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domingo, 22 de diciembre de 2024 | Última actualización: 14:35

Sufragio universal y secreto

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Lo de hoy, ese ente abstracto e indefinido, no tiene nombre, pues cada día el filibustero de Mas se lo cambia. Lo que se planeó como referéndum luego se llamó consulta; después proceso participativo. Hoy ya ni se sabe. Ha sido la crónica de una degradación Es una parodia del Mickey Mouse soberanista queriendo escapar a las trabas del gato constitucional que le impide cualquier tipo de salida. Un fraude de ley en toda regla, que ni el gobierno ni ‘su’ fiscalía se atreve a reconocer. ¿Será o no será?, se preguntan. Ha sido esperpéntica la perplejidad atónita tanto de Rajoy como de su escudera Soraya. Sólo así se entiende la insolencia chulesca de un Mas que además de declararse en rebeldía lo hace burlándose del enemigo que es, son sus palabras, el Estado Español.

La otra farsa consiste en la confusión entre democracia y derecho a decidir, sin tener en cuenta que la española es una democracia indirecta y parlamentaria y que sólo el estado  ejerce la iniciativa de referendo en cuestiones de integridad territorial. Eso es lo que debería haber negociado Mas con el gobierno central, en vez de lanzarse al monte en plan sedicioso. Una condición sine que non de toda democracia es el sometimiento a las leyes. Cuando la legalidad se quiebra nos hallamos ya a la deriva hacia un estado arbitrario, donde no sólo se pierde el respeto a la ley, sino a los propios ciudadanos.

Lo de hoy en Cataluña es la antesala de la segregación de la ciudadanía entre adictos y no adictos al régimen, como en tiempos de Franco. Al acudir a las urnas, sin censo ni control del número de veces  y en las mesas que se quiera votar, con el fin de ‘hacer colas’ –así lo demanda la ANC-, no sólo se anula la credibilidad de la ‘consulta’, sino que se vulnera el principio sagrado de una votación democrática como es el sufragio universal y secreto. Sólo se persigue el impacto mediático, para soslayar el más que probable ridículo por no conseguir el quórum deseado. De ahí que se hayan abierto las compuertas para poder cocinar los datos de afluencia como se hace en todas las manifestaciones. Y lo de mañana es eso, una manifestación con urnas de trampa y cartón. Por eso mismo el sufragio de hoy no es universal, pues sólo acudirán a la manifestación ‘electoral’ los de la cordada independista. Llevan el voto en la frente, como la visión del Apocalipsis.

Como se trata de una consulta, no anónima, como debería ser en democracia, sino con la identificación del consultado votante, se pone en delación palmaria a quienes hoy no acudan a emitir su adhesión plebiscitaria. Es decir, el ‘voto’ no es secreto. Se trata de una violación flagrante del sistema democrático, no sólo del principio de nuestra Constitución que establece que “nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión y creencias” (art. 16.2). De ahí que muchos hoy en Cataluña sientan miedo, sobretodo entre funcionarios y todos aquellos que dependen de los presupuestos de la Generalitat.

El nacionalismo, cuando deja de ser una ideología política y se convierte en una patología social, no tiene ya respeto alguno por los ciudadanos que, por inmersión ideológica, se transforman en meros objetos del poder tribal,  cuyos derechos prevalecen sobre los derechos ciudadanos e individuales. Hoy se perpetra en Cataluña, en nombre de una supuesta democracia, un atentado gravísimo contra la inviolabilidad de la libertad ideológica de los ciudadanos. Algo más grave que los delitos, más que supuestos, contra el estado. Y parece que ni el Constitucional se entera. Que no se entere Rajoy, o no quiera, era algo previsible. Mientras los fiscales siguen discutiendo si son galgos o podencos, Mickey Mouse sigue riéndose de todos con sus travesuras de roedor.