplicar teorías keynesianas y en esos momentos lo necesario en la doctrina económica era, y sigue siendo en gran medida, el recortar gastos, el minorar inversiones no necesarias según ellos (lo malo es que se han reducido también las imprescindibles y las básicas para que podamos salir de la próxima crisis), aligerar el peso del coste laboral en el coste total del producto, facilitar la salida del trabajador de la empresa, etc.
El argumento era la falta de dinero y la imprescindible necesidad de apretarse el cinturón (¿todos por igual?), de sanear para luego poder curar y salir con más fuerza hacia la recuperación.
Se alardea de crear empleo con tasas de incremento del PIB de pocas décimas, si bien no se dice qué tipo de empleo (por horas, parcial), el cual apenas da para vivir. Pero es lo que hay, se contesta; mejor eso que nada.
Pero volvamos a la inversión pública: los planes existentes, ¿consideran como una variable esencial su incidencia en el desarrollo de una zona, sus posibles tasas de retorno o, esa variable básica es la presión de tal o cual ministro o grupo de presión?
Y aquí en la Comunidad Valenciana y, en concreto, en la provincia de Castellón, tenemos una clara muestra de lo dicho líneas arriba.
Diferentes estudios, entre ellos los de Ferrmed o la Diputación-Uji, hablan de la necesidad del corredor del Mediterráneo y de su tasa de retorno, de la imperiosa necesidad para el desarrollo de todo el eje del Mediterráneo y, en concreto, de la CV; además, la UE lo ha declarado eje prioritario.
¿Qué se ha hecho hasta ahora? Ante esa falta de inversión pública, el gobierno central ha insistido en Bruselas por el eje central y el del norte en lugar del corredor del Mediterráneo y el gobierno autonómico, presionado por una gran firma automovilística, se sacó de la manga lo del tercer carril. Es la única inversión que va más o menos en marcha, aunque con bastantes retrasos.
Y se ha ido anulando o reduciendo todo lo previsto: Ya no tendremos AVE entre Valencia y Castellón, será tercer carril. Ya no tendremos, seguramente, corredor con vías independientes, tendremos otra vez el tercer carril y, posiblemente, un colapso ferroviario a medio plazo o antes si no se arregla lo de Vandellós. Ya no tendremos, parece ser, doble vía de acceso al puerto de Castellón (por aquello del recorte) y ya no habrá salida hacia el norte desde el puerto sino que los trenes irán en dirección contraria, hacia Vila-real, para incorporarse a ese corredor tercercarrilista.
¿De qué sirve que se incrementen tímidamente las cifras que da Seopan de inversión pública, si las ideas de inversión son espesas? La propia consellera del ramo parece ser que ha manifestado a los empresarios que si lo del tercer carril va bien, para qué invertir más. ¿Clara visión de futuro? Sí porque tal vez sea lo máximo que se consiga si el corredor desde Algeciras por Madrid, obviando la Comunidad Valenciana, se consolida.
Y los empresarios, esperando la entrevista con el señor Montoro; ¿mantendrán sus reivindicaciones iniciales en infraestructuras? Qué farem, foc o fugirem? Tal vez tengamos las que nos merecemos por falta de auténticos liderazgos, ¿Y ustedes, qué opinan?