Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.
El escritor irlandés, premio Nobel y miembro de la Sociedad Fabiana, George Bernard Shaw acuñó aquella frase que decía que “los políticos y los pañales había que cambiarlos a menudo, y por las mismas razones”. Y sin duda hoy, esta frase, y más en una Comunidad como es la valenciana y en una provincia como es Castellón, donde el PP viene gobernando desde hace 20 y 24 años respectivamente, cobra más sentido que nunca.
Así, en primer lugar debemos recordar que el PP de la Comunidad Valenciana es el partido de los más de 100 imputados, es el partido de los nueve ex consellers pendientes de diferentes causas ante los jueces. Es el partido además donde raro es el día en el que no salta algún escándalo de corrupción, y donde más de uno nos preguntamos cómo demonios confeccionarán las listas electorales para que no haya imputados.
El PP de la Comunidad Valenciana es además el partido de la infrafinanciación, es el partido que ha fracasado miserablemente en conseguir una nueva financiación para nuestra Comunidad. Y como llevan 20 años gobernando, y al menos 12 de estos años han gobernado al mismo tiempo el Estado no caben ningún tipo de excusas. Además, se habían comprometido públicamente a que en el 2015 habría una nueva financiación, y a que en caso de no lograr la misma reconocerían su fracaso. A ello hay que añadir la discriminación tremenda en infraestructuras y en inversión directa estatal. Doblar la cerviz y ser sumiso tiene estas consecuencias.
Al mismo tiempo, los datos brutales de paro, de pobreza infantil, el deterioro evidente en los servicios públicos fruto de los hachazos que han propinado, son fruto de una gestión que es más que desastrosa. Y es que los datos y la realidad son siempre tozudos.
En definitiva, la realidad es tal, y sobre todo cuando han permanecido ensimismados en la prepotencia, que obliga a realizar cambios. Y cambios profundos. No valen postureos ni intentar parecer nuevos. Están y estaban también entonces. Además, utilizar ese truco tan burdo es más bien patético. Y no cuela.